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MANUEL SIRVENT MERCADE (1875-1919)Sacerdote

MANUEL SIRVENT MERCADE (1875-1919)

Sacerdote



Nacimiento: BARCELONA, 7-5-1875

Inicio noviciado: SANT ANDREU, 4-9-1892

Primera profesión: CAMBRILS, 15-8-1894

Profesión perpetua: VILAFRANCA. 16-9-1897

Ordenación sacerdotal: RIPOLL, 23-9-1899

Defunción: SANT ANDREU, 17-2-1919




Manuel Sirvent nació en el seno de la familia de los consortes Manuel y Antonia, en Barcelona, el 7 de mayo de 1875, a la sombra de la basílica de Nuestra Señora de la Merced. Fue bautizado en la parroquia de San Cugat y confirmado en la capilla del palacio episcopal en 1880.


Alumno de las Escuelas Cristianas y de las Escuelas de Barcelona de la Congregación primero, y de los Jesuítas después, inició los estudios de bachillerato que completó en el colegio Jesús, María y José, de Sant Andreu de Palomar, a partir del 4 de septiembre de 1887. Fue recibido por el P. Luis Tallada, en nombre del Padre Fundador. El P. Tallada recordaría después que «consagrado desde muy jovencito a la Sagrada Familia, tuvimos la satisfacción de recibir la ofrenda, en nombre y por

ausencia de nuestro inolvidable Padre Fundador, cuando acompañado por sus piadosísimos padres fue admitido en calidad de aspirante en esta misma casa». Vistió el hábito el 4 de septiembre de 1892 en Sant Andreu y profesó perpetuamente el 16 de septiembre de 1897 en Vilafranca. Había hecho su primera profesión en Cambrils, probablemente el 15 de agosto de 1894.


El Hno. Sirvent completó los estudios de la carrera sacerdotal alternando ya con la docencia en Sant Andreu mismo y luego en el colegio Sagrada Familia, de Fraga, y en el de Vilafranca del Penedés, según resulta de una carta del Padre Manyanet al P. Buenaventura Mullol de octubre de 1895, y en las Escuelas de Barcelona.


Recibió la tonsura y las órdenes menores en diciembre de 1895, en Barcelona; el subdiaconado el 18 de septiembre de 1897 en Vic y el diaconado el 25 de febrero de 1899 también en Vic. El 23 de septiembre del mismo año fue ordenado sacerdote por el obispo Morgades, en Ripoll, juntamente con los PP. Juan Cusco, Ramón Llach y Antonio Carrió.


Joven sacerdote todavía fue superior y director del colegio de Vilafranca del Penedés (antes de 1908) y de Sant Andreu de Palomar, en 1913. Gracias a su claro talento y activo celo resultó un excelente maestro, reconocido y estimado por numerosos discípulos e ilustres profesores.


Durante la restauración teatina, después de haber hecho los votos solemnes el 17 de abril de 1910, fue nombrado consultor y secretario provincial de la «Provincia de la Sagrada Familia» de España. Y el 12 de marzo de 1914, el visitador Juan del Papa le nombró director de la revista La Sagrada Familia y de la VMD, encargos que conservó hasta el final de sus días.


El informe del P. Miquel d’Esplugues al Card. Vives sobre la «Candidatura completa para la renovación de cargos provinciales», había afirmado del P. Manuel Sirvent: «Actual superior de Vilafranca; es un religioso discreto, ejemplar, ilustrado, activo y por tanto muy apto para ese cargo y para sustituir al P. Montoliu en los de Secretario y Director de la Revista que él, en el supuesto de su elección Provincial, dejará vacantes». Efectivamente, desde su función de secretario provincial, el P. Sirvent sirvió a los intereses de la Congregación extinguida con la máxima lealtad y entusiasmo. No rompió lanzas, pero tampoco retiró velas. No había de resultarle fácil ni cómoda la colaboración con el P. Bernardo Montoliu, superior provincial, cuando los puntos de vista eran tan dispares y los intereses tan diversos. Sin embargo, cumplió con su deber con prudencia y discreción y no desmereció la confianza de los sucesivos Visitadores enviados desde Roma.


Más aún, como ya se ha apuntado, tomó la dirección de la Revista, no en el momento de la formación del nuevo gobierno provincial, sino más tarde, en 1914, cuando había surgido el conflicto con el Semanario Católico de Reas por el aniversario de la fundación de los Hijos de la Sagrada Familia. La revista dijo sencillamente en la segunda quincena de abril de aquel año que «el ilustrísimo y reverendísimo Padre Visitador Apostólico de nuestra Orden ha confiado la dirección de la Revista La Sagrada Familia, y de la Visita mensual domiciliaria, al Rdo. P. Manuel Sirvent, quien ha tomado ya posesión de su cargo».


Hizo la presentación en el Pórtico de ese mismo número, justificando la aceptación de tamaña responsabilidad por la necesidad que el hogar cristiano tiene de buenas y sanas lecturas. «Nuestra prensa —dice— puede salvarlo, y he aquí porque laborar en ella, aun sintiéndonos insuficientes, lo consideramos un puesto de honor, desde el cual denodadamente lucharemos contra la impiedad».


En 1915, el P. Sirvent dijo al visitador que «consideraba absolutamente necesario el dejar el nombre de teatinos y volver a revivir como Hijos de la Sagrada Familia; de lo contrario se determinará a pedir la secularización». El mismo empezó a suprimir en las firmas de la revista las siglas propias de los teatinos (C. R.).


Con toda razón, el P. Ramón Oromí escribió que «una de las características del benemérito Padre fue su espíritu de piedad y un grande amor a la Congregación, jamás desmentido y evidenciado numerosísimas veces en circunstancias difíciles. Esa piedad y amor producían fidelidad extremas y daban pábulo a su natural actividad».


Este comentario del P. Oromí, que le sucedió en la dirección de la revista, se refiere a los últimos años de la restauración teatina en los que, juntamente con el P. Francisco Mascará en calidad de vicario provincial, tuvieron que sostener los ánimos de los religiosos en la esperanza del resurgimiento de la Congregación. El P. Magín Morera afirmaba que, según la tradición, el Padre Fundador le habría profetizado estos acontecimientos de la fusión, fijando incluso el período de 7 años de duración.


En el capítulo general de 1916, en el que presentó una extensa Memoria de aquel triste período, el P. Sirvent fue elegido consultor III y secretario general, «desempeñando ambos cargos a maravilla y captándose la admiración y simpatía de las muchas y distinguidas personalidades con quienes las circunstancias le pusieron en contacto».


Sin embargo, la prodigiosa actividad del P. Sirvent tuvo especial campo de acción en el desempeño del ministerio sacerdotal como confesor, consejero, predicador y hombre de acción social. Ni la salud quebrantada podía detenerlo en sus ansias de acudir asiduamente al confesionario, a la cabecera de los enfermos y ni aún de subir frecuentemente al púlpito con admiración de cuántos conocían el obstáculo físico que le era preciso vencer.


Mediante la revista y la VMD desarrolló también una amplia y fecunda labor a mayor gloria de Jesús, María y José y de las familias. «Ha dedicado su laboriosa existencia —afirmó el P. Luis Tallada— a propagar como buen hijo la gloria de sus Padres, y como dice uno de sus admiradores en sentida carta de pésame, “el trabajo era su vida, aunque combatida por cruel enfermedad. Baja a la tumba uno de los más semejantes al varón apostólico Padre José Manyanet; era de su mismo molde y fidelísimo a la Congregación hasta la muerte”».


El día 17 de febrero de 1919, a los pocos días de una fiesta homenaje tributada por los jóvenes congregantes de la Congregación postescolar de Sant Andreu de Palomar, de la que era celoso y admirado director, el P. Sirvent fallecía en el colegio Jesús, María y José a consecuencia de una bronconeumonía, a los 44 años de edad y 27 de vida religiosa.


El BOC y particularmente la revista le dedicaron amplias reseñas necrológicas recogiendo testimonios y pésames de varias personalidades y revistas locales. El BOC publicó además los «propósitos prácticos» que había hecho el P. Sirvent en los Ejercicios Espirituales de 1918 hechos en el colegio de Reus:


«...II. Pensar, medir y pesar las palabras tanto con los de casa como con los de fuera, evitando las conversaciones de cosas del mundo y de noticias que nada me importen. III. Poner mucho cuidado en hacer oración y ser puntual a los actos. IV. Abstenerme de hablar de mí mismo y de relatar y ponderar hechos cuyo éxito crea yo se deba a mi trabajo, ingenio, relación, etc. VIII. Tendré y demostraré mucho respeto al Rdmo. P. General y al Superior local. IX. Evitaré toda precipitación y ligereza en las obras y sobre todo en los juicios, no haciendo obra de mi pensamiento, dando como reales cosas que sólo existen en mi pensamiento y juicio...».


Sus restos mortales fueron inhumados en el cementerio de Sant Andreu de Palomar.






Fuentes: Album de Familia, Documenta 2

Expediente personal.

BOC 1 (1917, l.°) 16; 3 (1919, 2.°) 12, 14-15.

La Sagrada Familia, 1 (1899) 28, 34, 94, 304; 2 (1900) 10; 4 (1902) 392; del año 1903 hasta 1919 en casi todos los números.

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