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BEATO VALENTÍN PALENCIA MARQUINA (1871-1936), Apóstol de la Sagrada Familia y mártir (Burgos, España


El día 23 de abril del 2016, en la catedral de Burgos, fue beatificado este sacerdote con otros cuatro exalumnos. Había nacido el 26 de julio de 1871. Fue ordenado sacerdote en 1896 y se dedicó a ayudar a los niños huérfanos, marginados y desvalidos.

Fundador del Patronato de San José. Burgos (España)

Es el fundador del Patronato de San José de Burgos, para la enseñanza y educación de niños pobres, donde llegó a acoger a 110 muchachos. Los alumnos recordaban su trato amable y decían de él que “era misericordia”.

Enseñaba a rezar a los pequeños, los ayudaba a estudiar, les daba clases de oficios manuales y jugaba con ellos, gracias a la ayuda de una Junta de Damas. Tenía un coro y formó una banda de música.

Por su labor humanitaria, el Gobierno le concedió en 1925 la Cruz, de Beneficencia. Se le incendió el edificio y lo reconstruyó con limosnas en menos de un año.

La guerra civil española (1936)

Cuando estalló la Guerra Civil en 1936 la iglesia del lugar fue convertida en garaje y le prohibieron celebrar la Misa a partir de la fiesta de la Asunción de la Virgen, el 15 de agosto.

Un alumno indisciplinado, por no haber recibido propina, lo acusó al Frente Popular de Torrelavega. La noche anterior reservó una hostia consagrada para comulgar antes de que lo mataran.

Seis muchachos mayores fueron llamados a declarar y cuatro quisieron acompañarlo, entregando su vida por Cristo el 15 de enero de 1937. El ayuntamiento de Burgos hizo constar en el acta el sentimiento de la Corporación Municipal por la muerte “del virtuoso sacerdote y apóstol de la caridad cristiana”.

Apóstol de los Coros de la Sagrada Familia en Burgos

Si hacemos mención de este sacerdote beato mártir, es porque está vinculado a nuestro a los Hijos de la Sagrada Familia por dos motivos.

En primer lugar por su devoción a la Sagrada Familia. Ya en 1909 nuestra revista (“La Sagrada Familia”) saludaba al Boletín del Patronato de San José, de Burgos, órgano de esa entidad benéfica. Tenía como divisa: "Todo por San José y para el culto de San José; todo por la Sagrada Familia de Nazaret y para el culto de la Sagrada Familia de Nazaret; todo por los niños huérfanos y desvalidos del Patronato; educarlos, instruirlos, mantenerlos, vestirlos, calzarlos, socorrerlos en sus enfermedades, ampararlos en sus infortunios, darles colocación, y por último, acompañarlos hasta su tumba, rogando al Señor por su alma" (SF 11(1909)224).

Fundó los Coros de la Visita Mensual Domiciliaria de la Sagrada Familia en Burgos y fue Celador General de los mismos.

Además en 1925, con motivo del homenaje que le rindió el ayuntamiento burgalés, nuestra revista, ya que era Celador General de los Coros de la VMD, publicó su fotografía y un largo artículo titulado "Justo homenaje" (SF 27(1925)296-297).

Promotor vocacional

En segundo lugar, don Valentín fue un excelente promotor vocacional para el Instituto. Algunos de los muchachos de su Patronato, a los que veía con alguna inclinación vocacional, fueron orientados hacia nuestro Instituto.

En septiembre de 1925 vino a Barcelona acompañado de 10 aspirantes para el colegio Nazareno, reclutados entre los alumnos de su benéfico centro de educación. Constan Gerardo y Pedro Ruiz Ortega y Domingo García Colina. Gerardo y Domingo profesaron como religiosos pero abandonaron durante la persecución religiosa y Pedro, religioso profeso del Instituto y minorista, es ya beato por su martirio.

El 20 de diciembre de 1925, además, D. Valentín, de nuevo en Barcelona, participó en la peregrinación a Roma con motivo del Año Santo en compañía de los beatos Ramón Oromí y Ramón Llach, el P. Manuel Cazador y el Hno Tomás Fernández, regresando a primeros de enero de 1926.

Por último consta que el 21 de diciembre de 1935, con motivo de la institución de Pedro Ruiz como acólito y exorcista en el palacio episcopal de Barcelona, Don Valentín estuvo presente en la ceremonia y, aunque ya antes había enviado sus ropas litúrgicas personales al colegio Nazareno de Blanes en agradecimiento por el trato dispensado "a su discípulo querido, el estudiante Pedro Ruiz", en esta ocasión le regaló un crucifijo con el llamado "Cristo de Burgos".

Así lo recordaba, en parte, el beato Ramón Oromí en 1936:

«El benemérito sacerdote burgalés Rvdo. D. Valentín Patencia, Pbro. regaló a su queridísimo discípulo e hijo espiritual Pedro Ruiz Ortega, S.F. este bellísimo y valioso Cristo de Burgos, en filigrana de oro y plata del siglo XVIII, heredado de sus padres y abuelos, con motivo de recibir éste el 21 de diciembre de 1935 las Sagradas Ordenes del Acolitado y Exorcistado de manos de Mons. Irurita, Obispo de Barcelona, que como detalle hacia los burgaleses presentes lo lució como pectoral en la jornada celebrativa posterior, haciéndole entrega afectuosa al día siguiente su secretario y familiar Rv do. D. Marcos Goñi, Pbro.

D. Valentín le exhortó: "[Que] en tu misión en esa tierra catalana lleves siempre junto a ti esta devoción a Cristo tan burgalesa en la figura de nuestro Crucificado tan especial, que siguiendo la estela de vuestro santo Fundador, el Padre Manyanet, unas para siempre a sus padres José y María de forma tan perfecta, que sean para ti el faro en tu vida sacerdotal" (Del escrito que el Hno. Ruiz guardaba de puño y letra del Rvdo. Palencia junto a este Cristo al entregarlo al P. Oromí con sus objetos personales más preciados en julio de 1936).

El Hno Ruiz Ortega, S.F. no se separó desde entonces de él con permiso de los superiores, teniéndolo en su cámara personal (R.O. a J. V. Diciembre 1936 - J.V. 1942).

El P. Oromí recuerda cómo al entregárselo en julio de 1936 el Hno. Ruiz lo besó emocionado diciéndole: "...Señor, que en este momento de tribulación, sea digno de ti y de la entrega de mi vida que te he hecho". El P. Oromí se emocionaba recordándolo.

Durante el tiempo de cautiverio rojo, el P. Oromí, S.F. utilizó este crucifijo para administrar los sacramentos de forma clandestina, dándolo a besar a multitud de penitentes o moribundos. La llevaba escondida en un bajo del abrigo que llevaba, en un dobladillo que le cosió mi esposa.

El P. Oromí lo dejó tras un radiador minutos antes de ser detenido y un patriota presente, de la quinta columna, siguiendo sus indicaciones, me lo hizo llegar envuelto en un pañuelo, Para que conste, Dr. J. Vendrell..»

¡Quede memoria entre nosotros de este sacerdote mártir!


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