Numancia, una gesta del pasado con futuro
El aire hiela hasta los huesos en este paraje de Garray, a poco más de 7 kilómetros al norte de Soria, donde hace 2150 años los numantinos escribieron con sangre y dignidad una de las páginas más memorables de la Historia. Apenas quedan vestigios de la indomable ciudad celtíbera de Numancia. Los romanos la asolaron por completo cuando ésta al fin claudicó, tras casi veinte años de lucha y once meses de terrible asedio.
Los restos visibles hoy sobre el terreno pertenecen en su mayor parte a la etapa posterior, como ciudad romana, pero en la colina donde debieron de diseminarse antes las chozas de aquellos duros celtíberos, no resulta difícil imaginar el frío que sufrieron, el hambre atroz que les llevó a comerse a sus propios muertos y la desesperación con que mirarían desde su muralla hacia el cerco romano que la aisló por completo del exterior. No había ayuda ni escapatoria posible. Eran ellos, solos y pocos, frente al mejor ejército de la época al mando de Escipión, un destacado general romano.
Sucumbieron, claro está. Pero fue tan grande su entereza, que hasta sus enemigos admiraron la gesta de esta modesta ciudad que «resistió durante tanto tiempo con sus solas fuerzas a la nación que disponía de todas las del universo», en palabras del historiador romano Floro.
«Los numantinos lucharon hasta la muerte por su libertad y eso se ha convertido en un símbolo histórico para toda la humanidad. Hay otros casos de lucha por la libertad, pero ninguno que sea tan simbólico como Numancia. Por eso ha pasado a ser una página, no de la Historia, sino del ideario colectivo de toda la humanidad», subraya Martín Almagro Gorbea, académico anticuario de la Real Academia de la Historia.
Antes de inaugurar en Soria los actos que conmemoran los 2150 años de la caída de Numancia, el reputado catedrático ya jubilado de la Universidad Complutense recorrió el yacimiento arqueológico invitado por Amalio de Marichalar, presidente del Foro Soria 21 y principal impulsor de que sea declarado en un futuro Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
En el interior de una reproducción de una vivienda celtíbera, Martín Almagro explicaba que la conquista de Hispania por los romanos «duró dos siglos (la de la Galia por Julio César, seis años), lo que da idea de las dificultades que tuvo Roma aquí». Citando a Floro, que describió a los celtíberos como el pueblo más fuerte y resistente de la Península Ibérica, el reputado historiador destacaba que Numancia fue «probablemente la ciudad celtibérica más importante», es decir, el centro de esta recia gente, el hueso más duro de roer por los romanos.
Almagro relataba cómo Numancia «se convirtió en el pavor de Roma», que trató de doblegarla sin éxito durante casi dos décadas hasta que finalmente envió a Escipión para que resolviera la situación. El general romano, que venía de tomar Cartago, «preparó un ejército muy numeroso, de más de 60.000 personas, frente a 4.000-6.000 que serían los numantinos, y los encerró en un cerco que se ha convertido en un ejemplo en toda la historia militar».
Los romanos levantaron siete campamentos en los cerros que rodeaban Numancia, unidos entre sí por un muro de unos 9 kilómetros de perímetro reforzado por torres. Controlaron además con fortines la confluencia del Duero con los ríos Tera y Merdancho, impidiendo toda comunicación con la ciudad celtíbera.
Aunque los numantinos incitaron a los romanos a entablar batalla, «Escipión, que era un gran general, nunca quiso enfrentarse directamente a ellos porque sabía de su enorme fuerza como guerreros. Estableció el cerco y quiso rendirlos por hambre. No fue el combate, sino el hambre la que mató a los celtíberos», resaltaba el miembro de la Real Academia de la Historia.
Durante los once meses de cruel asedio, nadie salió ni entró en Numancia, salvo el valiente «Retógenes, que con cinco compañeros logró eludir el doble cerco, pero no consiguió que ninguna otra ciudad se atreviera a desafiar a Roma», recordaba Almagro. Los 400 jóvenes de la vecina ciudad de Lutia que quisieron prestarle ayuda fueron apresados por los romanos, que les cortaron la mano derecha.
La situación se hizo tan insostenible en Numancia que llegaron a comerse a los muertos. Escipión, «un hombre frío, un profesional de la guerra» exigía una paz sin condiciones, inaceptable para los numantinos. Muchos se quitaron la vida antes de rendir la ciudad, que fue «destruida de raíz», según Cicerón. El territorio se repartió entre los pueblos vecinos que ayudaron a conquistarla y sus supervivientes fueron vendidos como esclavos. Cincuenta de ellos viajaron con Escipión a Roma para el desfile triunfal que se celebró al año siguiente, en el 132 a.C.
Un símbolo necesario
Para el conde de Ripalda, el aniversario es doble ya que se cumplen 110 años de la cesión al Estado de las ruinas de Numancia por parte de su abuelo, Luis de Marichalar.
«En mi familia creímos que había que defender Numancia para el presente y para el futuro de la Historia de España y la Historia Universal», señalaba en el recorrido por el yacimiento. Marichalar instó a «unir fuerzas entre todos para destacar Numancia como ese símbolo que necesita hoy la humanidad» y «recobrar esos valores de libertad, dignidad y honor» para que «sean la base esencial de la construcción del presente y futuro».
Los valores históricos, arqueológicos y paisajísticos de Numancia «son únicos» y «los inmateriales de la defensa de un pueblo por su libertad, su dignidad y su independencia recobran más que nunca una enorme trascendencia en un mundo global como en el que estamos», destacó el presidente del Foro Soria 21, que quiso agradecer especialmente el apoyo de Portugal en la «carrera de fondo» por la candidatura a Patrimonio de la Humanidad, al ser símbolo común de la resistencia de la Península Ibérica a la invasión romana.
Al recordar la celebración este año del Tratado de Roma, Marichalar destacó la necesidad de Europa «de símbolos irrenunciables y Numancia, como bien dijo en su día el Parlamento europeo, representa el origen más remoto de la historia y cultura común europea».
El camino hacia la candidatura aún tiene por delante diversas etapas, como la inclusión de Numancia en la lista de los bienes susceptibles en toda España de proponer a la Unesco como patrimonio de la humanidad y la posterior redacción de una «tesis doctoral cuádruple» para argumentar su defensa, antes de competir a nivel internacional con otras propuestas. Por ello, Amalio de Marichalar no se atrevía a señalar plazos: «Podríamos hablar de una serie de años, seis, siete, ocho años. Ojalá me equivoque y sean menos, pero lo importante es empezar un proyecto de todos».
El viaje más largo se hace dando el primer paso y para éste «ya se han dado muchos con la concurrencia de todos», destacó el presidente de Foro Soria 21 que no alberga ninguna duda de que «lo lograremos porque lo merece. Numancia es parte de la Historia y del alma de España».