El cura vasco que acuñó el término «Hispanidad» (1929)
Zacarías de Vizcarra buscó una nominación que reemplazara al Día de la Raza y sirviera para «denominar con un solo vocablo a todos los pueblos de origen hispano y a las cualidades que los distinguen de los demás».
A monseñor Zacarías de Vizcarra (Abandiano, Vizcaya, 1879-Madrid, 1963), debe la fiesta nacional del 12 de octubre su denominación del Día de la Hispanidad. El obispo de Ereso acuñó el término en 1926, en el artículo «La Hispanidad y su verbo» publicado en Buenos Aires cuando estaba al frente de la Basílica del Sagrado Corazón.
Su propósito era claro: buscaba cambiar el nombre del Día de la Raza, con el que se conmemoraba cada 12 de octubre el primer desembarco de Cristóbal Colón en tierras de Guanahani, actualmente en las islas Bahamas.
«Por las razones que luego indicaré no me satisfacía el nombre de Día de la Raza, que iba adquiriendo cada vez mayor difusión. Era necesario encontrar otro nombre que pudiera reemplazarlo con ventaja. Y no hallé otro mejor que el de 'Hispanidad'», escribía el propio Zacarías de Vizcarra recordando su artículo en la revista argentina.
«Estoy convencido –decía en ella– de que no existe palabra que pueda sustituir a 'Hispanidad'... para denominar con un solo vocablo a todos los pueblos de origen hispano y a las cualidades que los distinguen de los demás».
Monseñor Vizcarra, autor también de un catecismo en euskera («Cristiñavaren Jaquinbide Labustua») encontraba «perfecta analogía entre la palabra 'Hispanidad' y otras dos voces que usamos corrientemente: 'Humanidad' y 'Cristiandad», según escribió en «La Lectura dominical» el 7 de diciembre de 1929.
Hispanidad, continuaba el obispo, «significa, en primer, lugar, el conjunto de todos los pueblos de cultura y origen hispánico diseminados por Europa, América, África y Oceanía» y «expresa, en segundo lugar, el conjunto de cualidades que distinguen del resto de las naciones del mundo a los pueblos de estirpe y cultura hispánica».
«Si tuviéramos personalidad para ello, pediríamos a la Real Academia que adoptara estas dos acepciones de la palabra 'Hispanidad' que no figuran en su Diccionario», para así poder «reemplazar ventajosamente el vocablo "raza" que, como escribía yo en la mima revista, me parecía «poco feliz y algo impropio».
Por entonces la palabra «hispanidad» aparecía en el Diccionario de la Real Academia como «f., ant. Hispanismo» y hasta 1939 no incluyó la nueva definición de «f. Carácter genérico de todos los pueblos de lengua y cultura española», modificado después como «lengua y cultura hispánica» y a la que acompaña desde 1944 una segunda de «f. Conjunto y comunidad de los pueblos hispánicos».
El concepto de la «Hispanidad», defendía monseñor Vizcarra en un extenso escrito publicado en El Español en 1944, «no incluye ninguna nota racial que pueda señalar diferencias», sino que «es un nombre de "familia", de una gran familia de veinte naciones hermanas, que constituyen una unidad superior a la sangre, al color y a la raza de la misma manera que la 'Cristiandad' expresa la unidad de la familia cristiana, formada por hombres y naciones de todas las razas, y la 'Humanidad' abarca sin distinción a todos los hombres de todas las razas, como miembros de una sola familia humana. Es una denominación que a todos honra y a nadie humilla».
Su propuesta fue recogida por Ramiro de Maeztu, embajador de España en Buenos Aires hasta 1931, que ese mismo año publicó en la revista «Acción Española» su «Defensa de la Hispanidad». El nuevo nombre fue reemplazando paulatinamente al de la Raza en España (aunque no en América) hasta que un decreto de la Presidencia del Gobierno lo oficializó el 10 de enero de 1958.
La Ley 18/1987, de 7 de octubre, estableció el 12 de octubre como «Fiesta Nacional de España», sin aludir en ningún momento a la raza o la hispanidad, y justificando la celebración del 12 de octubre porque «simboliza la efemérides histórica en la que España, a punto de concluir un proceso de construcción del Estado a partir de nuestra pluralidad cultural y política, y la integración de los Reinos de España en una misma Monarquía, inicia un período de proyección lingüística y cultural más allá de los límites europeos».