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ROBERTO BELARMINO (Roberto Francisco Rómulo Bellarmine, 1542-1621)


1. Infancia y juventud 1.1. Dificultades 2. Noviciado (1560) 3. Estudios de filosofía (1560-1563) 4. Estudios de teología (1567- ) 5. Ordenación sacerdotal (1570) 6. Profesor y predicador 7. Profesión de cuatro votos (1572) 8. Peticiones desde Italia 9. Llamado al Colegio Romano (1576) 9.1. Las Controversias 9.2. Director Espiritual 9.3. Padre espiritual de San Luis Gonzaga 9.4. Teólogo activo 10. Asedio de París (1589) 11. Rector del Colegio Romano (1592) 12. Provincial de Nápoles (1594) 13. Teólogo del Papa (1597) 13.1. Catecismos (1598) 13.2. En Ferrara con Clemente VIII 13.3. Juicio contra Giordano Bruno 14. Cardenal de la Iglesia (1599) 15. La Controversia De Auxiliis 16. Arzobispo de Capua (1602) 17. Cardenal en dos cónclaves (1605) 18. Pontificado de Pablo V 18.1. Cardenal de Curia 18.2. Fin de la controversia De Auxiliis 18.3. Causas de san Ignacio. Carlos Borromeo, Francisco Javier, Felipe Neri 18.4. Conflicto entre la Santa Sede y la República de Venecia (1606) 18.5. El Juramento Inglés de Alianza 18.6. Iglesias cristianas orientales 18.7. La condenación de Galileo (1616) 19. Cardenal jesuita 19.1. Encargo a san Bernardino Realino 20. 1621: muerte de Pablo V 20.1. Muerte de san Juan Berchmans 20.2. Muerte de Roberto Belarmino 20.2.1. Testamento 21. Beatificación, Canonización, Doctor de la Iglesia

CARDENAL ROBERTO BELARMINO

1. Infancia y juventud:

Roberto nace el 4 de octubre de 1542, en Montepulciano, provincia de Sena, en Italia. Es el tercero de doce hermanos. Pertenece a una familia importante en Montepulciano: su padre, don Vicente Belarmino es el primer magistrado de la ciudad, y su madre, doña Cintia Cervini, es hermana del cardenal Marcelo Cervini. Éste será más tarde uno de los presidentes del Concilio de Trento y, en 1555, sumo Pontífice, con el nombre de Marcelo II (9 de abril, 1555 al 1 de mayo 1555). El padrino de bautismo es el cardenal Roberto Pucci, amigo de sus padres.

Los padres de Roberto se esmeran en educar a sus hijos en la devoción y en la práctica religiosa. La madre, Cintia Cervini, hace los Ejercicios espirituales, en 1547, guiada por el P. Pascacio Broet, uno de los primeros compañeros de San Ignacio.

Roberto hace los primeros estudios, guiado por su madre y un maestro del pueblo, Orfeo Butti. En 1557 ingresa al Colegio que ese año abre la Compañía de Jesús en Montepulciano. Tiene quince años de edad y destaca como alumno. Con el P. Juan Gambaro, su director espiritual, hace los Ejercicios espirituales de San Ignacio y el discernimiento vocacional. Desea ingresar en la Compañía de Jesús. Tiene diecisiete años.

1.1. Dificultades:

Pero don Vicente Belarmino atribuye la vocación de Roberto a la influencia de los jesuitas; por eso, prohibe a su hijo tener con ellos otro trato que no sea estrictamente académico. Le impone también que se confiese con los padres dominicos. Doña Cintia, la madre, sufre en silencio.

Roberto se siente muy desorientado y no tiene valor para insistir ante su padre. Los jesuitas lo animan a perseverar. Finalmente, don Vicente da el consentimiento con la condición de esperar un año pero antes de finalizar el plazo, escribe al P. Diego Laínez, general de la Compañía de Jesús: "Habiendo considerado que se debe a Dios lo que más se estima, he dado a mi hijo mi bendición y lo he ofrecido a Dios y hecho hijo de la Compañía de Jesús”.

2. Noviciado (1560):

El 17 de septiembre de 1560 Roberto sale de Montepulciano rumbo a Roma. Viaja con su primo Ricardo Cervini, también decidido a hacerse jesuita. Llegan a Roma el 20 de septiembre. El P. Diego Laínez los recibe en la casa de Nuestra Señora de la Estrada, donde San Ignacio ha vivido sus últimos años.

La primera probación de ambos de Roberto y su primo Ricardo dura diez días. Después se incorporan a la comunidad. Se ocupan en los servicios de la cocina y en el comedor, como experiencias de noviciado.

En los primeros años de la Compañía de Jesús, el tiempo, prescrito para el período del noviciado, no estaba del todo reglamentado. De hecho, los votos religiosos de Roberto y Ricardo llevan la fecha del 20 de septiembre de 1560, el mismo día del ingreso.

3. Estudios de filosofía (1560-1563):

Un mes después del ingreso, el P. Laínez determina que Roberto pase al Colegio Romano a continuar sus estudios de filosofía. El Colegio es una institución fundada por San Ignacio. En 1551, en una casita arrendada, puso en la puerta el letrero: "Escuela de gramática, de humanidades y de doctrina cristiana, gratis".

En 1560 el Colegio Romano ha crecido mucho. En él viven 154 jesuitas, de los cuales 112 son estudiantes. Los alumnos externos son 600. Hay profesores insignes: Francisco Toledo, Ledesma, Juan de Mariana, Cristóbal Clavio y Juan Leunis, fundador de las Congregaciones marianas (hoy, Comunidades de Vida cristiana, CVX).

Roberto Belarmino es un alumno excelente aunque su salud es endeble durante esos tres años. Su defensa final de la tesis de filosofía es brillante.

En 1563 es destinado al Colegio de Florencia para la experiencia de magisterio. Enseña retórica y predicación en la iglesia anexa al Colegio. El éxito lo logra gracias a la ciencia y a sus modos agradables y al respeto para con los jóvenes discípulos. Este modo de ser suave, con los alumnos, no fue del agrado de todos en Florencia. Al año siguiente, los Superiores lo trasladan a Mondovi, en el Piamonte, con los mismos cargos de profesor y predicador.

4. Estudios de teología (1567):

En 1567 empieza los estudios de la teología en la célebre universidad de Padua. A los dos años, antes de terminar sus estudios, Francisco de Borja, el nuevo general de la Compañía de Jesús, lo destina a Lovaina, una de las ciudades más amenazadas por el protestantismo. Ni él mismo sabe por qué dice al llegar: "El P. General me ha enviado aquí para dos años, pero me voy a quedar siete". El hecho es que resultó profeta, pues, en efecto su permanencia en Lovaina dura siete años.

Cuando Roberto Belarmino llega a Lovaina, en mayo de 1569, los estudiantes de la célebre universidad son más de tres mil. El Canciller, Miguel Bayo, sin ser propiamente hereje, enseña doctrinas muy semejantes a las de Lutero y de Calvino.

Las conferencias del joven Belarmino comienzan a llamar la atención. El pueblo y los estudiantes acuden en masa a la iglesia de San Miguel y se agolpan alrededor de su cátedra para escuchar los sermones y las clases. La serenidad y la erudición del joven predicador le traen un numeroso grupo de oyentes. No sólo de las ciudades vecinas, sino también desde Holanda y aun desde Inglaterra. Las conversiones se multiplican y las vocaciones sacerdotales aumentan.

5. Ordenación sacerdotal (1570):

Conforme a las disposiciones del papa San Pío V, Roberto hace la profesión solemne de tres votos el día de la Epifanía de 1570. Es entonces prerrequisito para el sacerdocio. En Lieja y después en Gante, por no haber Obispo en Lovaina, san Roberto recibe, una tras otra, las órdenes sagradas. El sacerdocio lo recibe el 25 de marzo de 1570. Su primera Misa solemne la canta el 2 de abril, Domingo in Albis, en la ciudad de Lovaina.

6. Profesor y predicador:

Sus sermones son muy apreciados. El primer paso es exponer el sentido literal de los textos de la Escritura que cita, sin forzarlos y sin darles un significado distinto al genuino. Para ello vuelve a las fuentes primeras de los Padres y Doctores de la Iglesia. Es admirable su conocimiento de san Agustín, san Jerónimo, san Juan Crisóstomo, san Basilio, san Ireneo, san Hilario y san Ambrosio.

Las clases de teología, en el Colegio de los jesuitas, las comienza a dictar el 17 de octubre de 1570, apenas cumplidos los 28 años. Se presenta con un programa basado en Santo Tomás, la Biblia, los Padres y el Concilio de Trento. Desde los primeros días sus lecciones son muy concurridas. Los apuntes manuscritos de estas clases se conservan hoy día y son cuatro volúmenes con más de 1.500 páginas. Estudia hebreo para poder leer el Antiguo Testamento en la lengua original.

7. Profesión de cuatro votos (1572):

El 6 de julio de 1572 pronuncia la profesión solemne de cuatro votos, en la Compañía de Jesús. San Francisco de Borja lo exime del prerrequisito de la Tercera probación exigida a todo jesuita antes de sus últimos votos.

Poco después sufre los embates de la guerra entre el Príncipe Guillermo, duque de Orléans, jefe de los protestantes, y las tropas del duque de Alba, defensor de los intereses del rey de España. Roberto Belarmino se refugia en el Colegio de Douai por poco tiempo.

8. Peticiones desde Italia:

El cardenal Carlos Borromeo, arzobispo de Milán, entrega a los jesuitas el famoso Colegio de Brera para que dicten clases de letras, ciencia y teología. Pide al P. Juan Polanco, vicario general después de la muerte de San Francisco de Borja, que el P. Belarmino sea destinado a Milán como profesor de teología y como predicador. Fueron cuatro años de insistencia desde Milán y otros tantos de resistencia de parte de los superiores de Flandes. El cardenal Borromeo es muy claro en sus peticiones al nuevo general P. Everardo Mercuriano: "Suplico de nuevo a Ud. que urja a los de Flandes para acelerar lo más posible la venida del P. Belarmino. Y no suceda ahora que Ud. ponga en duda la venida de dicho Padre y me proponga otros nombres, porque no pienso desistir de la promesa que se me hizo en Roma, la cual es justo que se cumpla".

En otra carta dice: "Creo que molestar a Ud. para que deje en Flandes al P. Roberto Belarmino, pero como hace tiempo me lo han prometido para Milán, quiero rogarle que en manera alguna quiera Ud. volverse atrás de la promesa que se me ha hecho".

Los de Flandes escriben: "El P. Belarmino es de gran importancia en el Colegio de Lovaina. Sacándolo de aquí no hay nadie en la Provincia que pueda suplirlo. Él es quien da fama al Colegio. El P. Belarmino tiene aquí más de 200 alumnos. Respecto a la salud se encuentra mejor aquí que en Italia. El está contento y nosotros muy satisfechos de él. En Lovaina es más útil. Aquí el fruto es cierto, en Milán incierto y los alumnos pocos".

Belarmino escribe: "Estoy contento de estar aquí, mientras lo disponga la obediencia, pero cuando se disponga otra cosa, a mí no me agradará menos. Por la gracia del Señor, me encuentro en esto del todo indiferente, como deseo estarlo en todas las cosas".

9. Llamado al Colegio Romano (1576):

El P. Everardo Mercuriano, el nuevo General, decide llamarlo a Roma y lo destina al Colegio Romano. Emprende el viaje el 1 de septiembre de 1576. En el regreso se detiene en Montepulciano y visita a su ya anciano padre. También llora junto a la tumba de su querida madre, que había muerto el 3 de junio del año anterior. Roberto llega a Roma a fines del mes de septiembre.

El papa Gregorio XIII es el sucesor de san Pío V. El pontífice emprende la tarea de afianzar la fe católica en los países protestantes. Hace subir a cien, después a ciento cincuenta, el número de los alumnos alemanes del Colegio Germánico de la Compañía de Jesús y establece las rentas necesarias para su sustento. Para la formación del clero de Inglaterra y Gales, el papa Gregorio funda el Colegio Inglés. Todos los alumnos deben asistir a clases en el Colegio Romano. El P. Roberto Belarmino es designado por el mismo pontífice para dictar las lecciones en una cátedra de Controversias.

9.1. Las Controversias:

El P. Belarmino tiene tal éxito en sus clases que los Superiores le ordenan imprimir sus lecciones. Escribe de su propio puño y letra todas las páginas. Este es el origen de su obra “Las Controversias”. "Disponga Ud., P. General, como quiera. A mí me basta con haber obedecido". La edición definitiva tiene cuatro gruesos volúmenes.

Las Controversias son la obra maestra de San Roberto Belarmino. Son una defensa completa y científica de la Iglesia Católica: de su constitución, del Papado y de su doctrina. Punto por punto se refutan las doctrinas protestantes. El éxito de esta obra es extraordinario. En los treinta años siguientes se publican veinte ediciones. En Alemania y en Inglaterra, los protestantes se esmeran en refutarlas.

Su lectura y estudio producen numerosas conversiones. La clave del éxito está en la enorme erudición de Belarmino y en su afán por encontrar y mostrar la verdad. Es característica la lealtad científica, su piedad y respeto por las cosas de la Iglesia, el amor al Papado y, en especial, el suave trato hacia los adversarios.

Los que vivieron con el P. Belarmino en el Colegio Romano hablan de su extraordinario amor a las virtudes religiosas. En su aposento no hay cosas superfluas. En su reclinatorio sólo hay una estampa de papel. Tiene un enorme aprecio a los libros pero a medida que no los necesita los devuelve a la biblioteca. Otra de sus virtudes preferidas es la humildad. Son muchos los que atestiguan acerca de su ayuda en el comedor, lavando los platos de la comunidad.

9.2. Director Espiritual:

La influencia espiritual del P. Belarmino entre los alumnos es muy importante. Entre sus dirigidos espiritualmente están el beato Rodolfo Acquaviva, mártir de Salsette, en la India, y el misionero de China, el P. Mateo Ricci.

En presencia suya, los estudiantes ingleses, el 15 de abril de 1579, pronuncian el voto heroico de volver a la patria para trabajar por la fe católica y morir, si fuere necesario. Los primeros que extienden las manos sobre el Evangelio son los beatos Roberto Sherwin, Lucas Kirby y William Hart. También los santos Roberto Southwell y Enrique Walpole, de la Compañía de Jesús, y los beatos Edward Oldcorne, también jesuita, Cristóbal Buxton, Edward Jomes y John Ingram. Todos ellos darán la vida por la fe en Inglaterra. Roberto Belarmino jura con sus discípulos y pide ser destinado para enseñar la fe católica entre los ingleses.

9.3. Padre espiritual de San Luis Gonzaga:

Después de acompañar al cardenal Enrique Gaetani a París (ver 10.) y tras regresar a Roma reanuda sus clases y la labor espiritual de los estudiantes del Colegio Romano. Se siente muy a gusto. Entre tantos discípulos, algunos fueron nombrados más arriba, resplandece de una manera especial el joven jesuita Luis Gonzaga. Tres años lo acompaña, hasta la muerte de Luis (1591). Fue una hermosa amistad. Roberto enseña y guía, Luis edifica al maestro. El recuerdo y la devoción por Luis Gonzaga los conserva hasta el final de sus días. En el testamento pide ser sepultado a los pies de su joven dirigido. Tuvo el consuelo de promover con éxito la beatificación del santo.

9.4. Teólogo activo:

Las Controversias no agotan la actividad de Belarmino. Cuatro meses vive en Nápoles, ayudando al P. Alfonso Salmerón, uno de los primeros compañeros de San Ignacio, en la edición de los veinte tomos de sus obras.

Coopera con el papa Gregorio XIII en la reforma del Calendario, en la corrección del Martirologio y toma parte en la edición de la Vulgata y el Ritual romano. Es también miembro de la comisión para la reforma del Breviario.

Como teólogo interviene en la defensa de la Santa Sede en la controversia por los privilegios invocados por España respecto al gobierno religioso del reino de Sicilia. Igualmente en la discusión sobre el Sacro Romano Imperio con los príncipes alemanes.

En la Compañía de Jesús interviene directamente en la redacción de la Ratio Studiorum o normas por las cuales deben regirse los estudios en los Colegios jesuitas.

10. Asedio de París (1589):

El P. Belarmino acompaña en calidad de teólogo al Cardenal Enrique Gaetani para analizar en París la situación religiosa y evitar el cisma que amenaza a consecuencia del asesinato de Enrique III y la subida al trono de Enrique IV de Navarra, protestante entonces y protector de los hugonotes. Fueron seis meses de grandes tensiones. Incluso los católicos franceses estaban divididos. Roberto sufre no sólo debido al asedio de París por las tropas del rey de Navarra sino por la búsqueda de una solución para Francia.

En Francia le llegan noticias de que Sixto V, que había aceptado la dedicatoria de su "De Controversiis", había propuesto poner su primer volúmen en el Index de Libros Prohibidos. El Papa había descubierto que Belarmino asignaba a la Santa Sede solamente un poder indirecto y no directo sobre los asuntos temporales. Belarmino, cuya lealtad al Papa estaba fuera de duda, acogió con pena este amago de condena que no se produjo por la muerte de Sixto V. El nuevo papa, Gregorio XIV, concedió a su trabajo la distinción de una especial aprobación.

11. Rector del Colegio Romano (1592):

El 18 de diciembre de 1592 es nombrado Rector del Colegio Romano, el más importante de la Compañía de Jesús. Para él es una sorpresa, a pesar de haber vivido en él durante dieciséis años. Acepta esa obediencia con su habitual docilidad y desde el principio establece las características de su gobierno: ser el padre y el servidor de todos.

El Colegio Romano progresa enormemente. Belarmino se preocupa de una manera especial de los estudios, de la biblioteca, las cátedras y la vida espiritual. La alegría comunitaria, la convivencia entre las diversas nacionalidades, los sentimientos de fidelidad a la Iglesia y a la Compañía progresan llamativamente. El mérito de Belarmino se aprecia si consideramos que el Colegio Romano tiene 20 profesores, 200 estudiantes jesuitas y 2.000 alumnos de otras órdenes religiosas. El prestigio del rector aumenta. En Roma comienza a correr el rumor de que el Papa piensa hacerlo cardenal.

12. Provincial de Nápoles (1594):

El P. General, Claudio Acquaviva, decide alejarlo de Roma y de la púrpura. Lo nombra Provincial de Nápoles a principios de noviembre de 1594. Nueve cardenales se quejan al Papa. Clemente VIII se molesta y lo hace comunicar al P. General. El asunto se demora hasta que el P. Acquaviva habla con el Papa, quien deja todo en las manos del General.

El 1 de diciembre ya está Belarmino en Nápoles. Gobierna con prudencia, espíritu y caridad, como dijo de él el P. General. Pone especial cuidado por los estudios de literatura y teología. Hace dos veces la visita general a todas las Casas de la Provincia. Construye la Iglesia de Jesús Nuevo en Nápoles y funda un nuevo Colegio en Aquila.

Son muy conmovedoras las visitas al Colegio de Lecce, donde vive desde hace 42 años san Bernardino Realino. Ambos jesuitas saben comprenderse muy bien.

13. Teólogo del Papa (1597):

En enero de 1597, el P. Belarmino es llamado de improviso a Roma. El papa Clemente VIII busca al sucesor del P. Francisco de Toledo, su teólogo y consejero, recientemente fallecido. El oratoriano César Baronio presenta el nombre de su amigo Belarmino. El General P. Claudio Acquaviva no puede hacer otra cosa sino aceptar la petición del Papa. Se le nombra teólogo pontificio y consultor del Santo Oficio. Belarmino insiste en no querer vivir en los Palacios Apostólicos y se traslada a la casa de los Penitenciarios confiada entonces a la Compañía de Jesús y situada junto a la plaza de San Pedro.

13.1. Catecismos (1598):

En este tiempo escribe por encargo del Papa una de sus obras de mayor difusión: el Catecismo, el grande y el pequeño. En julio de 1598 sale de la imprenta, acompañado de un Breve de Clemente VIII. El Papa lo recomienda para todas las diócesis, imponiéndolo formalmente en los Estados Pontificios. La rapidez con que es adoptado por los Obispos de diversos países hace pensar a muchos que muy pronto llegaría a ser el Catecismo universal de la Iglesia Católica. Tal vez ningún libro, excepto los Evangelios y la Imitación de Cristo, tiene tantas traducciones. Se cuentan 56, en lenguas distintas.

13.2. En Ferrara con Clemente VIII:

En 1598 acompaña a Clemente VIII a Ferrara a tomar posesión del ducado que debe volver a la Santa Sede después de la muerte del duque Alfonso II pues no ha dejado herederos legítimos. Por encargo del Superior de la Compañía, Belarmino trata con el Papa asuntos relacionados con la Controversia de Auxiliis suscitada por el libro del P. Luis de Molina sobre la Gracia. También sobre los detalles de la crucifixión de los mártires japoneses, recientemente ocurrida, y los motivos religiosos y no civiles de esas muertes.

Logra la benevolencia papal respecto a la situación de la Compañía de Jesús en Francia y detiene la formación de una Compañía de jesuitas descalzos en España. En todos estos asuntos cuenta con la ayuda de su amigo el cardenal César Baronio.

A su regreso a Roma el Superior de la Compañía pide y obtiene permiso del Papa para nombrar a Roberto, rector de la casa de los Penitenciarios.

13.3. Juicio contra Giordano Bruno:

Por encargo de Clemente VIII califica teológicamente las opiniones y sentencias contenidas en las obras de Giordano Bruno. Con caridad y paciencia trata Belarmino este asunto. Visita a Giordano Bruno varias veces en la prisión y prolonga los plazos para que pueda reconsiderar sus opiniones contra la Eucaristía, la virginidad de María, los milagros de Cristo y la transmigración de las almas. La suavidad del P. Roberto espera una muestra de arrepentimiento.

14. Cardenal de la Iglesia (1599):

En el consistorio del 3 de marzo de 1599, el papa Clemente VIII lo proclama Cardenal de la Iglesia, con estas palabras: "Lo elegimos porque no hay otro en la Iglesia de Dios que lo iguale en sabiduría, y por ser sobrino de mi antecesor, el santísimo Papa Marcelo II".

El marqués Sannesio es el encargado de llevar la noticia a la casa de los Penitenciarios y ordenarle en nombre del Papa que no salga de casa por ninguna razón. Roberto Belarmino reúne a la comunidad y pide consejo sobre lo que debe hacer. Entonces, envía un mensajero al cardenal Aldobrandini, sobrino del Papa, y pide una audiencia a su Santidad para exponerle las razones por las que no debe aceptar esa dignidad. El cardenal contesta que no puede ir sin ser llamado y que sepa que el Papa no desea oír sus razones sino que debe aceptar por obediencia.

Cuando llega el día Roberto va al Palacio Apostólico acompañado por el marqués Sannesio. El cardenal Aldobrandini baja desde las habitaciones del Papa. El P. Roberto le sale al encuentro y le ruega interceder para que le sea permitido seguir en su estado. El cardenal le quita la palabra. El Papa manda aceptar bajo pena de pecado mortal. Belarmino calla y rompe a llorar. El llanto conmueve a los presentes. Llorando también mientras se deja vestir con el traje rojo de los cardenales. Conducido a los pies del Papa para la imposición del capelo, trata de exponer sus excusas pero Clemente VIII lo interrumpe diciendo: "En virtud de santa obediencia y bajo pena de pecado mortal te obligo a recibir la dignidad cardenalicia y te prohibo replicar bajo pena de excomunión, ipso facto".

Su vida cambia sólo en lo exterior. A los pies del crucifijo renueva el propósito de ser santo que le condujo a la Compañía de Jesús. Las bases de su conducta futura, las establece en tres puntos:

Primero, no cambiar el modo de vivir respecto a la comida, a la oración, Misa diaria y normas de las Constituciones de la Compañía de Jesús.

Segundo, no acumulará dineros, ni enriquecerá a sus parientes, sino dará a la Iglesia y a los pobres cuanto le sobrare de sus gastos absolutamente necesarios.

Tercero, no pedirá al Papa mayores entradas que las que le fueren señaladas, ni aceptará regalos ni dones de los Príncipes. Años más tarde, al fin de sus días, pudo decir: "Mantuve todas estas promesas".

Se le señala el título de Santa María in Vía. Rechaza los ofrecimientos del embajador de España: Felipe III, le quiere otorgar una excelente pensión. Quiere ser deudor sólo del Papa quien le da lo necesario para instalar una casa digna de un cardenal. Reduce al mínimo el número de sirvientes, carrozas y caballos.

Es elegido miembro de las Congregaciones del Santo Oficio, de Ritos y del Indice. Además, forma parte de la comisión de ocho Cardenales que debe discutir la causa matrimonial de Enrique IV, rey de Francia.

15. La Controversia De Auxiliis:

Es designado, junto con el Cardenal Dominico d'Ascoli, asesor del Cardenal Madruzzi, Presidente de la Congregación de Auxiliis, para solucionar la controversia entre Tomistas (dominicos) y los Molinistas (jesuitas) concerniente a la naturaleza de la armonía entre la gracia eficaz y la libertad humana. Los ánimos de las dos Ordenes religiosas están caldeados. Belarmino aconseja que la controversia no se decida de una manera autoritaria sino dejada para posteriores discusiones en las escuelas, prohibiendo a los contendientes censurarse o condenarse mutuamente. Al principio, Clemente VIII se inclinó por este punto de vista pero ante la gravedad de la controversia comenzó a manifestar deseos de zanjar la controversia con una definición dogmática.

Belarmino le aconseja paciencia “porque su Santidad no es un teólogo y la cuestión es muy obscura”. Clemente VIII replica molesto que va a dar una solución dogmática. Belarmino le replica: "Vuestra Santidad no va a definirla". Días más tarde Belarmino dice lo mismo al cardenal del Monte y este le replica: “Si el Papa puede y quiere, ¿por qué dice Ud., cardenal Belarmino, que no va definirla?” “Pues aunque pueda y quiera definirla”, le dice Belarmino, “no lo hará porque va a morir”. Del Monte se queda atónito, sobre todo porque la profecía se cumplirá.

Clemente VIII nombra al cardenal Belarmino Arzobispo de Capua, vacante en ese momento. Algunos historiadores ven en este nombramiento el deseo del Papa de deshacerse del cardenal Belarmino.

16. Arzobispo de Capua (1602):

El Arzobispado de Capua tiene buenas rentas. Mientras algunos ven este nombramiento una caída en desgracia de Belarmino, otros lo explican como una promoción. El mismo Clemente VIII le confiere el 21 de abril la ordenación episcopal y le entrega el palio dos días después. El nuevo arzobispo deja sus habitaciones del Vaticano y se retira al Colegio Romano.

Ocho días después está en su diócesis. En Capua, el recibimiento del nuevo arzobispo es espléndido. Lo precede su fama de santidad y sabiduría. Sus primeros trabajos van dirigidos al clero y a la vida religiosa. Las normas del Concilio de Trento son aplicadas. El seminario diocesano aumenta sus vocaciones. Los pobres son otra de sus principales preocupaciones.

En tres años hace tres visitas pastorales a la diócesis visitando todas las parroquias, iglesias y casas religiosas. La instrucción catequética de los fieles es implementada en ciudades y pueblos. Predica y anima a sus sacerdotes en este ministerio. Tres veces reúne al sínodo diocesano y una vez al concilio provincial, el cual no se había tenido desde hacía dieciocho años. Repara iglesias, reforma conventos de religiosas, distribuye limosnas.

Roberto se siente dichoso en su labor pastoral. "Fui amado por el pueblo y yo lo amé a mi pueblo". "Capua es ahora mi patria. Su catedral es mi casa. Mi familia es este pueblo. Mi preocupación son los intereses de estas almas".

Vive en armonía con las autoridades civiles del Reino de Nápoles, cosa no muy frecuente en esos tiempos.

17. Cardenal en dos cónclaves (1605):

El 3 de marzo de 1605 muere el Papa Clemente VIII. El cardenal Belarmino debe participar en el cónclave. La despedida de sus fieles es conmovedora, porque intuyen que no regresará. El 14 de marzo entra en el cónclave. Son 69 cardenales. España y Francia, según las costumbres de la época informan de su oposición contra los cardenales César Baronio y Roberto Belarmino. Sin embargo, en el primer escrutinio, Baronio obtiene ocho sufragios y Belarmino, once. El 1 de abril, es elegido el cardenal Alejandro de Médicis quien toma el nombre de León XI. Pero el nuevo Papa, del agrado del cardenal Belarmino, muere el 27 de abril de una pulmonía contraída el mismo día de su toma de posesión en San Juan de Letrán.

El nuevo cónclave comienza el 8 de mayo. Esta vez la candidatura de Belarmino es apoyada fuertemente por su amigo el cardenal César Baronio. En el primer escrutinio tiene catorce sufragios. Las discusiones se vuelven interminables y, a veces, muy airadas. El cardenal Aldobrandini propone al Cardenal Tosco pero la candidatura es muy combatida. Una de las razones dadas para no elegir a Belarmino es la controversia De Auxiliis. El papa Belarmino, sería juez y parte. Tras mucho deliberar y conforme a los deseos de Baronio y Belarmino, se elige el 16 de mayo al cardenal Camilo Borghese. Toma el nombre de Pablo V.

18. Pontificado de Pablo V:

Paulo V no permite que Belarmino regrese a su diócesis de Capua. Quiere mantenerlo a su lado. Belarmino responde: "Padre Santo, yo estoy obligado a obedecer a sus indicaciones; sin embargo, le suplico considere que mi residencia en la Iglesia de Capua es más necesaria. En Roma hay muchos cardenales pero en Capua no hay más que un arzobispo. Si su Santidad se resuelve a que yo quede en Roma, será necesario nombrar un sucesor en Capua".

18.1. Cardenal de Curia:

El Papa nombra un nuevo arzobispo para Capua y deja a Belarmino en Roma. Desde los comienzos de este pontificado, el cardenal Belarmino goza de toda la confianza del Papa. En la Curia es nombrado miembro de las Congregaciones del Santo Oficio, del Indice, del Examen de Obispos, de Ritos, de Indulgencias y de la Propagación de la Fe en Alemania y Hungría.

18.2. Fin de la controversia De Auxiliis:

De los trabajos con los que se le asocia, los siguientes son las más importantes: La investigación de Auxiliis a la que, después de todo, Clemente no había encontrado forma de decidir, fue finiquitada con una resolución en línea con la sugerencia original de Belarmino.

18.3. Causas de san Ignacio. Carlos Borromeo, Francisco Javier, Felipe Neri:

En la Congregación de Ritos trabaja en la causa de san Ignacio, san Carlos Borromeo, san Francisco Javier y san Felipe Neri. Además es nombrado cardenal protector de la Orden de los Celestinos, del Colegio Germánico y del Monasterio de Santa Marta.

18.4. Conflicto entre la Santa Sede y la República de Venecia (1606):

Por deseo del Papa, Belarmino interviene en la difícil cuestión de relaciones con la República de Venecia, contra la cual se ha dictado la pena de excomunión y entredicho. Ésta, sin consultar al Papa, había anulado la ley de exención clerical de la jurisdicción civil y el derecho de la Iglesia a tener propiedad real.

La disputa condujo a una guerra de panfletos en la cual la defensa de la República de Venecia fue sostenida por Juan Marsiflio y un monje apóstata llamado Paolo Sarpi, y la de la Santa Sede por Belarmino y Baronio.

18.5. El Juramento Inglés de Alianza:

Contemporáneo con el episodio veneciano fue el Juramento Inglés de Alianza. En 1606 se obligó a los católicos ingleses a prestar un juramento de lealtad de tal modo redactado que en caso de negarse un Católico podía aparecer como que se negaba a responsabilizarse de sus obligaciones civiles, mientras que si se prestaba al juramento de lealtad condenaba como "impía y herética" la doctrina de la deposición del poder, es decir, del poder que la Santa Sede había reclamado y ejercitado por siglos.

Habiendo prohibido la Santa sede prestar ese juramento a los católicos, el rey Jacobo defendió su postura en un libro titulado "Tripoli nodo triplex cuneus". Belarmino replicó al mismo con su "Responsio Matthfi Torti". Siguieron otros tratados de ambos lados, y el resultado de uno, rechazando el poder por deposición, escrito por Willam Barclay, un jurista Inglés residente en Francia, fue que la réplica de Belarmino al mismo fue marcada por el Parlemento Realista de París. Así ocurrió que, por seguir la vía media del poder indirecto, Belarmino fue condenado en 1590 como muy Realista y en 1605 como muy Papista.

18.6. Iglesias cristianas orientales:

También interviene en las actividades que permiten la reincorporación a la Iglesia Católica de grandes grupos de cristianos orientales: los rutenos de Polonia, los roscianos o serbocroatas ortodoxos, los malabares de la India y la profesión de fe católica de Neófito II, Patriarca griego de Constantinopla.

Belarmino conoce la lengua griega y su amor por la liturgia oriental lo hace muy apto para estas funciones. Siente profundo amor por la Iglesia maronita. Recibe la profesión de fe católica de Jeremías de Boris, sacerdote de Chipre y ayuda a la unión del metropolita griego de Naxos. Logra la conversión al catolicismo de Demetrio, duque de Moscú. El 19 de noviembre de 1611, Belarmino agrega a la Iglesia de Roma al Obispo Simeón Vretanja, de quien tiene origen la actual jerarquía católica de rito oriental en Croacia y Serbia, dándole la ordenación episcopal sub conditione.

Las relaciones del cardenal Belarmino con Polonia son admirables. Mantiene amistad muy sinceras con los reyes Batory, Segismundo III y el heredero Ladislao.

18.7. La condenación de Galileo (1616):

Belarmino no vivió para tratar la última y más seria etapa del caso Galileo, pero en 1616 tomó parte de su fase temprana. Siempre mostró interés en los descubrimientos de Galileo y ambos tenía una correspondencia amistosa. Ya en 1611 había tenido con Galileo una larga conversación y Belarmino quedó impresionado por la ciencia del sabio y la explicación del sistema copernicano sobre el movimiento de los astros. Belarmino, buscando una confirmación, pide el parecer de los Padres Cristóbal Clavio y otros sabios del Colegio Romano y queda satisfecho con la nueva explicación de la ciencia.

Los problemas para Galileo comienzan en 1616 cuando quiere confirmar el movimiento de la tierra alrededor del sol con pruebas sacadas de la Escritura, pretendiendo dar nuevas explicaciones a los textos de la Biblia. Galileo se coloca en el terreno religioso y se le llama la atención desde Roma. Consultado Belarmino, éste advierte: "Digo que cuando se demuestre verdaderamente que el sol está en el centro del mundo y la tierra en el tercer cielo, y que el sol no marcha alrededor de la tierra, sino la tierra alrededor del sol, entonces será preciso andar con mucho tiento para explicar las Escrituras, que parecen contrarias, y más bien decir que no las entendemos, que decir que es falso lo que se demuestra".

Belarmino adoptó — como atestigua su carta a Foscarini, amigo de Galileo— la actitud correcta hacia las teorías científicas en aparente contradicción con las Escrituras. Si una teoría científica está insuficientemente probada, como era el caso de la teoría heliocéntrica de Galileo, debe ser adelantada como hipótesis; pero si, como en el caso de la teoría hoy, está demostrada debe tomarse el cuidado de interpretar las Escrituras de acuerdo con ella.

No puede ser más sabio ni menos prudente. Con todo, Galileo es condenado por el Santo Oficio a no defender su ciencia basándola en las Escrituras. El Papa ordena al cardenal Belarmino, dada su benevolencia, a que sea él el encargado de comunicar a Galileo la sentencia. Galileo se somete y no recibe penitencia alguna. El proceso continuará más tarde, pero Belarmino ya habrá muerto.

19. Cardenal jesuita:

El cardenal Belarmino nunca olvida a la Compañía de Jesús. Sus cartas están llenas de sentimientos nostálgicos por los años vividos como simple religioso. Su director espiritual es, desde sus años en Nápoles, el P. Juan Bautista Carminata. A este Padre le abre siempre su alma, le pide consejo y suplica le transmita sus correcciones. El Padre Carminata le es fiel y sincero, en medio de sus ocupaciones de Rector, Provincial de Sicilia y otros cargos. Es una hermosa amistad la de estos dos hombres santos, que dura hasta la muerte del P. Carminata en 1619.

Desde su regreso a Roma, en 1605, Belarmino toma la costumbre de vivir un mes entero en la casa del noviciado de San Andrés, en el Quirinal. Escoge, casi siempre, el mes de septiembre, por estar más libre de sus ocupaciones de Curia.

Allí vivieron san Estanislao de Kostka y san Luis Gonzaga y con sus recuerdos le parece volver a la vida religiosa. Deja de lado sus vestiduras de cardenal y participa en todos los actos y en la vida de la comunidad. En la casa del Noviciado hace siempre los ocho días de Ejercicios espirituales prescritos a todo jesuita.

En San Andrés, en 1616, hace su célebre voto de defender la doctrina sobre la Inmaculada Concepción de la Virgen María, a pesar de no ser todavía un dogma de fe.

19.1. Encargo a san Bernardino Realino:

En junio de 1616 encarga al P. Antonio Beatillo, que parte desde Roma a Lecce: "Cuando Ud. llegue a Lecce diga al santo anciano P. Bernardino Realino, que ya es muy viejo y no puede hacer nada en esta vida, que vaya pronto al paraíso y me prepare a mí un sitio para que cuando yo llegue lo encuentre todo preparado". Un recado de un santo para otro santo. La suave respuesta de san Bernardino Realino fue: "Padre mío, dentro de pocos días yo me iré de esta vida y haré lo que manda el señor Cardenal, y cuando esté en el cielo por la gracia del Señor, le esperaré y le tendré preparado el sitio. Escríbalo Ud. así al señor Cardenal". Quince días después muere en Lecce el P. Bernardino Realino.

20. 1621: Muerte de Pablo V

A principios de 1621 muere el papa Paulo V. Es el decimocuarto Papa que baja al sepulcro en la larga vida de Belarmino. De nuevo entra al cónclave. Tiene más de 78 años y le parece no haber peligros en la elección. Con todo, hay trece sufragios en su favor que interpreta como una benevolencia para con su persona.

El elegido es el cardenal Ludovisi, quien toma el nombre de Gregorio XV. De inmediato Roberto pide al nuevo Pontífice la gracia de retirarse de sus funciones y el permiso para vivir cerca del Noviciado de San Andrés. El Papa, primero rehusa, pero algunos meses más tarde accede, movido por las instancias que le hace el P. General Mucio Vitelleschi.

20.1. Muerte de san Juan Berchmans:

El 13 de agosto de 1621 muere, en el Colegio Romano, el joven jesuita Juan Berchmans. Cuando le cuentan la noticia y el enorme impacto de todos, Belarmino pide más detalles. Le dicen que Juan Berchmans, en su lecho de muerte ha atestiguado no haber cometido jamás un pecado venial deliberado. Belarmino no se conmueve y después de un momento de reflexión dice: "No me parece gran cosa. ¿Quién haría jamás un pecado venial voluntariamente? Por lo que a mí toca, no recuerdo haberlo hecho. La palabra voluntariamente quiere decir a propósito. Yo no recuerdo haberlo hecho".

20.2. Muerte de Roberto Belarmino:

El 25 de agosto se traslada a vivir al Noviciado de San Andrés. "A morir", como él dice. El 28 de agosto asiste a las sesiones de la Sagrada Congregación del Indice. Pero regresa a casa con fiebre: tercianas dobles.

Gregorio XV viene a San Andrés, el 1 de septiembre, para visitarlo en el lecho de enfermo y darle su bendición. En los días siguientes el gentío es inmenso, cardenales y sacerdotes, señores y pueblo. Cuando el P. General le comunica que no hay esperanzas, dice: "¡Oh, qué buena noticia, qué buena noticia!". El mismo pide el Viático y el Sacramento de los enfermos.

El 10 de septiembre, ante diez testigos, hace una solemne declaración de fe, pues sabe que muchos adversarios hacen correr rumores infundados: "Cuanto he escrito en defensa de la fe católica lo ratifico en esta hora y en esa fe quiero morir. Además, en lo referente a la materia De auxiliis divinae gratiae, ratifico y tengo por verdadero cuanto he escrito en las Controversias. No he cambiado jamás de opinión. Ruego a los presentes quieran firmar esta declaración en testimonio de la verdad".

Otro día recibe a los novicios y al P. Maestro y se entretiene con mucho agrado con ellos. Muere en la mañana de 17 de septiembre de 1621.

20.2.1. Testamento:

Su testamento dice: "Quiero que mi cuerpo, sin embalsamarlo, sea llevado de noche y sin pompa a una Iglesia de la Compañía de Jesús, a la del Colegio Romano o de la Casa profesa. Mis funerales los hagan solamente los Padres y Hermanos de la Compañía de Jesús, sin asistir el Sacro Colegio, sin túmulo, escudo o colgaduras. Con la misma sencillez con que se suelen hacer los de la Compañía. Y en este particular, con toda verdad, suplico humildemente a la Santidad de nuestro Señor el Papa, quiera cumplirme este deseo. En cuanto al lugar de mi sepultura, mucho me gustaría tenerlo a los pies de mi hijo espiritual, el Bienaventurado Luis Gonzaga. Sin embargo, los Superiores de la Compañía podrán depositar mi cuerpo donde les parezca. Estoy seguro de que la piadosa caridad de mi madre la Compañía de Jesús, no dejará de rogar por mi alma como lo hace con los demás hijos suyos".

21. Beatificación, Canonización, Doctor de la Iglesia:

El 12 de diciembre de 1628, Urbano VIII firma el decreto de introducción de la causa. Los procesos apostólicos se llevan a cabo rápidamente en Roma, Capua, Parma y Montepulciano. En 1629 todos están terminados y depositados en la Sagrada Congregación. Sin embargo la causa tiene un sin número de dificultades. Difícilmente se puede encontrar un ejemplo semejante en la historia de estos procedimientos canónicos.

La primera suspensión es motivada por los decretos de Urbano VIII que prohiben discutir la heroicidad de virtudes hasta que no pasen por lo menos cincuenta años después de la muerte del siervo de Dios. En 1675 se reasume la causa y es aprobada por unanimidad. La muerte del Papa trae un nuevo retraso. El nuevo Papa la difiere por haberse omitido algunas formalidades de procedimiento. En 1753 el papa Benedicto XIV la reasume y aprueba. Las persecuciones a la Compañía de Jesús, que terminarán con su supresión en 1773, dejan también esta causa en suspenso.

En 1923 el papa Pío XI lo beatifica cuando han pasado ya más de trescientos años de su muerte. El mismo pontífice lo canoniza el 29 de junio de 1930, y al año siguiente lo declara Doctor de la Iglesia. Es el santo patrón de los catequistas. Su fiesta se celebra el 17 de septiembre.

Tumba de San Roberto Belarmino de la Iglesia de San Ignacio de Loyola, Roma


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