Constituciones 67:
La formación permanente
La vitalidad de nuestra vida religiosa y sacerdotal y la eficacia de nuestro apostolado dependen en gran parte del esfuerzo continuado de renovación.
Debemos mantenernos en una constante puesta al día en el conocimiento de las ciencias y de los acontecimientos de nuestro tiempo para así enriquecer nuestra vida religiosa y sacerdotal, responder como expertos a las situaciones siempre nuevas de los jóvenes y de las familias y estar en condiciones de colaborar en una pastoral orgánica.
Cada uno se compromete de manera personal en este esfuerzo de renovación constante y comparte cada día más copiosamente con los hermanos lo más importante y significativo de la vida religiosa.
El trabajo de los hermanos se distribuye de tal forma que tengan el tiempo necesario para continuar la formación permanente.
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