Constituciones 31:
Nuestra fraternidad en Cristo
Una es nuestra dignidad y uno nuestro gozo y nuestra gloria: la fraternidad en Cristo.
La comunidad acoge al hermano con corazón abierto, lo acepta, favorece su madurez y cuida con interés su formación, dándole la posibilidad de desarrollar y acrecentar sus dotes naturales y de gracia. Le asegura tiempos de oración, trabajo, silencio y esparcimiento.
A su vez, el hermano aporta a la edificación de la Comunidad todo lo que ha recibido de Dios y aparta de sí todo lo que se opone al bien común. Corrige cuanto descubre en sí contrario a la caridad y a la observancia de la vida regular y hace con fidelidad su aportación de fe y de amor.
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