FIESTA DEL BAUTISMO DE JESUS, Ciclo C
• Primera lectura: Isaías 40,1-5.9-11 "Se revelará la gloria del Señor"
El profeta abre este capítulo, presentándonos al Siervo y Ungido del Señor, personaje misterioso, que encierra en sí los rasgos más sobresalientes, tanto del pueblo, como de algunos personajes históricos.
Estamos en el primero de los cuatro Cánticos dedicados a este Siervo doliente; escritos por un discípulo del Deuteroisaías, en los años del destierro. Este Siervo es presentado como un nuevo Adán: “Yo Yahvé, te he llamado en justicia, te así de la mano, te formé” (v. 6).
Tiene la misión de crear un mundo nuevo, un nuevo orden de las cosas, a través de una Nueva Alianza realizada con su pueblo. Con Él todo será nuevo: los ciegos o paganos abrirán sus ojos a la revelación; los presos será liberados de las tinieblas del error y del destierro.
Otro aspecto de su misión será implantar el derecho, o sea, la Toráh con las características propias de un Rey, Profeta y Sacerdote muy unidas.
Como Rey la justicia y el derecho serán implantados en toda la tierra, muy superior a lo conocido, puesto que implica una actividad salvífica, cimentada en la voluntad de Dios.
Como Sacerdote también vela por implantar el derecho; como Profeta, anuncia la voluntad de Dios al pueblo y a todas las naciones. Muy distinto a todos los Reyes, Profetas y Sacerdotes del momento.
Es la manifestación humilde de Dios que, por medio de este Siervo, transforma el interior de los hombres, reviviendo la llama que esta a punto de extinguirse, hasta conseguir la transformación de los corazones y de la sociedad deseada por Dios, por medio del derecho, la justicia y la paz.
Este Siervo, será continuamente sostenido por la acción del Espíritu: en el bautismo y en la transfiguración de Jesús se ve cumplida esta profecía.
Hoy es la Iglesia, desde Pentecostés, la comunidad de salvación universal.
• Evangelio: Lucas 3,15-16.21-22 "Tú eres mi Hijo"
El evangelio nos narra el Bautismo de Jesús. Encontramos que se hace entre el anuncio y práctica del bautismo de agua de Juan y el de fuego y Espíritu Santo, que dará el Cristo Jesús (vv. 15-16).
El bautismo de Juan está en la línea de las purificaciones judías. Es una invitación a la conversión, ante el juicio inminente, preparando la venida del Espíritu Santo. Jesús recibe el bautismo de Juan (cfr. Mc. 1,9), pero es precisamente allí, donde se devela su misterio: el cielo se abrió, desciende el Espíritu sobre Él, y se oye la voz del Padre, que lo proclama como su Hijo (v. 22).
El evangelista centra todo en la acción del Espíritu, prescinde de Juan. Quiere con ello significar, el Bautismo como praxis de la Iglesia, como lo vive y celebra. Ella sabe que esta esperanza se ha cumplido en Jesús, por eso bautiza a los hombres, con agua, Espíritu y fuego, o sea, los introduce en clima de juicio, que purifica y bajo la acción del Espíritu que lo transforma en lo interior y lo crea hijo de Dios.
El Bautismo es epifanía de Dios. En Jesucristo, el Hijo, su misterio se comprende desde el Padre y su Espíritu. Jesús es el Ungido, porque recibe toda la fuerza del Espíritu, como los reyes que al ser coronados eran ungidos con aceite para representar a Dios ante el pueblo. Jesús es mucho más porque con la unción del Espíritu es el Hijo, el escogido en forma definitiva: expresión, presencia y enviado del Padre.
El misterio de Jesús, implica ser el Mesías, el Ungido por el Espíritu, e introduce a los hombres ante el Juicio, pero también, porque está unido al Padre, es portador de la Palabra creadora. Es cristiano quien descubre en Jesús de Nazaret, el amor del Padre y la fuerza del Espíritu que obra por su medio, vivido como gracia y responsabilidad, verdad revelada, y el Juicio de Dios sobre la historia de los hombres.
Será la conversión predicada por Juan al pueblo, la raíz de todo este proceso de transformación interior, que anima el Espíritu de Dios en el hombre que busca a Dios en un clima eclesial.
LECTURAS DE LA FIESTA DEL BAUTISMO DE JESÚS, Ciclo C
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