Constituciones 75:
La Comunidad y el Superior
La Comunidad local constituye la unidad de base del Instituto. De la integridad de la vida religiosa de esta Comunidad local depende enteramente la vitalidad, la fidelidad y el incremento del Instituto, e incluso la misma eficacia en la actividad apostólica. Ella es, en efecto, la verdadera imagen de la Familia de Jesús, María y José: pues ha sido congregada por el vínculo de la caridad en el nombre del Señor y goza de su presencia. De aquí se deduce que el cargo de Superior local es de gran estima y de suma importancia en el Instituto.
Para que la Comunidad sea fiel a las exigencias de su vocación, el Superior estimula a los hermanos, con la palabra y con el ejemplo, al estudio de las Constituciones y a su fiel observancia; se esfuerza para que reine la caridad; fomenta el diálogo y la confianza entre los hermanos; vela por su buena salud, tanto corporal como espiritual, y provee a las necesidades de todos. El Superior no debe ausentarse de la casa sin una causa justa y razonable.
Convoca con frecuencia reuniones de comunidad, tanto para la revisión de la vida comunitaria como para promover su actividad apostólica.
Estimula a cada hermano para que cumpla con exactitud el oficio encomendado.
En coordinación con el Superior Mayor, vela por la formación permanente de todos los religiosos de su Comunidad.
Con el Consejo local programa los objetivos religiosos y pastorales de la Comunidad, atiende a los laicos que colaboran con ella y elabora el presupuesto económico.
El Superior es el responsable de las personas y bienes de la Comunidad y goza de la autonomía jurídica que le confiere el derecho común y el particular.
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