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30 de julio: + JAIME PUIG MIROSA (1908-1936)

JAIME PUIG MIROSA (1908-1936)

Sacerdote


Nacimiento: TERRASSA (Barcelona), 3-6-1908

Inicio noviciado: LES CORTS, 23-9-1923

Primera profesión: LES CORTS, 24-9-1924

Profesión perpetua: LES CORTS, 17-9-1931

Ordenación sacerdotal: BARCELONA, 22-2-1932

Defunción: BLANES, 30-7-1936



Jaime Puig, hijo de Salvador y Dolores, nació en Terrassa (Barcelona) el día 3 de junio de 1908. En el día de su bautismo, 7 del mismo mes y año, su abuelo Jaime, cargado de años y de méritos, dio una peseta por el bautismo de agua y otra por el bautismo de sangre. Estas palabras quedaron profundamente grabadas en la memoria de las familias. Fue confirmado en 1911 por el obispo Laguarda e hizo la primera comunión hacia 1915.


Frecuentó las Escuelas Pías, de Terrassa, en donde hizo los estudios primarios. El 23 de septiembre de 1919 ingresó en el colegio Nazareno, de Blanes tras una entrevista con el P. Luis Tallada, superior general, en Les Corts. Era superior de Blanes el P. Francisco Mascaró, a quien sustituiría en seguida el P. Enrique Tatjer, y prefecto de aspirantes el P. Martín Millet. La Revista Nazarena del aspirantado conserva abundantes colaboraciones de Jaime Puig, que se distinguía entre sus compañeros por su sensibilidad, delicadeza y decisión vocacional. Empezó a estudiar música, en cuyo arte sería un verdadero maestro, particularmente en la interpretación de piezas clásicas en el armonium, a las que sabía comunicar un sello original. Había sido discípulo de D. Juan Gibert Camins.


En agosto de 1923, don José Molerá, párroco del Santo Espíritu, de Terrassa, cumplimentando una petición de informes, manifestó que Jaime Puig, «durante los años que estuvo en esta parroquia del Santo Espíritu, se distinguió por su piedad y buenas costumbres, que es hijo de madre viuda de muy buenas costumbres». El 23 de septiembre de 1923 vistió el hábito del Instituto e inició el año de noviciado en el colegio Sagrada Familia, de Les Corts, con otros diez compañeros. Era maestro de novicios el P. Ramón Oromí. Profesó el día 24 de septiembre de 1924, tras los ocho días de ejercicios espirituales que predicó el P. Fidel Fons, su futuro prefecto de escolasticado. Hizo la profesión perpetua el 17 de septiembre de 1931.


Estudió la filosofía y teología en Les Corts, e hizo las prácticas de enseñanza en el colegio San Luis de Begues, iniciando a la vez los estudios de magisterio que prosiguió después en Sant Andreu junto con la teología. Obtuvo el título de maestro el 8 de junio de 1929.


Durante el curso 1929-30 fue prosecretario del colegio Santa María de Blanes. Al finalizar este curso escribía a su hermano Pedro: «Este verano es posible que lo pase todavía en Blanes; pero tendré que estar en Barcelona antes de octubre para proseguir mis estudios. Me faltan los dos últimos cursos de teología. Por tanto, si Dios quiere, creo que podré cantar mi primera misa el año 1932. ¡Si fueras mayor, podrías hacerme el sermón!».


Fue promovido a las órdenes sagradas en la diócesis de Barcelona: el 17 de diciembre de 1926, recibió la tonsura; el 20 de diciembre de 1930 y el 27 de marzo de 1931, las órdenes menores. Fue promovido al subdiaconado el 19 de septiembre de 1931 y al diaconado, el 6 de diciembre del mismo año. El obispo Manuel Irurita le consagró sacerdote el día 22 de febrero de 1932, juntamente con los PP. Pedro Verdaguer, Miguel Barrachina, Enrique Minobis y José Llauradó. Cantó la primera misa solemne en la parroquia de Nuestra Señora del Pilar, de Barcelona, el domingo de Pascua de Resurrección. «Felicitamos a los nuevos presbíteros —dice el BOC— y les deseamos una fecundísima vida sacerdotal y fervorosa vida religiosa para gloria de Dios, de nuestros santísimos Padres Jesús, María y José, honor de nuestra amada Congregación y provecho de las almas».


Ya sacerdote, el P. Puig se encargó de una sección de escolares teólogos residentes en Sant Julia. En octubre de 1934 estaban allí los hermanos José Vila, Lucrecio Picón, Santiago Monedero y Luis Piqué. En el curso 1933-34, el P. Puig fue destinado al colegio Santa María, de Blanes, como profesor, del que era superior el P. Buenaventura Mullol. El tuvo que cumplir el servicio militar durante aquel curso, en el cuerpo de sanidad y con cuota. Hizo un mes de cuartel y pudo acogerse con buen resultado a la ley de exención de que gozaba la Congregación en calidad de misionera, antes de la República. Así pudo seguir su labor pedagógica en Blanes. En el curso 1934-35 fue nombrado superior y director del colegio. Tuvo, en realidad, el carisma particular para crear ambiente de familia. Hermano y superior al mismo tiempo, pronto al diálogo y respetuoso con todos. Su nota característica era la cordialidad. En octubre de 1935 formó parte de la comisión pedagógica del Instituto.


El P. Puig era de estatura regular, pecho encogido y un poco cargado de espaldas. Tenía el rostro pálido y fino, labios más bien gruesos, nariz prominente, frente despejada, ojos hundidos, claros y transparentes, de mirada mansa, por donde asomaba su alma pura y candorosa. Cabello algo rubio y enrarecido. Semblante alegre, lleno de paz y un tanto abstraído. Su compostura exterior respiraba sencillez, orden, recato y sobre todo religiosidad. Inteligencia clara y ordenada, de memoria algo débil pero suficiente, voluntad tesonera para el deber y el estudio, sensibilidad finísima de artista, corazón tierno y delicado, tímido, impresionable. Algo nervioso y movido. En el trato era dulce, amable, jovial y expansivo, ingenuo y candoroso. Era insaciable en el estudio y en el conocimiento de todo aquello que atañía a su perfección y ministerio. Indiferente a lo demás. Poco espíritu crítico, cedía fácilmente en la discusión; pero sufría y no cedía cuando asomaba el pecado o la murmuración, sobre todo contra los superiores. Su paciencia era inagotable. Excelente colaborador en cualquier trabajo o empresa común.


Todo este conjunto de cualidades humanas, atestiguadas por sus condiscípulos y superiores, estaba sostenido y sublimado por su virtud y santidad. El P. Jaime, por disposición temperamental y por vocación, estaba magníficamente preparado para asumir el espíritu nazareno de la sencillez que tanto cultiva el Instituto. La simplicidad de vida, la ausencia de malicia, la incapacidad para la crítica de todo lo que no fuera pecado, le hizo apto para encarnar el espíritu de la Sagrada Familia de Nazaret.


La guerra civil de 1936 le sorprendió al frente del colegio Santa María, de Blanes. Con fecha 23 de junio de 1936 había escrito a su hermano Juan; «Di a la madre y a la tía que no sufran por mí, pues estoy muy tranquilo y dispuesto a soportar todas las contrariedades que vengan. Todas ellas quedarán aligeradas, porque las padecemos por causa de Cristo, y el yugo de Cristo es suave y su carga ligera».


Tras algunos interrogatorios en el comité de Blanes, se refugió en casa de Segismundo Alberti y luego el 25 de julio en Mas Llorens, de Sebastián Llorens, de cuya habitación del piso de arriba sólo salió dos veces: la primera para trasladarse al santuario de la Virgen del Vilar en la noche del 27 y esconder la imagen con Sebastián Llorens y otros, y la segunda el día 30 del mismo mes, cuando fue llamado a un nuevo interrogatorio por el comité. La entrevista fue larga y muy penosa porque el P. Puig al salir estaba sofocado y con lágrimas en el rostro. Mientras se dirigía, con Sebastián, hacia la calle Ancha, fueron detenidos de nuevo en el cruce de carreteras, mientras preparaban la emboscada. Cerradas todas las puertas y las luces y desviado o detenido el tráfico por unos milicianos, el P. Puig y Sebastián prosiguieron su camino por la carretera hasta rozar las últimas casas de la población, en donde dispararon contra él y su acompañante Sebastián. El coche de línea de la estación llevó la noticia a la población, que quedó consternada. El P. Puig contaba 29 años de edad y 13 de profesión religiosa.


Su cadáver fue trasladado al hospital y de allí al cementerio en donde se le practicó la autopsia el 1 de agosto. Fue sepultado en un hoyo hasta finales de febrero de 1940 en que exhumado y reconocido el cadáver, fue colocado en un nicho propiedad de la Congregación en el mismo cementerio de Blanes.


«Aquí (en un piso de Barcelona) —comentaba el P. Antonio Samá— me anunciaron la muerte del P. Jaime Puig que fue la primera espada que atravesó mi corazón y por lo tanto la que más hondamente quedó clavada en él; las otras hallaron ya el corazón transido de dolor y por lo tanto algo anestesiado por la intensidad del mismo».



Fuentes: Expediente personal y correspondencia.

P.M.P., El Padre Jaime Puig, Barcelona 1969.

MARTÍN MILLET, El P. Jaime Puig, nuestro protomárlir, Barcelona 1947.

BOC 16 (1932, 2.") 15; 21 (1937, 1-3.“) 8; 24 (1940, 1.°) 11.

La Sagrada Familia, 1947, VI, 132-133.

Correspondencia del P. Antonio Samá (1936-39).

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