Constituciones 22:
Nazaret, razón y causa de nuestra obediencia
Por el voto de obediencia, el Hijo de la Sagrada Familia entrega libremente a Dios la propia voluntad y se obliga, con espíritu de fe y de amor, a someterse a los legítimos Superiores, que hacen las veces de Dios, cuando mandan según las Constituciones. Seguimos así el ejemplo de Jesucristo, hijo de Dios, enviado por el Padre, que tomó la condición de esclavo, bajó y vino a Nazaret; se sujetó a María, humilde esclava de Dios, su Hijo, y a José, padre y custodio solícito de su Señor, para hacer la voluntad del Padre y llevar a cabo el designio de salvación.
Aceptamos como regla suprema de vida el Evangelio de santidad y salvación anunciado al mundo desde Nazaret, las Constituciones como camino seguro de santificación y a los Superiores y Comunidad como intérpretes de la voluntad ordinaria de Dios.
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