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MANUEL RIERA ROCA (1861-1892)

Nacimiento: SANTA COLOMA DE FARNES (Girona), 1861

Inicio noviciado: SANT ANDREU, 1885

Primera profesión: FRAGA, 1886

Defunción: FRAGA, 10-1-1892



Manuel Riera, hijo de Francisco y de Engracia, nació en Santa Coloma de Farners (Girona) en 1861, sin poderse precisar el día exacto ni más detalles de su infancia. Sintió la llamada de Dios al Instituto desde que éste, en 1882, se hizo cargo del colegio Nuestra Señora de Farners, de su villa natal.


En 1883 ingresó en la casa-colegio Jesús, María y José, de Sant Andreu de Palomar, en calidad de aspirante a la vida religiosa como coadjutor. A los pocos días de su ingreso, el Padre Manyanet hizo este comentario al P. Buenaventura Mullol, superior de la casa de Santa Coloma: «Muy bien se porta Manuel, gracias a la Sagrada Familia. Como éste pueden venir por de pronto, aunque sea un centenar. Cuando vea su familia, sírvase saludarles, y dígales que está muy bien y contento» (7/X/1883). En otra del mes de diciembre habla también del hermano Manuel agradeciendo una carta «de sus buenos padres» remitida por el P. Mullol y saludándoles (13/XII/1883. cf. 17/11/1885).


En mayo de 1885, el hermano Manuel hizo la petición para iniciar el noviciado. El P. Mullol, supliendo al Padre Fundador gravemente enfermo durante aquellos meses, con fecha 1 de junio pidió al obispo de Girona las letras testimoniales «para poder juzgar con más seguridad y acierto sobre la idoneidad del pretendiente y resolver sobre su definitiva admisión». El informe emitido por el párroco de Santa Coloma, don José Abella, a requerimiento del obispo, afirma lo siguiente: «Todo el tiempo de su permanencia en ésta observó una conducta moral y religiosa ejemplar digna de todo elogio, y libre de todo impedimento canónico, habiendo siempre mostrado deseos de una vida monástica. Por cuyas cualidades creo y estoy persuadido que es digno y merecedor de ser admitido en la Congregación de la Sagrada Familia como él pretende» (11/VI/l885).


El hermano Manuel —como le llamaba familiarmente el Padre Manyanet— estaba al cuidado de la despensa de Sant Andreu de Palomar y gozaba de toda la confianza del Padre Fundador, incluso para deshacer los pequeños entuertos con los proveedores. Como en el caso del Sr. Bruno Romeu que, en 1886, exigía cuentas de provisiones que no se habían retirado. «Fue el hermano Riera —comentaba el Padre Manyanet al P. Mullol—, pero nada pudo sacar de su atolondramiento y eso que él o nadie puede estar enterado» (18/11/1886).


En abril de 1886 fue destinado al colegio Sagrada Familia, de Fraga (Huesca). Así lo comunicaba el Padre Manyanet al P. Mullol no escondiéndole ahora ciertas reservas sobre su comportamiento: «El miércoles pasado salió para Fraga el hermano Riera, lo que puede decir V. R. a sus padres para que lo sepan: ya les escribiré. Me he visto obligado a tantear este traslado para ver si se corrige algo de sus cosas. Ha perdido un 80 % de lo que presentó a los primeros meses. Dios quiera que vuelva a los mejores días» (12/IV/1886).


El colegio Sagrada Familia, de Fraga, se había fundado el 25 de septiembre de 1883 por expresa voluntad del obispo Tomás Costa, de Lleida, y por el interés del Sr. Manuel Aladrén, ferviente católico y exalcalde de la ciudad. Al abandonar los PP. Escolapios la enseñanza de Fraga, la necesidad de asegurar la educación e instrucción católica en la población hizo que el Sr. Aladrén se pusiera en contacto con el Padre Manyanet y ambos se personaron ante el prelado, quedando acordes para la inmediata instalación. Como la enseñanza primaria estaba en manos de maestros interinos nombrados por el gobierno, los Padres se encargaron de la 2a enseñanza sufragada por fondos municipales. Formaron la primera comunidad el P. (José) Novell, superior, y los hermanos Narciso (Sitjá), (Miguel) Campanyá y (José) Alavedra.


Cuando el hermano Riera se incorporó a la comunidad, el día 7 de abril de 1886, era ya superior de la misma el P. Jaime Sarri, y aquí hizo, probablemente, su profesión religiosa. A partir de esta fecha, son ya muy escasas las referencias suyas en el epistolario del Padre Fundador. El 10 de noviembre de 1886, añadía en la posdata de una carta al P. Mullol: «Incluyo la licencia (militar) del hermano Riera para que la miren y, caso de ser necesario, hacerla firmar. La he encontrado por casualidad, pues no pensaba con ella, creído la tenía él como le dije se la llevase. Siempre viven a la babalá».


Durante la estancia del hermano Riera en Fraga, ocupado seguramente en los trabajos domésticos, vivió las estrecheces de aquella comunidad y la pequeña crisis que motivó el cambio del superior. «El P. Jaime (Sarri) —comentaba el Padre Fundador al P. Mullol en 14 noviembre 1887— abandonó (a) los de Fraga para siempre por haberle faltado a lo prometido varias veces, y se aferró en que no quería volver allá. Los trata de farsantes. Yo creí, como dije a V. R., que era una treta de las suyas, pero no, fue resolución firme. Tuve que esforzarme para reducirle, pues se creía que yo no apreciaba sus servicios». El P. Jaime Sarri no era religioso sino colaborador y siguió prestando buenos servicios después en Cambrils y en Aiguafreda, como confesor de las religiosas. En Fraga le sustituyó el P. Juan Gregori, pero las dificultades con el párroco, la junta municipal y la comunidad de religiosas de la Caridad de Santa Ana que educaba a las niñas iban en aumento.


En septiembre de 1888, precisamente por la penuria del colegio, el P. Buenaventura Mullol, delegado por el Padre Fundador, visitó el colegio de Fraga y al prelado de Lleida, en cuya ocasión el hermano Manuel tuvo el consuelo de revivir los primeros pasos de su incorporación al Instituto y las últimas novedades de su villa natal.


En enero de 1890, un cambio provocado por el hermano Alejandro Mateu, cocinero de Santa Coloma, hizo poner sobre la mesa del Padre Fundador, el destino de los principales cocineros de la Congregación: del hermano Narciso Trescals, del colegio de Vilafranca; del hermano Antonio Buira, del colegio de Sant Andreu, y del hermano Manuel Riera, de la comunidad de Fraga. Se proponía que éste pasara al de Vilafranca, pero «¿podría el hermano Riera salirse con todo lo de Vilafranca?», preguntaba el Padre Fundador al P. Mullol. El cambio no prosperó y el hermano Riera permaneció en Fraga.


El obispo de Lleida, en un intento por salvar la comunidad y el colegio, asignó al mismo unas clases de latinidad para proporcionarle más medios de vida, pero no llegaron a ser suficientes. Con hondo pesar del Padre Fundador, que abandonaba un obispado tan querido, la comunidad fue retirada en 1897, cinco años después de la muerte del hermano Riera. Pero en 1891, aun en vida del hermano, el obispo había escrito en las letras testimoniales enviadas a Roma que «la comunidad había desempeñado su importante ministerio en párvulos y también en otros mayores... con edificación del pueblo y provecho de la juventud».


Sin conocerse otros detalles de la vida del hermano y de su última enfermedad, el día 10 de enero de 1892, a las 4 de la tarde, en el domicilio del colegio, calle de la Cárcel, falleció el hermano Manuel Riera a consecuencia de nefritis crónica. Contaba 31 años de edad y 6 de profesión religiosa.


Sus restos mortales fueron inhumados en el cementerio católico de Fraga, siendo el único religioso del Instituto que descansa allí, aunque el sector en donde estaba ubicado el nicho ha sido destruido por exigencias urbanísticas.

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