JOSE ROMANYA MESTRES (1878-1901)
Coadjutor
Claustro interior del colegio San Pedro Apóstol, de Reus.
Nacimiento: BARCELONA, 1-11-1878
Inicio noviciado: SANT ANDREU, 1896
Primera profesión: SANT ANDREU, 1897
Defunción: REUS, 7-2-1901
José Romanyá, hijo de Pablo y de Joaquina, nació en la calle Espartería, 13, de Barcelona, el día 1 de noviembre de 1878. Se le impusieron además, los nombres de Luis y Santos.
No se poseen datos sobre la infancia y circunstancias del ingreso y primeros años de estancia en la Congregación. Probablemente hizo su integración en 1896 y 1897 en Sant Andreu. Hay una carta del 31 de julio de 1897 del Padre Fundador al P. Miguel Campanyá, superior del nuevo colegio de Huérfanos, de Sant Julia de Vilatorta, en la que le habla de un hermano José, que bien podría ser el Hno. José Romanyá, pues el hermano José Vilanova ya residía en aquella comunidad precisamente como consultor. Dice el Padre Fundador en la mencionada carta:
«Por unos días sube el Hno. Antonio (Buira) con el Hno. José (Romanyá (?), que debe quedarse caso que no haya contradicciones (ya me comprende) por parte de los señores... (Benessat). Ya les dirá el Hno. Antonio los defectillos (no malos en sí) que deben corregirle. Los que podrán mejor advertirle estas ligerezas, porque las verán más cerca y mejor, son el P. José (Vilanova) y Hno. Ramón (Juvany)».
Con fecha 30 de junio de 1896, el Padre Manyanet había firmado un contrato con el Sr. Francisco de P. Benessat, albacea de D. José Puig y Cuñer, para el régimen del colegio de Huérfanos Pobres, de Sant Julià de Vilatorta. En él se establecía que la Congregación debía destinar una comunidad religiosa conveniente para la buena marcha del establecimiento, pero que no podía pasar de doce individuos (art. 1,°). El Patronato se comprometía, a su vez, a amparar y proteger en el colegio a la comunidad religiosa y a entregar la cantidad de 55 ptas. mensuales por cada sacerdote o coadjutor por los gastos personales de vestido, calzado, etc., además de usar de las refecciones ordinarias preparadas para los alumnos internos y demás albergados. Esto explica el miramiento que en este y en otros casos, mostraba ya el Padre Fundador en todo lo que afectaba a la comunidad del colegio.
Es probable que el hermano José hubiera formado parte de la comisión del colegio que, en marzo de 1899. presidida por el P. Miguel Campanyà, fue al palacio episcopal para despedir al obispo José Morgades, recién nombrado obispo de Barcelona. «Era hermoso y conmovedor ver aquel consorcio de la caridad y de la gratitud representados en un prelado venerable y unos tiernos y desvalidos niños. Nosotros que tuvimos la dicha de presenciarlo, salimos con los ojos humedecidos».
Pocos meses más tarde, en noviembre del mismo año, repitieron la visita para saludar al nuevo prelado, Dr. José Torras y Bages, que tuvo palabras de afecto para con los huerfanitos.
El hermano José, en 1900, fue trasladado a la comunidad del colegio San Pedro Apóstol, de Reus, que presidía el P. Francisco Mascaró. Era la última obediencia formal que recibiría del Padre Fundador. El conocía sin duda las circunstancias que habían acompañado la apertura de aquel colegio tras los incidentes de Cambrils y las resistencias que se habían manifestado desde el mismo Instituto, pero constataba también la importancia que aquel centro cobraba poco a poco en la vida de la Congregación y fuera. El Padre Fundador había elegido y hecho personalmente la compra de las casas y había dirigido las obras de remodelación y posterior ampliación del centro que «ha sido siempre uno de los mejores de la provincia de Tarragona», como afirmaría más tarde el P. Domingo Motiló. La prensa local, en particular el Semanario Católico de Reus publicaba abundantes reseñas de la vida del colegio y se honraba con las colaboraciones literarias de los PP. Bernardo Montoliu, Ramón Bonet y Juan Franquesa.
Es probable que el hermano Romanyà se encargase de los alumnos pensionistas, como ya había hecho en el colegio de Sant Julià de Vilatorta. En el breve tiempo que estaría en aquella comunidad, pudo presenciar diversos actos que eran exponente de la influencia del centro, tras cinco cursos de funcionamiento, en la población. En primer lugar, la fiesta de la Sagrada Familia, celebrada el 21 de enero con oficio solemne presidido por el párroco de la iglesia de San Juan. Los alumnos cantaron la Misa pastoral del maestro Vilaseca con acompañamiento de armonium e instrumentos de cuerda y el P. Luis Tallada ensalzó las glorias de la Sagrada Familia. Terminado el oficio se recitó la fórmula de consagración de las familias cristianas a la Sagrada Familia de Nazaret. Por la tarde, en obsequio a las familias de los alumnos, se puso en escena el drama sacro-lírico «Los pastorcillos en Belén». Como fin de fiesta, se iluminó la espaciosa plaza del colegio y disparóse un nutrido y bien combinado ramillete de fuegos artificiales.
Al final del mes de mayo del mismo año, pudo presenciar la fiesta de la primera comunión de un grupo de alumnos del centro y la conclusión del mes mariano, celebrado con mucho esplendor.
Por último, pudo admirar la exposición escolar organizada en el grandioso salón de actos del colegio al finalizar el curso 1899-1900. La componían cinco secciones por este orden: Geografía, 14 grandiosos mapas; Caligrafía, 114 esmeradísimos trabajos formando álbums, orlas de fantasía, mesas revueltas, orlas artísticas, estudios y caprichos caligráficos de preciosa corrección, etc.; Geometría, multitud de problemas geométricos, estudios de geometría práctica, colecciones de cuerpos regulares y semicirculares de Arquímedes, en cartulina, etc.; Dibujo, 170 estudios representando multitud de figuras, paisajes y alegorías, etc.; Pintura, 22 trabajos y cuadros con pintura al óleo de mucho mérito, etc. «Para poder apreciar bien tantos trabajos como están allí repartidos, formando un bello desorden, se ofrece a las muchas personas que visitan aquel hermoso local, un catálogo correctamente impreso, con los nombres de los aventajados alumnos que exponen sus labores artísticas, frutos todos de su grande aplicación».
Era, sin duda, una experiencia muy rica para el hermano José que estaba en la mejor edad para hacer acopio de ella. Pero una terrible tuberculosis pulmonar iba minando su salud, de modo que a primeras horas del día 7 de febrero de 1901, a los 22 años de edad, fallecía piadosamente «después de una enfermedad sufrida con santa resignación y confortado con los auxilios de la Iglesia. Su tranquila y edificante muerte —como dice La Sagrada Familia— es el mejor presagio de que nuestros benditísimos Padres Jesús, María y José, de quienes en su vida fue especial devoto, habrán acogido ya su alma en las mansiones de la gloria». Era el primer religioso que fallecía en Reus.
«El jueves 7 del actual —comentaba el Semanario Católico de Reus— descansó en el Señor el Rdo. D. José Romanyá Mestres, religioso de la Sagrada Familia y residente en el colegio San Pedro Apóstol de esta ciudad, después de sobrellevar con cristiana resignación y ejemplar paciencia la penosa enfermedad que le llevó al sepulcro. Muy de veras nos asociamos al dolor que en la reseñada comunidad ha causado la pérdida del virtuoso Padre, cuya alma encomendamos encarecidamente a las poderosas oraciones de nuestros amigos».
Sus restos mortales fueron inhumados en el cementerio general de la población.
Fuentes: Album de Familia, Documenta 2
Expediente personal
La Sagrada Familia 1 (1889) 112; 2 (1900) 46,190,208,335; 3 (1901) 63.
Epistolario del Padre Fundador (1987)
Semanario Católico de Reus 6 (1901) 109.
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