Laudetur Sacra Familia!
Nuestros hermanos difuntos
FERNANDO GIACOMUCCI MELODINI, S.F.
Apreciados hermanos en Jesús, María y José: paz y bien.
El P. Fernando Giacomucci, falleció en la madrugada del 9 de agosto, a los 85 años de edad, 66 de vida religiosa y 61 de sacerdocio. La misa exequial por su eterno descanso se celebró el viernes, día 10, en la capilla de la Ciudad de la Esperanza (antiguo Hosoju), presidida por el obispo auxiliar de Valencia monseñor Arturo Ros, con quien concelebraron el delegado episcopal para la Pastoral de Enfermos y Mayores, Luis Sánchez, y Vicente Aparicio, actual director de la Ciudad de la Esperanza y, en nombre de la Congregación, los PP. Josep M. Taulats, Ángel Muñoz y Joaquim Calvet.
Entrada y primeros pasos en la Congregación
Nacido en la localidad italiana de Scerni (Chieti), el 14 de agosto de 1933, en el seno de una familia cristiana que le inculcó, además de la devoción, la generosidad y el compartir desde la tienda que regentaban. Fernando Giacomucci Melodini ingresó en la Congregación el 7 de octubre de 1947 en el colegio Sagrada Familia de Palmoli; vistió el santo hábito el 29 de septiembre de 1951 en Begues, donde, terminado el año de Noviciado, hizo su primera profesión religiosa el 25 de diciembre de 1952. Realizó sus estudios de Humanidades, filosofía y teología en el seminario Sagrada Familia de Barcelona (1952-1958), si bien, en 1955, fue enviado a Valencia, donde profesó perpetuamente los votos religiosos el día 25 de septiembre de 1956.
Tras recibir los ministerios (Lectorado el 4 de diciembre de 1955 y Acolitado el 29 de junio de 1956, en el colegio de la Misericordia y la parroquia del Salvador de Valencia, respectivamente) fue ordenado diácono el 21 de septiembre de 1957 en la capilla Sagrada Familia del seminario de Barcelona y recibió la ordenación sacerdotal en Valencia, basílica San Vicente Ferrer, el 15 de diciembre de 1957, a los 24 años de edad. La primera Misa celebrada en la capilla del colegio Ntra. Sra. De la Misericordia fue predicada por el P. Juan Blasco, superior de la comunidad. También viajó a su pueblo Scerni, celebrando allí su primera Misa, en la parroquia de S. Giacomo, el 6 de enero de 1958; allí fue recibido por su madre, familiares y amigos, pues su padre, por razones de trabajo, se encontraba en Filadelfia (Estados Unidos). El 9 de abril de 1983 celebró las bodas de oro sacerdotales en Valencia, en la Iglesia del Santísimo Cristo de la Luz, bajo el lema del recordatorio de su ordenación: "Bajo tu sombra familia santa vivir, morir para hacerte amar".
Nombramientos y destinos
Su destino a Valencia, ya en el 1955, abrió, sin duda, un nuevo horizonte en su vida. Se encontró en la Casa de la Misericordia, gran centro benéfico dependiente de la Diputación de Valencia, que la Congregación había asumido para trabajar con niños solos, huérfanos, abandonados. Aquí, junto a un buen número de hermanos de la Congregación que ayudaban en la labor educativa, terminó los estudios de teología. Él recuerda que "viajó con los PP. Vicente Mundina y Javier Aragonés", y se encontró a niños pobres, internos… cuidados por los religiosos con total dedicación las 24 horas del día, todos los días de la semana.
En 1958 fue nombrado consultor segundo y Vicario de la comunidad del "colegio Nuestra Señora de la Misericordia"; en 1959, prefecto de los hermanos escolares y secretario de la misma; en 1960 también ecónomo y en 1965 superior. De este período escribe el P. Fernando: "La época de la Misericordia la recuerdo con mucha alegría, tener la suerte de estar allí rodeado de tantos niños, participar en sus juegos, en su vida me hacía plenamente feliz".
Tras la marcha de la casa de la Misericordia por parte de la Congregación, en 1969, por diferencias entre la administración y la Diputación, que proporcionaba los recursos económicos y también el reglamento de funcionamiento interno que establecía el modo de acompañar a los chicos, así como la edad límite para dejar el centro que "dejaba a la intemperie" a muchos chicos, la comunidad, formada por el P. Manuel Sangrador y el H. Juan Carlos González, junto al P. Fernando, nombrado superior de la misma, pasó a vivir en un piso en la calle Convento de Jerusalén, con la intención de fundar un colegio en unos terrenos que nos ofrecían en Mislata; esta iniciativa no pudo llevarse a la práctica si bien, se mantuvo la de continuar con el trabajo de ayuda a la inserción laboral de los chicos sin recursos.
Era un piso pequeño en el que, en pocos días llegaron a vivir 26 personas. Evidentemente el espacio era insuficiente, si bien se pudo organizar la vida y actividades con los residentes: se celebraba la santa Misa, se "controlaban" los ahorros, se distribuían los gastos… y se recibía ayuda ya de instituciones, particularmente la comida. En este contexto el P. Fernando, "en su afán de ayudar a los demás", empezó a soñar en un centro de más capacidad capaz de ofrecer nuevas posibilidades a los residentes, que se hacía realidad en 1971: el Hogar Social Juvenil, del que el P. Fernando fue nombrado Director en 1973, cargo que mantuvo hasta el año 2004.
Fundador del Hogar Social Juvenil (HOSOJU)
En 1971 se produce el traslado de la casa de Convento de Jerusalén a Xirivella, donde, con la ayuda de empresarios y constructores, que aportaron material y mano de obra, empezaba a levantarse lo que fue ya el Hogar Social Juvenil, en el barrio de La Luz. Se trataba de la planta baja y el primer piso para vivir, en el nuevo edificio que siguió en construcción hasta alcanzar siete plantas. El 10 de octubre de 1972 se inauguró oficialmente la obra estando presentes hermanos religiosos de la Congregación, Mons. García Gasco, Obispo de Valencia y personalidades relevantes de la política y economía. El objetivo se mantenía en la línea de un centro "de acogida para hombres sin recursos y transeúntes en el que aprendieran a dignificar su vida mediante la formación y el trabajo"; acogida de personas en riesgo de exclusión social y de asistencia a los jóvenes hasta alcanzar su incorporación laboral y su independencia en un régimen de libertad por la que nadie estaba obligado a permanecer en el Hogar a disgusto; se acogía sin ningún tipo de discriminación social, religiosa, cultural; se compartían los trabajos en el centro y se ofrecía la formación y también la Santa Misa y los sacramentos católicos. Escribe el P. Fernando: "El ejemplo de las obras es lo que importa. Siempre he intentado enseñar el evangelio a quien ha querido escuchar".
A mitad de la década de los ochenta llegó gente más madura, sin rumbo en la vida, con problemas de adaptación, paro, droga, sida... La falta de jóvenes en el centro, los cambios sociales y laborales, el aumento del número de personas de mayor edad hizo diferentes a los residentes en el centro que, si bien mantenían la desestructuración e inadaptación personal y social por temas de alcoholismo, dependencias… buscaban más un "albergue" para estar, traicionando así el objetico primario de la fundación que era la prevención y preparación para el futuro al salir de la Residencia. Esta etapa marcó sin duda su vida y le exigió no solo la búsqueda permanente de recursos (fundó una empresa de autobuses que prestaba servicios a colegios, entidades…) sino también de nuevas actividades, trabajos y expectativas. Escribe el P. Fernando: "Quería ayudar a más gente y darles mejores condiciones de vida".
La Congregación, tratando de mantener la presencia y de dar continuidad al carisma propio, formó una comunidad enviando en septiembre de 1991, a los PP. Atanasio de Sanctis, como Superior y ecónomo, y Eusebio Martínez. Las dificultades de convivencia y, en particular, de vivir un espíritu comunitario en un ambiente muy marcado por la fuerte personalidad y protagonismo del P. Fernando, hizo que no pudiera mantenerse por mucho tiempo esta comunidad y los Padres fueron enviados a nuevos destinos. Al mismo tiempo, hay que subrayar que el mismo P. Fernando ofreció a la Congregación asumir la propiedad de Hosoju, pero, dadas las circunstancias, no se consideró prudente aceptar esta oferta por lo que pasó a ser dirigida por una Junta.
El año 1994 "se suprime la Casa de la Congregación en el barrio de la Luz, de Valencia, de acuerdo a las normas del CIC y de las Constituciones" y, previa autorización de Mons. Agustín García Gasco, arzobispo de Valencia, "está dispuesto a conceder la necesaria autorización temporal renovable (solicitada por P. Giacomucci) para que pueda residir fuera de la comunidad religiosa del Instituto, aunque adscrito a una de ellas (colegio P. Manyanet de Reus), por motivos de apostolado".
La Ciudad de la Esperanza
A principio de los ochenta empieza a nacer el sueño de la Ciudad de la Esperanza. Con la venta de los autocares, del centro de Xirivella y ayuda empresarial fue comprando terrenos en Aldaia para desarrollar un nuevo concepto de acogida y ayuda con talleres para los trabajos, apartamentos con habitaciones dobles, biblioteca, salón de actos, capilla, enfermería, campos de deporte, jardines… Se rompía claramente con el concepto de albergue anterior. La inauguración de este centro en 1996 fue todo un acontecimiento en el que participaron autoridades del Estado, de la Congregación, de la sociedad valenciana, empresarios….
Durante la dirección del P. Fernando los residentes, muchos de ellos inmigrantes acogidos, producían objetos de todo tipo en los talleres del centro, que después eran vendidos a empresas para "dignificar la estancia de los internos y facilitar su inserción-socio laboral". Además, los inmigrantes acogidos allí tenían la posibilidad de recibir cursos de castellano, geografía, matemáticas y asesoramiento jurídico-laboral.
El diario Levante de 24 de marzo de 1985, titulaba: "Un religioso redime a los huérfanos hasta el altar" y dedicaba una página, ilustrada con fotografías, para explicar la obra del P. Giacomucci: "se instala en su cuartel general para dirigir una empresa de autobuses, una cooperativa de servicios y más de un centenar de jóvenes procedentes de un estrato social humilde y, en la mayoría de los casos, conflictivo". Preocupado por los que tienen que abandonar las instituciones de beneficencia explica: "El problema de desarraigo se acrecienta con la edad. Entonces ya no es bueno que vivan de la caridad. Han de ganarse a pulso el pan de cada día. Con ello se realizan, se sienten hombres, personas". Y ese fue el desvelo del P. Fernando, removiendo para ello "Roma con Santiago": empresas, instituciones, personas… pusieron su granito de arena. Subraya, en la entrevista, los matrimonios celebrados: "De los 76 que tienen que ver con el hogar uno, nada más, ha terminado separado".
Su personalidad
El mismo diario, el 29 de mayo de 2009, publica una entrevista con motivo del homenaje organizado por los 40 años de la creación de Hosoju, en la que, afirmaba, se han rehabilitado más de 3.000 personas marginadas, expresidiarios o alcohólicas. En respuesta a la periodista subraya: "El mejor homenaje y lo que más me gusta es cumplir con mi deber, hacer las cosas bien". Hablaba de sus proyectos, especialmente el de crear un centro para mujeres maltratadas que no llegó a materializarse, de su dedicación al centro: "No pienso jubilarme nunca. Tengo 76 años y estaré aquí hasta que me lleven tieso"; de sus momentos de alegría: "La inauguración del centro en el Barrio de la Luz en 1971 y la apertura de la Ciudad de la Esperanza en 1995"; y, respondiendo a la pregunta sobre su mérito en todo esto: "Que lo paso muy bien. Yo creo que cuando me muera en vez de ir al cielo iré al infierno porque lo que hago lo hago tan a gusto que no tiene mérito". El diario "Las Provincias" de 1 de junio de 2009 recogió también la noticia del homenaje, al que asistieron también religiosos de la Congregación.
En el libro "Pare Fernando. Todo por los pobres", de Juan Carlos Estrella Bolinches, publicado en 2004, de modo autobiográfico va contando su vida desde los inicios hasta la inauguración de la Ciudad de la Esperanza. Se subraya su gran capacidad de trabajo e ilusión; al volante de un autobús o furgoneta, en el despacho, visitando empresarios, acompañando sacramentalmente la vida de muchos jóvenes residentes o no, celebrando capellanías en las comunidades de religiosas, visitando jóvenes en la cárcel donde también celebraba la Misa, los juzgados para buscar la reinserción laboral, hospitales… con esa gran fuerza interior de quienes creen en un proyecto y la desarrollan hasta el final, siempre con un "toque" o carisma muy personal.
Escribe el P. Fernando: "Mi devoción casi siempre ha estado al límite de entrega. Mi atención ha sido constante, soy una persona que se observa continuamente. In via Dei non progredit regredi est, en el camino de Dios no progresar es volver atrás. Siempre lo he tenido en cuenta, siempre me he esforzado por caminar, por avanzar", escribe. "A lo largo de mi vida he sintetizado la mayoría de las frases del evangelio que se resumen en: Amarás, amarás, amarás" Y sé que esto no es fácil. Procuro cumplirlo, pero aun así me equivoco cada día".
Los últimos años
En mayo de 2004 el P. Fernando, con 82 años de edad, optó por ceder la gestión del centro al Arzobispado de Valencia, al considerar que ya no podía hacer frente a la situación por la que atravesaba la entidad (problemas de financiación, utilización de los recursos y otros…). El padre Vicente Aparicio, fundador de Aspadis (entidad dedicada a la asistencia y rehabilitación de niños y jóvenes discapacitados psíquicos), aceptó el reto de reactivar esta asociación benéfica sin ánimo de lucro, dada su experiencia en la atención a personas en riesgo de exclusión.
Esta "cesión" necesaria fue dura y difícil de asimilar por parte del P. Fernando. Quedar "al margen" o una posición "distinta, no central", tras tantos años de entrega, protagonismo y desvelos no resultó nada fácil. A esto se añadieron sus problemas de salud (se encontraba ya en silla de ruedas por las serias dificultades para caminar) y su fuerte carácter no disminuido con los años. Perdió lucidez no solo para dirigir sino también para asumir su nueva realidad; se acentuaron las dificultades en la convivencia y trato con él… que no fue interrumpido por parte de religiosos de la Congregación a través de alguna visita y llamadas de teléfono. Pasó a vivir en un piso alquilado por Cáritas, atendido por una señora. Murió, sin haber podido cumplir su último gran sueño de crear una residencia para la acogida de mujeres maltratadas, en su residencia de Alaquàs, próxima al colegio-convento donde la Madre Josefa Campos, que regentan las operarias catequistas, en cuya capilla celebraba la Misa diaria.
El P. Fernando vivió trabajando por los demás, acogiendo al desprotegido, al excluido socialmente, entregado a todos. Ayudó a muchas personas no solo a encontrar trabajo sino a situarse en la vida, a formar una familia, sin regalar nada, sino dando los medios para que cada uno se buscara la vida. Y todo ello, con un corazón enorme. Escribe el P. Fernando: "Me equivoco muchas veces. El cambio de la perfección es largo y vivo…. Sobre todo, soy un hombre práctico. Busco la verdad en el trabajo diario. Y sé que la vida es amor".
Al encomendar su alma al Señor y pedir para él el descanso y la paz eterna en Dios y para sus familiares el consuelo de la fe, les recuerdo apliquen los sufragios prescritos en las Constituciones y Directorio (D 97 y 99) e inscriban su nombre en la Lista de los difuntos para recordarle en las oraciones de la comunidad. Demos gracias a Dios y a la Sagrada Familia por la vida, la vocación y la misión del P. Fernando. Que descanse en paz junto a nuestros padres Jesús, María y José, en compañía del P. Fundador, los Beatos Mártires, el Venerable P. Morera y cuantos nos han precedido en el camino de la fe.
Unidos en JMJ,
P. Jesús Díaz Alonso, SF
Secretario General
Barcelona, treinta y uno de agosto de 2018
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