FRANCISCO DE A. SALA SOLA (1884-1961)
Coadjutor
Nacimiento: MANRESA (Barcelona), 26-10-1884
Inicio noviciado: BLANES. 18-5-1900
Primera profesión BLANES, 4-1-1903
Profesión perpetua: TREMP, 20-5-1906
Defunción: SANT ANDREU. 18-1-1961
Francisco Sala, hijo de Salvador y Rosa, nació en Manresa (Barcelona) el día 26 de octubre de 1884 y recibió los primeros sacramentos en la iglesia del Carmen de aquella ciudad. El 11 de septiembre de 1899 fue admitido por el Padre Manyanet en el colegio Nazareno, de Blanes. Vistió el hábito como coadjutor el 18 de mayo de 1900 e hizo su primera profesión el 4 de enero de 1903. De la fiesta de la vestición, que presidió el Padre Fundador y coincidió con la coronación de una Inmaculada para la capilla del Noviciado, hizo una hermosa crónica para la revista el P. Luis Tallada.
Desde el año 1904 hasta el 1908 residió en el colegio San José, de Tremp, iniciando allí su labor docente y educativa y asimilando una parte importante de la tradición oral sobre el Padre Fundador y los orígenes de la Congregación. Allí hizo los votos perpetuos el 20 de mayo de 1906 y siguió dedicado a la clase de párvulos y elemental con aplauso y aprobación de los niños y de sus familias. Atendía además a la sacristía y otros oficios domésticos. Trasladado al colegio Jesús, María y José, de Sant Andreu, en 1910, en el primer año de la restauración teatina, fue destinado juntamente con el hermano Manuel Quingles, a la Iglesia de Sant'Andrea della Valle, de Roma, para ocuparse de la sacristía y cuidar al anciano Prepósito General, P. Francisco Ragonesi. Presidía la expedición el P. Domingo Motlló, procurador general, con el P. Cristóbal Viñuela. Salieron de Barcelona el 17 de febrero, siendo despedidos en la estación de Blanes por las dos comunidades de la población. Llegados a Roma y acomodados en la residencia de los Padres Teatinos de Sant'Andrea della Valle, visitaron al Cardenal Vives y lo más importante de Roma. El día 15 de marzo fueron recibidos en audiencia especial por el Papa Pío X, que les saludó en su despacho particular. En noviembre del mismo año. con motivo de la llegada de los PP. Jaime Mir y Ramón Altimiras con el hermano Juan Martorell fueron recibidos nuevamente en audiencia pontificia.
«El 6 de enero de 1911 —como refiere el P. Motlló— se dio principio al solemne octavario de la Epifanía que desde el año 1835 tiene lugar en esta Iglesia. Durante aquellos días desfilaron por ella 8 Cardenales, muchos obispos, los colegios internacionales y todos los ritos orientales. Tanto los sermones, que eran cuatro diarios, como las funciones variadas, atrajeron un gentío inmenso que no se cansaba de presenciar tales cultos a la Sagrada Familia». Terminada la restauración, regresó al colegio de Sant Andreu para dedicarse nuevamente a la docencia. En 1928 fue trasladado al colegio Santa María, de Blanes, y en 1932 al San Ramón de Vilafranca.
Durante la guerra civil estuvo en Sant Julia de Vilatorta y cuando el P. Miguel Barrachina tuvo que incorporarse a las filas republicanas en 1938, el Hno. Sala quedó como director del colegio de Huérfanos Pobres. En este concepto de «antiguo director», el P. Saturnino Mas le invitó, en 1947, a participar en las Bodas de oro de la fundación del colegio. Al finalizar la contienda, fue destinado a Reus (1941), Molins de Rei (1946) y Sant Andreu de nuevo hasta el final de sus días.
«Amable en el trato y afable en su manera de obrar, se granjeó el aprecio de las familias que le confiaron la educación de sus hijos en los varios centros, en la seguridad de que no defraudaría la confianza que le depositaban».
Fue un entusiasta propagador de la revista La Sagrada Familia y Hoja Nazarena, medios de difusión de la devoción a la Sagrada Familia y VMD respectivamente. En 1905, desde Tremp, recordó que estando en Blanes había recomendado a la Sagrada Familia un matrimonio que vivía separado y que gracias a la novena que había hecho, había alcanzado la gracia de la unión. «¡Desposados!, —escribía— si alguna tristeza ocurre en vuestras casas, postraos inmediatamente a las plantas de la Sagrada Familia.»
Precisamente estando en Blanes el hermano Sala se inauguró el duodécimo coro de la Visita domiciliaria de la Sagrada Familia. Era el 10 de agosto de 1930. Hacía pocos días que habían celebrado la fiesta de la Sagrada Familia, en los días 7 al 9 de junio para poder instalar la imagen de la Sagrada Familia en el nuevo altar erigido en la citada villa, a costa de sacrificios de las señoras celadoras de los coros de la Visita domiciliaria, admirablemente secundadas por el dignísimo señor arcipreste, quien no ha escatimado esfuerzos de ninguna clase para que dicho altar, verdadera joya de arte de estilo barroco, resultase digno albergue de la augusta trinidad de la tierra».
El Hno. Sala fue llamado a declarar en el proceso apostólico del Padre Fundador habiendo sido muy explícito en las pruebas que podían confirmar el ejercicio heroico de todas las virtudes. Fue el testigo número 10 y sus declaraciones ocupan casi 12 págs. impresas de la Positio super virtutibus. «Conocí y traté al Siervo de Dios —declaró— y además puedo aducir hechos y relaciones que me contaron los PP. Buenaventura Mullol. Luis Tallada, Gregorio Vilalta y los hermanos Antonio Buira y Francisco Pinós que fueron sus íntimos colaboradores». Recordó que, siendo novicio y sirviéndole en la Misa que el Padre Manyanet celebraba en la capilla del colegio Nazareno de Blanes, en 1901, «en el momento de la consagración quedó en éxtasis, circundado por una aureola de luz, hasta el final de la misa».
El Hno. Sala alimentaba su vida religiosa y de piedad en los actos de comunidad y en las devociones particulares, revelando siempre su persona un talante de serena paz y alegría, que manifestaba con bromas sencillas, fruto de la transparencia espiritual de su conciencia.
«Religioso observante, imbuido del espíritu del Padre Manyanet —afirma la nota necrológica de La Sagrada Familia —fue siempre fiel cumplidor de sus deberes religiosos, distinguiéndose por la puntualidad a los actos de comunidad, por su espíritu de caridad fraterna, por su obediencia a la autoridad y por su profunda y filial devoción a la Virgen María, piedad mariana que aprendió en Manresa, siendo congregante mariano, bajo la dirección del celoso y renombrado jesuita P. Torra, y que conservó y aumentó durante su vida religiosa, pidiendo y obteniendo de los superiores el permiso para recitar el Oficio Parvo de la Virgen en sustitución de las preces ordenadas para los hermanos coadjutores».
De la poca correspondencia que se conserva de después de la guerra, puede deducirse el espíritu de humildad, sencillez y sumisión que acompañaba todos sus actos y relaciones, especialmente con los superiores. Amaba intensamente a la Congregación y se preocupaba por las necesidades espirituales y materiales de la misma, en especial por las vocaciones. Desde Manresa, en agosto de 1952, enviaba al Padre General los datos de un niño «que me parece una vocación muy aceptable». Desde Reus, en 1941, después de exponer al Padre General los pros y contras de un comentado traslado, termina diciendo: «Con todo soy hijo de obediencia y lo dejo a su consideración y resolución».
El día 18 de enero de 1961, tras unos días de cama, falleció en el colegio Jesús, María y José, de Sant Andreu de Palomar, víctima de congestión pulmonar, a los 77 años de edad y 56 de profesión religiosa. Sus restos mortales fueron inhumados en el cementerio de Sant Andreu.
«El día de su muerte —cuenta el Decesead, la necrología publicada en Estados Unidos— en la capilla del colegio de Sant Andreu se rezó un continuo Rosario que brotó de los labios de los inocentes niños, sus alumnos, de las personas mayores que hacían esfuerzos por esconder las lágrimas y de los hermanos en religión que quedaban edificados de los ejemplos que, como buen religioso, adornaron su vida».
Fuentes: Expediente personal y correspondencia.
La Sagrada Familia 7 (1905) 73; 12 (1910) 95; 34 (1932) 98; 1961. VI, 12.
Positio super virtutibus (Roma 1980) pp. 202-213.
Decesead, Necrología de los Hijos de la Sagrada Familia. Silver Spring 1964.
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