Con ánimo agradecido vemos el amor que nos ha tenido el Padre al llamarnos HIJOS DE LA SAGRADA FAMILIA, JESÚS, MARÍA Y JOSÉ, pues lo somos. El nombre mismo de nuestra Familia expresa con exactitud la naturaleza, el fin, el espíritu y el carácter del Instituto: él manifiesta clara y perfectamente quiénes somos y qué nos proponemos.
Puesto que al encarnar la vida de la Familia humana de Dios, nos esforzamos en promover con esmero su honor, imitación y culto. La anunciamos a la sociedad domestica como el ejemplo absoluto de perfección, procurando con solicitud la formación cristiana de las familias, principalmente por medio de la educación e instrucción católica de la niñez y de la juventud y por el ministerio sacerdotal, según el don fundacional de nuestro Instituto y las normas de la Iglesia en cada momento .
Al cumplir esta misión bajo la guía de María y de José, continuamos en el mundo la obra redentora de Cristo y hacemos junto con Él el camino de nuestra propia salvación.
Directorio 2:
Según las Constituciones, en la vida de la Sagrada Familia, Jesús, María y José, encontramos la inspiración y el modelo de nuestra vida espiritual, comunitaria y apostólica. Nazaret es nuestro hogar, nuestra escuela y nuestro lema.
«¡Qué gracia tan grande nos ha dispensado el Señor al llamarnos a este su santo Instituto que ha querido ennoblecer con el hermoso y devoto título de Hijos de la Sagrada Familia! A la verdad, este solo calificativo debe llenarnos de esperanza y alegría santa, a la par que recordarnos constantemente que hemos sido llamados a copiar en nosotros con mayor perfección las virtudes de que nos dieron admirable ejemplo Jesús, María y José, como así nos lo ordenan nuestras Constituciones» (Epistolario: Carta al P. Miguel Campanyà, 25 de enero 1898).
Nazaret ha de ser, pues, la cita espiritual diaria de todos los Hijos de la Sagrada Familia, adonde hemos de acudir para extraer continuamente cosas nuevas.
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