ANTONIO CARRIÓ GRAU (1874-1938), sacerdote
Nacimiento: SALÁS DE PALLARS (Lleida), 15-1-1874
Inicio noviciado: SANT ANDREU, 19-3-1889
Primera profesión: CAMBRILS, 15-8-1893
Profesión perpetua: SANT ANDREU, 8-9-1896
Ordenación sacerdotal: VIC, 23-9-1899
Defunción: BARCELONA, 7-1-1938
Antonio Carrió, hijo de Francisco y de Modesta, era oriundo de Salas de Pallars (Lleida) en donde nació el 15 de enero de 1874. Por la influencia del colegio San José de Tremp, en marzo de 1888 ingresó en Sant Andreu en calidad de aspirante al sacerdocio en la Congregación. Vistió el hábito en Sant Andreu el 19 de marzo de 1889 y, hecho el noviciado en Cambrils, profesó por primera vez el 15 de agosto de 1893 y perpetuamente el 8 de septiembre de 1896, ya en Sant Andreu de Palomar.
Realizados sus estudios en el colegio Jesús, María y José, recibió en Vic todas las órdenes sagradas: el 20 y 21 de marzo de 1896, la tonsura y órdenes menores; el 19 de septiembre del mismo año el subdiaconado y el 18 de septiembre de 1897 el diaconado. Juntamente con los PP. Ramón Llach, Manuel Sirvent y Juan Cusco fue ordenado sacerdote por el obispo Morgades, en Ripoll, el 23 de septiembre de 1899. Compañero de estudios del P. Manuel Cazador, en diciembre de 1897, desde Sant Andreu, le dirigió una carta de felicitación en ocasión de su onomástica, que firmaron también los PP. Ramón Llach y Francisco Bonet. La firma del P. Carrió, con una caligrafía impecable, muestra ya una de las que serían sus habilidades características en su labor educativa.
Ejerció su ministerio sacerdotal y docente en varias casas de la Congregación. En primer lugar, en Sant Andreu, en donde en 1901, tuvo la dicha de asistir, con el P. Fundador y demás comunidad, al Te Deum de acción de gracias por la aprobación del Instituto. «¿No habéis visto cómo reía el Niño Jesús?, había dicho al salir el Padre Manyanet. Nosotros—añade—observamos en él una transformación de arrobamiento».
En la comunidad de Sant Andreu, el P. Carrió era también el sacristán y maestro de ceremonias. En 1911, en plena restauración teatina, fue nombrado maestro de novicios de Blanes, luego fue destinado a Reus (1914), dedicado a la primera enseñanza y al dibujo, y más tarde a Sant Julià (1916), como ministro local. Después de la restauración teatina estuvo en Tremp, de cuyo colegio fue superior varios años (1922); en Begues, como superior delegado (1928); en Sant Andreu, como superior (1932), y, por último, en Sant Julia (1934), en donde le sorprendió la revolución. En todos estos colegios se dedicó principalmente a la música, al dibujo y a la caligrafía, siendo un hábil y consumado maestro en estas bellas artes. Se conservan varias hojas de un cuaderno impreso de caligrafía, del colegio San Pedro Apóstol, de Reus, de «Antonio Carrió, S.F.».
Durante la restauración teatina firmó las preces, como la mayoría, y declaró ante el visitador que «quería ser a todo trance solamente Hijo de la Sagrada Familia; no reconoce como hermanos a los que se llaman teatinos; que ha sido un engaño indigno de las personas que intervinieron en ello; que fue un solemne disparate y que es imposible que dure, pues ya no les queda la unión y cordialidad que antes reinaban entre ellos».
Contrasta esta declaración tan enérgica del P. Carrió con la delicadeza de sentimientos y la sencillez de niño que conservó hasta su edad más avanzada, y que le hacían acreedor del cariño y respeto de cuántos le trataban por aquel su carácter tan ingenuo enemigo de dolo y ficción. El Padre Fundador mismo apreció estas cualidades y buen espíritu del P. Carrió, y, todavía joven sacerdote residente en la casa general, acostumbraba a reconciliarse con él.
Este porte delicado y sencillo del P. Carrió hacía que los colegiales, a pesar de ser el superior, le mirasen sin miedo y con no demasiado respeto pero con una devota admiración por su candorosa santidad. Exhortaba a menudo, tanto en la capilla como en las visitas a las aulas, a la práctica de la virtud, a huir del pecado, a obrar siempre con rectitud de intención. Conscientemente no dañó nunca a nadie y tras una falta que él consideraba grave, mandaba al culpable arrodillarse y pedir perdón, pero llegado el momento, él se emocionaba y le mandaba levantarse antes de cumplir lo prometido.
El P. Carrió fue el testigo XVI del proceso informativo para la beatificación del Padre Fundador. Los 15 años de convivencia y trato con él le permitieron formarse un criterio amplio de la vida, espiritualidad y actividad apostólica del Padre Manyanet. Sus declaraciones son simples y precisas y llegan a descubrir, aún sin pretenderlo, la verdadera fisonomía espiritual del Padre Fundador. «Profeso especial afecto al Siervo de Dios —había declarado— a quien tengo muy dentro de mi corazón. A veces dirijo alguna oración a la intercesión del Siervo de Dios, pero oraciones largas no las hago. Con vivo entusiasmo deseo la Beatificación del Siervo de Dios». El P. Carrió, siendo joven, se había confesado varias veces con el Siervo de Dios, y recordaba «su gran prudencia e interés en dirigirme, no omitiendo jamás la corrección oportuna». Los recuerdos del P. Carrió sobre el Padre Manyanet ocupan 16 páginas de la Positio super introductione y todas ellas han sido reproducidas en la Positio super virtutibus. Flabía participado también en los capítulos generales de 1916, 1922, 1928, 1932 y 1933.
Precisamente en los años que estuvo de superior en Tremp, tuvo la oportunidad de organizar y participar en actos muy solemnes, tanto de la ciudad como de la Congregación. Ya en septiembre de 1922, estuvo presente en la coronación canónica de la Imagen de Nuestra Señora de Valldeflors, patrona de Tremp y del antiguo Condado del Pallars. En aquella fecha se dieron cita en Tremp el obispo Justino Guitart, de La Seu d’Urgell, y el P. Luis Tallada, superior general. En 1923, la ciudad de Tremp quiso rendir un sentido homenaje al Padre Manyanet dedicándole la mitad del paseo de circunvalación. El P. Carrió fue el alma de aquella celebración que reunió a muchos religiosos y personas notables de la Conca. Particularmente selecta fue, según refiere la crónica de un periódico local que copió La Sagrada Familia, la sesión literario-musical en honor del Padre Manyanet. Hubo discursos de los PP. R. Oromí y J. Fabré, Rdos. J. Bochaca y V. Bosch, poesías y piezas musicales. El P. A. Samá había pronunciado la oración fúnebre de la misa celebrada en sufragio del Fundador.
En febrero de 1924 escribía, desde Tremp, al P. Manuel Cazador: «Por San José o por Pascua inauguraremos, D.m., una máquina de proyecciones. No sabemos qué tal será, porque vamos recibiendo algún catálogo para poder escoger la que más nos acomode ya por el precio ya por su servicio. Si V.R. nos pudiera proporcionar alguna colección referente a vistas religiosas, pagándoselas como se supone, me inclinaría a sus vistas porque sé que tiene algunas muy buenas. Ya se lo pensará y si buenamente puede ser ya me dirá las colecciones que serían y el precio de cada una de ellas. Salude a los RR.PP. y diga al P. Francisco (Mascaró) que le escribiré cuando lo tenga solucionado. La garganta me sigue igual, confío que mejoraré, D.m.
La revolución de 1936 le sorprendió en Sant Julià, como ya se ha dicho. Pudo esconderse en Barcelona, pero los sucesos acaecidos le apenaron tanto, que no osaba salir del piso de la calle Cerdeña, 96, pral. 2a en donde se había refugiado. Su muerte fue debida a una hemorragia cerebral que interesó el corazón, acabando su vida en pocas horas el 7 de enero de 1938, a los 64 años de edad y 45 de vida religiosa. Fue enterrado en el cementerio de Sant Gervasi.
«Amante de la Congregación —dice el BOC— trabajó con entusiasmo para darle gloria y honor, desempeñando fiel y concienzudamente los oficios y cargos encomendados a su celo, distinguiéndose por su amabilidad y competencia en el oficio humilde de profesor de párvulos, por su discreción y tacto en el delicado cargo de maestro de novicios y por su prudencia y rectitud en el de superior, que ejerció muchos años en distintas comunidades».
Fuentes: Expediente personal y correspondencia
BOC, 22 (1938, 1-3.'’) 38.
La Sagrada Familia 1 (1899) 111, 304, 320; 6 (1904) 304 318; 13 (1911) 258; 15 (1913) 295; 16 (1914) 180; 24 (1922) 341; 25 (1923) 292.
Positio super virtutibus (Roma 1980) pp. 134-149.
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