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4 de agosto: + Casimiro Roca Toscas

Laudetur Sacra Familia

Barcelona, 15 de agosto de 2015




Muy apreciados en Jesús, María y José:


El pasado día 4 nos llegó la triste noticia del fallecimiento del P. Casimiro Roca Toscas en la comunidad de Chimayó. Tenía 97 años de edad, hacía 80 años que había emitidos su primer profesión religiosa en el Instituto y 71 que había sido ordenado sacerdote.


NACIMIENTO E INFANCIA


El P. Casimiro, hijo de Martín y Valentina, era natural de Mura (Barcelona) y había nacido el 24 de julio de 1918, junto con su gemelo Salvador, que sólo pudo sobrevivir once meses de vida delicada y enfermiza. Eran los penúltimos de nueve hermanos: Josefa, Ángel, Francisca, María, Pablo, Pedro Casimiro y Salvador y Martín. El mismo Casimiro tuvo una infancia difícil debido a una insuficiencia ósea que le impidió andar por sus propios pies durante los primeros cuatro años.


Fue bautizado el 15 de julio de 1918, confirmado el 8 de abril de 1919 e hizo la primera comunión el 1 de junio de 1927 en la parroquia de Sant Martí de Mura. Cumplidos los cuatro años, frecuentó la escuela del pueblo, de cuyos maestros conservaba un gratísimo recuerdo.


El P. Casimiro, en el proceso de declaración de martirio de su hermano Pedro, describió así el ambiente en que crecieron: «Era una familia muy cristiana, patriarcal. Mi padre dirigía el Rosario familiar cada día, colocándonos a los más pequeños a su lado para que lo siguiésemos con más atención. Todos los domingos oíamos dos misas, la primera para comulgar y la segunda, que era la mayor. Por la tarde, asistíamos a la función religiosa vespertina. Mura está situado en el fondo de un valle rodeado de montañas, pero al salir de dicho valle, desde cualquier punto, puede divisarse la montaña de Montserrat. Pues bien, mi madre solía decirnos que, cada vez que viésemos la santa montaña, y era siempre que salíamos para la viña o cualquier otro lugar, saludásemos a la Virgen con una Salve».


HIJO DE LA SAGRADA FAMILIA


Casimiro se llevaba muy bien con todos los hermanos, pero especialmente con Pedro, que era solamente dos años mayor. Cuando en 1926, a los diez años, Pedro ingresó en el colegio Nazareno de Blanes, Casimiro encontró a faltar mucho su compañía. Pronto, viendo lo bien y contento que se encontraba, empezó a repetir con frecuencia: "Yo quiero ir con Pedro". Lograron disuadirle unos años hasta que cumplió los once. El día 28 de septiembre de 1928 ingresó en el seminario menor o colegio Nazareno de Blanes.


Había un grupo de unos 55 aspirantes y la comunidad estaba formada por los PP. Enrique Tatjer, superior, Martín Millet, prefecto, Hno. Magín Morera, teólogo, otros dos escolares en prácticas y dos hermanos coadjutores.


La vida del seminario con sus actos de piedad, clases, estudio, recreaciones, paseos, veladas, revista, etc. satisfizo todas las aspiraciones de Casimiro, de modo que muy pronto se sintió contento y en su ambiente.


Pero a raíz de la proclamación de la Segunda República, el 14 de abril de 1931 y la legislación antirreligiosa del nuevo gobierno, el 11 de noviembre del mismo año, tuvo que cerrarse el colegio Nazareno de Blanes y trasladar a los aspirantes al colegio Sagrada Familia de Barcelona. Aquí Casimiro completó otros dos cursos de humanidades y latín.


A pesar del clima político adverso, el ambiente en el seminario era sereno y muy congregacional: se acababa de iniciar el proceso informativo para la canonización del P. Fundador, en la casa vivían muchos Padres antiguos y hermanos coadjutores, como Antonio Buira y José Vilanova que habían conocido y tratado mucho al Padre Manyanet. "Todo ello reconoce el P. Casimiro influyó mucho en mi vida".


Dentro del Año Santo de la Redención, 1933, el 28 de septiembre inició el año de noviciado en el colegio San Luis de Begues con el P. Antonio Pausas, como maestro. El P. Casimiro definió este año como "el más feliz de su vida". El 29 de septiembre de 1934 hizo la primera profesión en manos del P. Antonio Samá, superior general. Las tandas de ejercicios espirituales de 1933 y 1934 fueron predicadas por el beato Narciso Sitjà.


Durante los cursos 1934-35 y 1935-36 cursó los estudios de filosofía en medio de un ambiente socio-político muy hostil. En el colegio Sagrada Familia de Barcelona, compartían la vida de comunidad, espiritual, académica y recreativa, dos grupos de escolares, los teólogos y los filósofos, y llegado el verano, alternaban casi un mes de vacaciones en el Mas Loreto de Mosqueroles, al pie del Montseny.


UN VERANO LARGO Y ACCIDENTADO


Desde las elecciones generales del mes de febrero de 1936, en las que se impuso el llamado Frente Popular, compuesto por comunistas, anarquistas y socialistas, enseguida se notaron los efectos negativos para la vida de la Iglesia y de las instituciones religiosas. El gobierno republicano dominó la parte central de España, Cataluña y todo el levante.


En el seminario se terminó con la normalidad posible el curso escolar. Durante el mes de julio, el primer grupo que salió de vacaciones a Mas Loreto fue el de los filósofos con el P José Vila, recién ordenado, como responsable, y el Hno. Pedro Ruiz, teólogo, como ayudante. La noche del 18 de julio, después de un día de pesca, conocieron el alzamiento militar del general Franco en el norte de África.


El grupo de Mosqueroles quedó incomunicado de las dos comunidades de Barcelona. Quedaban todavía diez días de vacaciones pero como ya había recibido algún disparo, se impuso la única solución posible: dispersarse y regresar a sus familias, porque a pesar de que las familias vecinas les acogían con cariño y generosidad, representaban un grave peligro para ellas. Los últimos en abandonar el paraje fueron el P. Vila y el Hno. Casimiro en dirección a Vic, y como el Hno. Pedro Ruiz, burgalés, no tenía parientes cercanos, Casimiro le invitó a viajar con él hasta Mura. Salieron el 2 de agosto, a la madrugada, a pie. Llegados a Vic a primera hora de la tarde, el P. Vila se quedó con su hermana, y ellos dos, con no pocas dificultades y controles, prosiguieron viaje hacia Manresa y luego a Mura, en donde se reunieron los religiosos Pedro y Casimiro Roca, Pedro Ruiz, Agustí Cortés, Luis Piqué y Valentín Piqué.


Para no llamar tanto la atención, la familia decidió que los dos Pedros pasaran a Manresa. Casimiro se quedó en Mura, incorporándose a los trabajos agrícolas en las huertas y en las viñas. Pero el 15 de agosto, a las 3 de la madrugada, les avisaron que había llegado un buen número de hombres armados en busca de los "curitas". Él, con su padre, salieron de casa hacia el monte, fuera de la población, y, ya por la mañana, vieron a los milicianos entrar en el pueblo. Después supieron que habían visitado solamente las casas en donde pensaban que había seminaristas.


EMPIEZA UN LARGO CALVARIO


El Hno. Casimiro regresó del monte y se quedó en Mura hasta el verano de 1937, en que ante la presión del ejército de Franco y la inseguridad del republicano, este gobierno empezó a llamar al servicio militar obligatorio a todos los jóvenes. Su quinta iba a ser una de las primeras. Pero Casimiro, como muchos otros jóvenes, al llegar el momento de incorporarse, desapareció y se escondió por aquellos montes con a otros compañeros. Como todos tenían algún viñedo en los alrededores, pasaban el día trabajando la tierra y por la noche se refugiaban en alguna cueva o barraca. Cuando fue disminuyendo el peligro, por la noche bajaban a las casas para cenar y dormir, saliendo de nuevo muy temprano el día siguiente.


Pero el 20 de enero de 1938, a la hora de salir, se encontraron las salidas del pueblo bien vigiladas por milicianos armados. Casimiro había limpiado bien un depósito subterráneo en el gallinero con colchón y abrigo y hasta algunas velas. Allí se escondió, dispuesto a pasar todo el día. Casimiro, siguiendo el consejo de sus padres, se quedó en casa sin salir por algunos días.


Poco después cambió mucho la situación del pueblo. Se instalaron en él cuatro milicianos armados para hacer prisioneros entre los emboscados. Además hicieron difícil la vida de las familias que tenían desertores. Con este cambio represivo, muchos hombres mayores, entre ellos su hermano Ángel, ya de 35 años, decidieron irse con los jóvenes. Formaron un grupo de seis y se establecieron en un punto estratégico de la sierra. En estas duras circunstancias no olvidaron la piedad: todas las noches rezaban el rosario, alrededor de la lumbre, y se encomendaban a Dios.


Mientras tanto, el ejército nacional, a finales de 1937 y primeros de 1938 se apoderó de las 2/3 partes del suelo español. La gran ofensiva de Cataluña estalló en la vigilia de Navidad de 1938. El 25 de enero de 1939 fue ocupada Barcelona y el 28 Manresa con todos sus pueblos vecinos.


Completada la ocupación de Cataluña, Casimiro, como todos los jóvenes en edad militar, fue obligado a presentarse en el centro de clasificación. Fue internado en un campo de concentración primero en Manresa y después en el antiguo convento de los PP. Capuchinos de Igualada, en donde pasó dos semanas en este lugar, hasta que un buen día le dijeron que su nombre había aparecido en la lista de los que recuperaban la libertad. Regresó primero a Manresa y luego a Mura en donde pudo restablecerse y empezar a pensar en el futuro.


Pero no se habían terminado las dificultades. A primeros de mayo de 1939 llegó un nueva llamada para el ejército de Franco. Casimiro viajó a Barcelona y, declarado "útil para todos los servicios", por ser seminarista lo destinaron al Cuerpo de Sanidad Militar en el cuartel de Burgos y, a partir del mes de agosto, en el Hospital de Infecciosos de Madrid. Fueron 18 meses de servicio, durante los cuales, para conservar su vida cristiana y religiosa, visitaba el colegio de los Jesuitas o el Asilo San Rafael y participaba en las celebraciones religiosas con el coro que habían formado.


Gracias a la prórroga por estudios, solicitada por los superiores de la Congregación, el 9 de diciembre de 1940 viajó hacia Barcelona y tras unos días en familia, se presentó al colegio Jesús, María y José. Su madre le había dicho: "Rogué varios años a Dios para poder ver dos hijos sacerdotes. Él me quitó uno, ahora te toca a ti llegar al sacerdocio y trabajar doble, tu parte y la de tu hermano Pedro".


POR FIN, SACERDOTE HIJO DE LA SAGRADA FAMILIA


El día 4 de marzo de 1941, fiesta de San Casimiro, vistió de nuevo el hábito religioso y profesó "ad normam iuris" en manos del P. Martín Millet, recién elegido superior general. Con no poco esfuerzo, se incorporó a las clases de teología y demás, llegando a temer que no sería capaz de completar todo el ciclo de estudios.


Al finalizar el curso 1940-41, después de recibir la tonsura en la capilla del palacio episcopal el 6 de junio, para proporcionarle un ambiente más tranquilo, fue destinado a Roma. Pero mientras se arreglaban los papeles, estuvo con un grupito de aspirantes en el recién adquirido Mas Vilella [Colegio Nazareno] de Reus y luego en Begues.


El día 28 de noviembre de 1941 partía para Italia el Hno. Casimiro para continuar sus estudios en el Pontificio Ateneo Lateranense con los postulantes Ángel Selva e Isidro Piqué para empezar en Palmoli el año de noviciado.


El 21 de marzo y el 5 de julio de 1942 recibió las cuatro órdenes menores. El 24 de septiembre del mismo año hizo la profesión perpetua en el collegio Sacra Famiglia de Palmoli, y ya en abril y en julio de 1943 recibió el subdiaconado y diaconado en Roma. Tanto él como el P. Juan Escriu fueron ordenados sacerdotes el 15 de agosto de 1943, en el santuario de la Virgen del Carmen de Palmoli, al finalizar el tercer año de teología con dispensa de la Santa Sede.


Aquellos meses no eran precisamente tranquilos en Palmoli. El 5 de octubre de este año, a mediodía, una cuadrilla de la aviación alemana descargó una ráfaga de metralla en la fachada del collegio. Pocos días después un grupo de oficiales y soldados alemanes ocupó el colegio, que convirtió en hospital militar. Los escolares de Roma, que pasaban las vacaciones en Palmoli, los novicios y aspirantes se refugiaron en una casa de campo y los sacerdotes mayores se acomodaron en el pueblo. El P. Honesto Tatjer, superior, con el P. Casimiro y otros cuatro escolares pudieron quedarse en la parte superior del edificio.


Apenas una semana después, el 11 de octubre, al llegar los primeros fríos de otoño, el grupo del campo se trasladó a una casa del pueblo cedida por el Ayuntamiento, pudiéndose organizar la vida de seminario y los estudios, también de teología, ya que los escolares no habían podido regresar a Roma.


A primeros de noviembre, después de un fuerte enfrentamiento entre las artillerías alemana e inglesa, la guarnición alemana abandonó Palmoli, siendo fue ocupado de inmediato por las tropas inglesas. Sin embargo, el 14 del mismo mes pudieron regresar todos al collegio aunque seguía ocupado por diversas unidades de la Octava Armada Inglesa, pudiendo seguir la vida religiosa y escolar.


En septiembre de 1944, normalizada la situación, los escolares regresaron a Roma y el P. Casimiro Roca, finalizados los estudios, fue nombrado prefecto de los aspirantes en Palmoli. Formaba comunidad con los PP. Honesto Tatjer, superior, Magín Morera, maestro de novicios, y Juan Escriu, ayudante.


MAESTRO DE NOVICIOS


A principios del verano de 1945, el P. General le llamó a España, llegando en barco hasta Algeciras y prosiguiendo el viaje en tren hacia Madrid y Barcelona, a donde llegó el 10 de noviembre.


En enero de 1946, tomó posesión del cargo de director espiritual de los 15 aspirantes del colegio Nazareno de Reus.


El 4 de agosto, el Consejo general deliberó, previa autorización de la Santa Sede, trasladar el noviciado del colegio San Luis de Begues, al colegio Nazareno de Reus, y el aspirantado que residía en este colegio, al colegio Jesús, María y José de Barcelona. Con la misma fecha, el P. Casimiro, previa dispensa de edad concedida por la Santa Sede, fue nombrado maestro de novicios del recién constituido noviciado de Reus.


El 12 de octubre de 1946, en el colegio Nazareno de Reus, iniciaron el año de noviciado los jóvenes Joaquín Aragonés, José Batlle, Buenaventura Sans y Antonio Facerías, entre otros dos. "En aquellos días de ejercicios recordaba el P. Casimiro me tuvo absorbido el pensamiento del cargo de responsabilidad que asumía ante Dios y la Congregación. Empecé muy animado mi trabajo... Fue uno de los años más dedicados de mi vida vividos con tanta intensidad".


En octubre de 1947, después de la profesión de estos novicios, dado que había pocos candidatos para el siguiente noviciado, el nuevo consejo general decidió que aguardaran otro año continuando sus estudios y a él se le encomendó el grupo de aspirantes del colegio de Sant Andreu. En este grupo de aspirantes, había 10 candidatos que se preparaban para el Noviciado: 5 de ellos eran norteamericanos. A finales de junio de 1948, le llegó la confirmación como maestro de novicios. Y el día 8 de septiembre de 1948, en el colegio San Luis de Begues, iniciaba otro año de noviciado con 9 novicios y otro que se añadió el mes siguiente. "Lo que recuerdo con gusto es que en un ambiente semejante de tanta hermandad, paz y alegría, ninguno de los 10 mostró desánimo o duda de su vocación religiosa".


Terminado el noviciado con la profesión de los novicios en octubre de 1949, dado que el P. Juan Escriu, maestro de novicios en Palmoli enfermó, y en España sólo había 3 candidatos y en Palmoli 7, el P. General lo trasladó al collegio Sacra Famiglia con los tres postulantes, que hicieron la vestición en Begues, para hacerse cargo del noviciado allí. El 2 de febrero de 1950, Año Santo, tuvo la alegría de acompañar al P. Magín Morera, procurador general, en la ceremonia de ofrecer el tradicional cirio de la fiesta de la Purificación al Santo Padre Pío XII en nombre de la Congregación. "Por espacio de un minuto, estuvimos hincados a sus pies, ofreciendo el Cirio, cambiando unas palabras y recibiendo su Bendición".


Concluido el noviciado, el P. Casimiro fue destinado a la comunidad de Begues como secretario y maestro de los once nuevos novicios, que empezaron el noviciado septiembre de 1950.


Este año vivió una tragedia familiar: su padre Martín fue víctima de un accidente doméstico al derramarse sobre él el líquido inflamable de una estufa. Falleció el 8 de febrero de 1951. La tensión de los 40 días que duró el martirio de su padre, las noches que pasó en vela y las idas y venidas para estar a su lado, le pusieron en un estado de desequilibrio. Cayó enfermo el lunes de Pascua con el sarampión, que le tuvo 8 o 10 días en altas fiebres. El Dr. Manresa de Barcelona le diagnosticó una fuerte anemia cerebral, imponiéndole medio año de reposo absoluto, dejando el noviciado y pasando al colegio de Sant Julià de Vilatorta. Pero ya durante el verano, regresó a Begues para completar el noviciado y preparar la profesión de los novicios, que realizaron el 11 de septiembre del mismo año.


UN DESTINO INESPERADO: ESTADOS UNIDOS


Apenas concluida la fiesta de la profesión, se le comunicó el traslado a la delegación norteamericana del Instituto, en concreto a la llamada "Casa de Nazareth", de Firebaugh (California). Arreglados los papeles, el día 26 de octubre del mismo año 1951 embarcaba con el transatlántico "Atlantic" rumbo a Nueva York. En esta ciudad tomó el avión que lo condujo, vía Chicago y Denver, hasta San Francisco en donde ya se encontró con los PP. José Rosell y José Terés, con quienes ya llegó a la casa de Firebaugh, que era un verdadero rancho, en el que había vacas, becerros, gallinas y conejos. Había un hermano donado, Lorenzo Buira, que se ocupaba de la granja y del campo. Los sacerdotes ayudaban con dos o tres misas en las parroquias vecinas. Él, por su parte, se dedicó a la predicación de novenas, sermones y misiones, al confesionario, a la visita de los enfermos, etc.


Después del capítulo general de 1952, durante el mes de octubre, el P. Casimiro, a quien resultaba muy pesado el clima caluroso del Valle de San Joaquín, fue destinado a a la parroquia de Nuestra Señora de la Paz, en Greeley, Colorado, con el P. Domingo Morera, como vicario consultor. Hicieron el viaje en coche, dejando al P. Terés en Santa Cruz, Nuevo México, y prosiguiendo hacia Del Norte, Center, y, ya en tren desde Denver, a Greeley, en donde se encontró con el P. Domingo, que había sido su prefecto de aspirantes en Blanes. De nuevo el horario del P. Casimiro se llenó de misas, misiones en varios lugares, sermones, programas de radio, catequesis y confesiones, no sólo en Greeley y sus misiones sino también en otros puntos como Sidney, North Platte (Nebraska), Pueblo, Gardner, etc. Ante el ritmo frenético de trabajo que llevaban los dos, el párroco de Nebrasca llegó a decirle con algo de sorna pero satisfecho: "En Greeley, P. Domingo un loco, y ahora el P. Roca, otro loco". En verdad, afirma el P. Roca: "Yo me sentía tan feliz en compañía del buen Padre, era para mí el mejor amigo y maestro que he tenido en religión".


En muchos de estos lugares dejó establecida la Visita Mensual Domiciliaria de la Sagrada Familia. En medio de una misión de Pasión en la parroquia de Greeley, sufrió un ataque agudo de apendicitis, siendo intervenido el domingo de Ramos en el mismo Hospital General de Greeley.


Ya en mayo de 1954, fue invitado por el P. Salvador Gené para predicar el sermón de la fiesta mayor de Santa Cruz, en presencia del Arzobispo, monseñores y sacerdotes. Poco después, en el mes de julio regresó de nuevo a Santa Cruz para hacerse cargo interinamente de las parroquias de Truchas, Córdova y Chimayó. Pero en agosto le comunicaron que se quedaba destinado en Santa Cruz.


EN EL VALLE DE SANTA CRUZ


El P. Casimiro Roca celebraba dos misas los domingos, una en el santuario de Chimayó y otra en Truchas, en donde percibió la lamentable situación de los católicos. Por ello él centró su primera actuación en Truchas y más cuando el Arzobispo le comunicó su intención de erigir allí una nueva parroquia bajo el patrocinio de Nuestra Señora del Rosario, segregando unos pueblos de Santa Cruz (Río Chiquito, Córdova y Cundiyó) y otros de Peñasco (El Valle, Trampas y Ojo Sarco). Las iglesias, muy antiguas, eran sumamente pobres y estaban en deplorable estado.


Se propuso levantar una nueva iglesia en Truchas, casa cural y escuela parroquial. Organizó algunos grupos de laicos activos como las "Holy Name Society", la Legión de María, la Asociación de la Sagrada Familia y la cofradía multisecular de los Penitentes para sumar los esfuerzos morales y materiales de todos. Mientras tanto no descuidaba el trabajo parroquial, la catequesis de los niños de primera comunión y el catecismo para todos.


La parroquia había sido erigida el 2 de febrero de 1955, pero las obras de la capilla, residencia y escuela, iniciadas el 27 de abril de ese año, no se terminarían hasta el año siguiente, cuya inauguración oficial se hizo el 26 de julio de 1956 con la asistencia del Sr. Arzobispo y del P. General.


En 1959, apenas el P. Casimiro acabó de pagar la deuda de 30.000 dólares a que habían ascendido las varias construcciones parroquiales de Truchas, el Sr. Arzobispo decidió cambiar la sede de la parroquia a Chimayó, misión que pertenecía todavía a Santa Cruz, y unir en la nueva parroquia el valle de Chimayó y la feligresía de Truchas.


La nueva parroquia de Chimayó, intitulada a la Sagrada Familia, independiente del santuario, fue erigida el 13 de diciembre de 1959 y fue nombrado primer párroco el P. Casimiro Roca. En Chimayó como en Truchas, hubo de empezar comprando el terreno para el nuevo templo y dependencias parroquiales. Se compró el terreno ya en 1960 y se levantó un edificio provisional en 1961, pero el templo definitivo no pudo terminarse hasta el mes de marzo de 1967. El nuevo templo, estructurado según las exigencias de la reforma litúrgica decretada por el Concilio Vaticano II, fue consagrado por el arzobispo de Santa Fe en presencia del P. General y del Gobernador del Estado de Nuevo México. Junto al templo y al hermoso claustro, levantó la casa parroquial. Un bello conjunto, moderno y práctico, que ha mejorado todavía recientemente el P. Julio González, actual párroco.


RECTOR DEL SANTUARIO DE CHIMAYÓ


Mientras fue párroco, junto a la parroquia, atendió también al santuario del que llegó a ser un pastor carismático. Hizo en él obras de asentamiento que aseguraron la supervivencia del mismo. El santuario de Chimayó, llamado el "Lourdes de América", es un monumento de origen hispánico construido por los descendientes de los primeros colonizadores de América, es conocido internacionalmente y es un polo de atracción de miles de peregrinos que pasan cada año buscando el consuelo espiritual y el consejo.


Pero en 1968, con motivo de las bodas de plata sacerdotales, fue relevado en la parroquia y viajó a Europa, visitando Italia y España para las varias celebraciones, y, ya de regreso, pudo visitar a las Misioneras de Nazaret en Venezuela y el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en México. A su llegada de nuevo al país, fue nombrado vicario de Santa Cruz y poco después, en 1970, destinado nuevamente a Greeley.


Pero en 1977, el Arzobispo de Santa Fe solicitó de la Congregación una mayor presencia en el santuario de Chimayó, pues los peregrinos aumentaban de día en día y un solo sacerdote no era suficiente. Los superiores le preguntaron si estaba dispuesto a asumir el encargo, y él contestó que de mil amores. Acometió una limpieza general y con la ayuda de dos jóvenes, dejaron los alrededores y el mismo santuario como una patena. Además, aprovechando una grande y pesada cruz que trajo un peregrino para dejarla como exvoto, la colocó sobre un altar al aire libre, junto al río. Se adecentó el lugar debajo de los álamos y se pusieron bancos de piedra para unas 500 personas. En caso de aglomeraciones, podía servir de templo en plena naturaleza.


Durante la primavera de 1979, emprendió la construcción de cuatro grutas dedicadas a devociones populares: la Virgen de Guadalupe, el nativo Juan Diego, San Francisco de Asís, patrono de la Archidiócesis y Santiago Apóstol, patrón del antiguo territorio español.


En otoño de 1980 enlosó el suelo del santuario y dependencias adyacentes, y al año siguiente compró una casita colindante para tienda de recuerdos y destinó un local interior del santuario para recepción, oficina y sacristía.


Los numerosos peregrinos encontraban siempre al "Padrecito" dispuesto a acogerles, oírles en confesión, regularizar su matrimonio, bendecir sus cruces y rosarios, escuchar sus confidencias, dialogar sobre drogadicción, alcohol o sexo, y darles unas palabras de aliento. La fiesta de Santiago de cada año y especialmente la Semana Santa tenían un relieve especial. Eran centenares los peregrinos que pasaban noches enteras en oración.


Durante su labor en Chimayó especialmente, el P. Casimiro ha recibido a muchos Jefes de Estado de los países latinoamericanos así como a numerosos obispos; ha aparecido en múltiples reportajes gráficos del país, como en aparecido en el National Geografic, y ha merecido notables distinciones en reconocimiento por su abnegada y prolongada labor, especialmente el President's metal, del Saint Mary's College, de Notre Dame, Indiana. Tiene publicado un libro autobiográfico que se titula El álbum de mis recuerdos (Barcelona, Claret, 1998) 192 p.


LOS ÚLTIMOS AÑOS DEL P. CASIMIRO


El P. Casimiro ha sido un trabajador incansable y un enamorado de su vocación de Hijo de la Sagrada Familia. Fue durante varios años superior de la comunidad de Santa Cruz - Chimayó y formó parte del gobierno delegado como consultor segundo. De pequeña estatura, jovial y vivaracho, se ha hecho popular en Nuevo México por sus ocurrencias, su celo pastoral, su trabajo continuo y la acogida cordial de los devotos y peregrinos.


Ha predicado ejercicios espirituales en los seminarios del Instituto de Barcelona, Medellín y Caracas y también a las Misioneras de Nazaret.


En septiembre de 1984, tras una solemne despedida en la fiesta de Santiago, fue destinado a la parroquia Jesús de Nazaret en Madrid como vicario parroquial. Y un día a la semana, tenía una charla con los aspirantes de Alcobendas. Tuvo la suerte de asistir a la beatificación del Padre Fundador en Roma. Pero a raíz del inesperado fallecimiento del P. José Prat, que le había sustituido, en junio de 1985 regresaba a Nuevo México, al santuario de Chimayó.


El 1993 fue un año lleno de celebraciones con motivo de las bodas de oro sacerdotales: primero en Chimayó, el 28 de mayo, con la asistencia del arzobispo y del P. General; luego en el santuario de la Madonna del Carmine de Palmoli y, finalmente, el 15 de agosto, en la iglesia parroquial de Mura. "Todo el año fue como un resumen de mi vida: una constante acción de gracias".


Declaró en el proceso de declaración de martirio de los beatos Jaime Puig y 19 compañeros, aportando su testimonio sobre cada uno de ellos, especialmente sobre su hermano Pedro, teniendo el gozo de asistir en octubre de 2013, en Tarragona, a la beatificación de todos ellos. También fue testigo en el proceso diocesano del P. Magín Morera, por quien sentía una gran admiración y consideraba decisivo para su vocación religiosa y sacerdotal.


A raíz d ela muerte del P. Casimiro, el P. Julio González, superior de la comunidad, ha escrito este comentario: "Se nos fue el P. Casimiro como había vivido: buscando un destino mejor. Él estaba de sobras preparado para ese momento, a sabiendas (no tenía la menor duda) de que su hermano Pedro y la Sagrada Familia, Jesús, María y José, le tenían preparado un lugar en la morada del cielo. El 4 de agosto, alrededor de las doce y media del mediodía nos dejaba, habiendo recibido la unción de los enfermos y el viático. Junto al P. Casimiro estaban en ese momento el P. José María Blanch y Silvia, su cuidadora. La agonía del P. Casimiro fue corta y no necesitó ser sedado por la ansiedad o el dolor que a menudo acompañan los últimos días en la tierra al que está cercano a morir. Para el P. Casimiro, el verdadero sacrificio había acontecido unos años antes, cuando tuvo que dejar que otros se hicieran cargo del trabajo en la parroquia y en el santuario de Chimayó. Ajeno a las limitaciones que impone la edad, sus visitas al santuario se fueron distanciando debido a que sus fuerzas decaían, lo cual le dolió más que cualesquiera de las neumonías que estos últimos años, en invierno, le obligaban a ingresar por urgencias en el Hospital de Española. Sin embargo, puedo afirmar que el P. Casimiro se enfrentaba a la muerte, como se dice popularmente "con las botas puestas", sorprendiendo a su médico de cabecera, el Dr. William M. Ryan, por su falta de paciencia para quedarse unos días más reponiéndose en el hospital. Su fallecimiento ha conmocionado a muchos ciudadanos de todo Nuevo México, ocupando varios minutos en la noticias de televisión y radio. Los periódicos han reproducido su foto junto a su biografía y el testimonio de quienes afirman que el santuario de Chimayó no habría sobrevivido a la década de 1950, pues algunas paredes amenazaban con venirse abajo, si no hubiera sido por la visión y tenacidad del P. Casimiro Roca. El cadáver del P. Casimiro estuvo expuesto el día 11 de agosto (martes): por la mañana en la capilla de la Funeraria De Vargas de la ciudad de Española y, por la tarde, en la Parroquia Sagrada Familia de Chimayó, recibiendo en uno y otro lugar la visita de muchos ciudadanos y amigos del Santuario. Amigos del P. Roca llegaron también desde Colorado y Texas para participar en los servicios religiosos por su eterno descanso. Más de cien Hermanos de la Morada, o Penitentes, rezaron el Santo Rosario y los Alabados durante la vigilia previa a la Misa de Resurrección que tuvo lugar el 12 de agosto del 2015. A la misa (en la parroquia Sagrada Familia de Chimayó) asistieron el recién nombrado Arzobispo de Santa Fe, John C. Wester, Mons. Arturo Tafolla, antes Obispo de Pueblo (Colorado) y amigo del P. Casimiro desde sus primeros años en Chimayó, sus hermanos religiosos y sacerdotes diocesanos. El P. Luis Picazo, S.F., nuestro delegado en los Estados Unidos, presidió la Eucaristía. Después de la misa, los restos del P. Casimiro Roca fueron llevados al crematorio para que, un día después, el jueves 13 de agosto, pudiera descansar junto a sus hermanos religiosos de la congregación en la parroquia de Santa Cruz", a la sombra de las acacias, como diría el difunto P. José Cubells.


Descanse en paz en el Señor y en el Nazaret celestial junto al beato Pedro, sus padres y demás hermanos en religión que lo han precedido. Les ruego que inscriban su nombre en el catálogo de los difuntos y ofrezcan los sufragios prescritos por las Constituciones.


Quedo afmo. s. s. en Jesús, María y José,


P. Josep M. Blanquet, S.F.

Secretario General

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