Constituciones 32:
Ayuda fraterna
Nos esforzamos en llevar una verdadera vida fraterna porque en el espíritu de la Familia de Nazaret somos una familia. Amamos a Cristo en cada hermano, tal como Él mismo le ama y nos ama a todos. Procuramos amarnos como a imágenes de Dios y miembros de un mismo Cuerpo. Nos acogemos y nos honramos mutuamente, nos sufrimos los unos a los otros, nos servimos y nos ayudamos. Si el hermano nos corrige, no le respondemos con soberbia, sino que aceptamos el servicio de la corrección con humildad y agradecimiento. Si un hermano falta, le corregimos con benevolencia y le perdonamos, excusando la intención si no podemos excusar la obra. Cultivamos la estima, la confianza y el respeto recíprocos, superando todo individualismo y evitando singularidades.
Nos enriquecemos mutuamente a través del diálogo, basado en la Palabra, pues el hermano escucha al hermano con corazón abierto, le aprecia, le respeta y le ama como a sí mismo.
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