Constituciones 59:
Preparación al Noviciado
Con la preparación al Noviciado, mediante una formación religiosa específica, sobre todo con un conveniente acompañamiento espiritual, el candidato se hace más consciente de su vocación, más maduro como hombre y como cristiano y se hace capaz de seguir a Cristo con generosidad de alma y pureza de corazón. Después de una seria reflexión y conveniente experiencia de nuestra vida, se prepara y dispone a una elección libre y a una decisión madura bajo el ejemplo y la guía de Jesús Adolescente.
El Prefecto de aspirantes es el responsable de la formación de los que son admitidos en el Aspirantado. Por medio de una educación rectamente ordenada, cultiva en los alumnos la madurez humana, la se demuestra por cierta estabilidad de ánimo, por la facultad de tomar decisiones ponderadas y por el recto modo de juzgar sobre los acontecimientos y los hombres. Les ejercita para moderar su temperamento; les educa en la reciedumbre de alma y les estimula a cultivar las virtudes que más son valoradas entre los hombres y que recomiendan la ministro de Cristo, como son la sinceridad, la preocupación constante por la justicia, la fidelidad a la palabra dada, la urbanidad, la modestia en el hablar unidad a la caridad.
La disciplina es un elemento necesario pues permite estructurar la personalidad del hombre haciéndole más apto para una labor ordenada y fructuosa. El prefecto, sin embargo, la ejerce de modo que se convierta en una exigencia interior de los formandos, en virtud de la cual ellos aceptan la autoridad de los Superiores por cuestión de conciencia y por motivos sobrenaturales. Por consiguiente, aplica las normas de disciplina según la edad de los alumnos de tal forma que, mientras aprenden gradualmente a gobernarse a sí mismos, se acostumbran a usar con prudencia de la libertad, a obrar por propia iniciativa y responsabilidad y a colaborar con los otros compañeros.
Esta preparación tiene lugar de ordinario en alguna casa del Instituto, llamada Aspirantado o Centro de orientación vocacional. Allí el candidato completa la formación apropiada a su edad y a su personalidad. El Superior Mayor encomienda a otros religiosos la formación de los que, por justa causa, se forman en otras casas del Instituto o son confiados al cuidado espiritual de algún religioso.
En la última fase de esta etapa –que se llama Postulantado y dura por lo menos seis meses– se comprueba la formación religiosa del candidato y, si es necesario, se completa. Se emite un juicio sobre su aptitud y su vocación y se averigua de un modo especial si posee la madurez humana y afectiva suficientes para hacer de forma gradual la transición de la vida secular a la propia del Noviciado.
El equipo formador determina si el candidato está preparado y dispuesto para cumplir adecuadamente las obligaciones del estado religioso. Si es así, el candidato puede enviar al Superior Mayor la petición para iniciar el Noviciado, con el que comienza propiamente la vida religiosa en nuestro Instituto. Declara expresamente que su ingreso no tiene en modo alguno carácter laboral o de contrato de trabajo.
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