Constituciones 52:
La formación personal
Cada uno toma conciencia y se hace responsable progresivamente de su propia formación, orientando hacia ella las diversas circunstancias y situaciones de su vida.
En la docilidad del Espíritu y en la caridad apostólica que nos apremia, cada uno encuentra los medios para desarrollar y fortalecer las aptitudes propias.
La experiencia de nuestra vida y de nuestro trabajo, iluminada y sostenida por la reflexión, el estudio, la convivencia fraterna, la oración y la dirección espiritual, contribuye en gran manera a la consecución de la madurez y al desarrollo del sentido de la responsabilidad.
En especial, no olvidamos que la ciencia no nos es menos necesaria que una vida santa. Por lo mismo, huimos de la ignorancia con tanto cuidado como del vicio.
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