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Esteban Verges Casas (1882-1903) escolar



Nacimiento: SANT FELIU DE LLOBREGAT (Barcelona), 15-1-1882

Inicio noviciado: BLANES, 1900

Primera profesión: BLANES, 1901

Defunción: BLANES. 14-8-1903


Esteban Vergés, hijo de José y de Asunción, nació en Sant Feliu de Llobregat (Barcelona) el día 15 de enero de 1882. Fue bautizado el día 22 del mismo mes y año en la parroquia de San Lorenzo, y se le impusieron los nombres de Esteban, José y Lorenzo.


Parece que su madre conoció al Padre Fundador hacia 1895 y le presentó a su hijo Esteban, que ingresó como alumno pensionista del colegio Jesús, María y José, de Sant Andreu de Palomar. Allí era monaguillo del Padre Manyanet y quedó prendado de cómo celebraba la misa y era respetuoso con todo lo de la liturgia. Enamorado de la vocación sacerdotal y religiosa, en octubre de 1898, juntamente con los compañeros Jaime Mir y Andrés Solé, pasó al colegio Nazareno, de Blanes, acompañando al P. Buenaventura Mullol, que tomaba la dirección de la casa de formación.


Es probable que vistiese el hábito en 1900, siendo encargado de la formación el P. Antonio Samá, e hiciese los primeros votos en 1901, como sus compañeros. En 1902 fue trasladado al colegio Jesús, María y José, de Sant Andreu, como encargado de la clase de párvulos. El P. Samá, que escribió en 1904 una breve biografía del hermano Vergés, comenta: «Notaron los superiores que poseía (Esteban Vergés) un corazón tiernísimo, apasionado por la juventud, y le confiaron la clase de párvulos de la casa-profesa de Sant Andreu de Palomar. El que suscribe estos mal pergueñados renglones, le intimó la voluntad de la obediencia y (cual si ahora lo viera), «¡Qué hacen, Padre, —me dijo con el color demudado—, ¿dónde voy con tan exiguo caudal de virtudes y conocimientos? Tenga V. C. la bondad de enterar de ello al padre superior!» Mas yo vislumbré en el fondo de esta protesta sencilla, la margarita de la humildad y le impuse sumisión a la obediencia, que acató sin balbucear.»


Abandonó, naturalmente, el noviciado, pero sólo con el cuerpo, no con el espíritu que desde su lejana residencia menudeaba las visitas a su primitivo albergue.


Recién llegado a Sant Andreu, se encontró con la triste nueva del fallecimiento de un alumno del colegio, Pedro Duran Boguñá, de 15 años, de la clase de comercio. «El día 18 de agosto —narra La Sagrada Familia— fueron a acompañar el cadáver desde la casa mortuoria (sita en el mismo Sant Andreu) a la iglesia parroquial y de allí al cementerio, varios padres profesores del colegio y una comisión de condiscípulos suyos, además de algunos socios de la Juventud Católica y varios amigos de la familia del finado».


En Sant Andreu también pudo apreciar el esplendor con que se celebraba la fiesta de la Sagrada Familia y los diversos actos que se organizaban. La presencia del P. Buenaventura Mullol, superior general, la capacidad del P. Luis Tallada, director del centro, y la elocuencia del P. Juan Franquesa, que disertó sobre la santidad, el poder y la devoción a la Sagrada Familia, le confirmaron la afirmación que había hecho en 1903 La Sagrada Familia:


«Los Hijos de la Sagrada Familia no podían quedar rezagados en este renacimiento religioso, antes bien corno hijos predilectos de la Familia santa, procuran su honra esplendor allí donde arriba su influencia, pues a ellos corresponde el puesto de honor y de peligro en esta campaña devota de regeneración social».


La fiesta de la primera comunión de 16 alumnos y la renovación de las promesas del bautismo fueron oportunidad para intensificar su fervor eucarístico en la consagración religiosa de su vida. Pero fue extremadamente novedosa la función de gracias de aquel curso. «Los PP. de la Sagrada Familia de la casa profesa de Sant Andreu de Palomar —decía La Sagrada Familia— celebraron, en acción de gracias por la terminación del curso escolar, un oficio solemne en la cripta del grandioso templo que se construye en el ensanche de Barcelona a la Sagrada Familia. Los Padres de la citada casa han conseguido para su capilla pública el privilegio de la Porciúncula, a cuyo objeto inaugurarán en su día una hermosa estatua del padre San Francisco».


Pero el hermano Esteban no asistió a esta fiesta, pues pidió y obtuvo volver a la casa noviciado de Blanes para hacer los ejercicios espirituales preparatorios para la profesión perpetua que debía emitir con Otros compañeros el 15 de agosto de aquel año. El hermano Vergés estaba aquejado de tuberculosis, pero después de los primeros días de ejercicios, notó unos fuertes dolores que resultaron ser una peritonitis. «Padre, le decía el P. Samá. ¡A ganar el cielo! Sí, respondía él, estoy conforme con el querer divino, tanto, que si en mí estuviera sanar repentinamente y no fuera esta la voluntad de Dios, no aplicaría el remedio, a pesar de ser tan agudo el dolor que me corroe las entrañas».


«Anunciada por el facultativo la inminencia de un desenlace, se le comunicó la gravedad en que estaba, recibiendo el anuncio con la resignación de un santo. Oyólo de nuevo en confesión el padre general. y cuando los ejercitantes tocaban el fin de la vía unitiva con la meditación del amor a Jesús, él se le unió realmente comulgando por viático y pronunciando la fórmula de los votos clarísimamente y con un fervor que arrancó lágrimas a la comunidad que circuía su lecho de muerte con velas encendidas. Recibió el sacramento de la unción después de pedir perdón a toda la comunidad y se entregó a dulces coloquios con Jesús... Antes de viaticarle pidió con instancias al hermano enfermero se dignase vestirle el hábito del Instituto para la emisión de los votos, mas no fue posible dada su extremada postración».


Falleció el día 14 de agosto de 1903. a consecuencia de peritonitis y de tuberculosis. Contaba 21 años de edad y apenas 2 de profesión religiosa. Sus restos mortales fueron inhumados en el cementerio de Blanes.

Sus compañeros, los PP. Pedro Sadurní y Miguel Tallada y los HH. Tomás Fernández y Andrés Sol, no pudieron hacer su profesión perpetua el día 15, festividad de la Asunción de la Virgen María, por razón del entierro, y la hicieron al día siguiente.


«Fue tan apacible el tránsito de este dichoso hermano nuestro —comenta el P. Samá—, después de habérsele aplicado la indulgencia in articulo monis, que todos quedarnos alegres, abrigando la convicción de que goza de la gloria del cielo. Expresión de este convencimiento son las sencillas palabras del hermano enfermero: «Nadie lo sabe mejor que yo, pues he tenido ocasión de observarle en el curso de la enfermedad: el P. Vergés está en el cielo y yo no rezaré por él más que las preces de rúbrica, pero en mis oraciones privadas me encomendaré a las suyas.» Ya al día siguiente, fiesta de la Asunción, al declararnos nuestro Rdo. Superior, P. Narciso Sitjá que hiciéramos media fiesta en señal de duelo, contestó el hermano predicho, con la ingenuidad que les caracteriza: «¿Cómo que media fiesta?, fiesta y media. Fiesta entera por ser el día de la Asunción, y la otra media porque tenemos en el cielo un representante de esta comunidad, el P. Vergés».

Este concepto era general en el Instituto, pues el BOC, el día 14 de agosto de 1928, recordó, inusitadamente, «el XXV aniversario del fallecimiento del escolar hermano Esteban Vergés, muerto en olor de santidad en Blanes. Celébrase su memoria en el colegio Jesús, María y José». En esta ocasión se publicó en separata el escrito del P. Samá, Un Hijo de la Sagrada Familia. y se sabe que el P. Jaime Mir, superior general, estaba interesado en introducir el proceso de su beatificación.


La Sagrada Familia dijo bajo el epígrafe Otra pérdida: «El día 14, vigilia de la Asunción de Nuestra Señora, entregó su alma al Criador en Blanes el hermano estudiante de nuestra Congregación Esteban Vergés, S.F., mientras hacía los santos ejercicios para la profesión de votos perpetuos. Tuvo una muerte edificante y a juzgar por la santidad de su vida, ahora debe gozar junto a nuestros Padres Jesús, María y José, las eternas recompensas.


A sus afligidos padres y hermanos, don José y doña Joaquina Vergés, cooperadores de la Sagrada Familia, enviamos el testimonio de nuestro duelo por la pérdida del que fue nuestro hermano en religión. R.I.P.».




Fuentes: Expediente personal.

ANTONIO SAMA, Un de la Sagrada Familia. Barcelona 1903. BOC 12 (1928, 4.) 11.

La Sagrada Familia 4 (1902) 274: 5 (1903) 58. 175. 2-10. 245. 272. 280.

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