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Domingo de la XXVI Semana del Tiempo Ordinario B

Números 11, 25-29

Salmo 18: Los mandatos del Señor son rectos 

y alegran el corazón

Santiago 5, 16

Marcos 9, 38-43.45.47.48

 

Números 11, 25-29

 

El Señor bajó en la nube y habló a Moisés; tomó parte del espíritu que había en él y se lo pasó a los setenta ancianos. Cuando el espíritu de Moisés se posó sobre ellos, comenzaron a profetizar, pero esto no volvió a repetirse. Dos de ellos se habían quedado en el campamento, uno se llamaba Eldad y otro Medad. Aunque estaban entre los elegidos, no habían acudido a la tienda. Pero el espíritu vino también sobre ellos y se pusieron a profetizar en el campamento. Un muchacho corrió a decir a Moisés: «Eldad y Medad están profetizando en el campamento.» Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven, intervino diciendo: «¡Señor mío, Moisés, prohíbeselo!» Moisés replicó: «¿Tienes celos por mí? ¡Ojalá que todo el pueblo profetizara y el Señor infundiera en todos su espíritu!»

 

Salmo 18: Los mandatos del Señor son rectos 

y alegran el corazón

 

La ley del Señor es perfecta

y es descanso del alma;

el precepto del Señor es fiel

e instruye al ignorante. 

R. Los mandatos del Señor son rectos 

y alegran el corazón

 

La voluntad del Señor es pura

y eternamente estable;

los mandamientos del Señor son verdaderos

y enteramente justos. 

R. Los mandatos del Señor son rectos 

y alegran el corazón

 

Aunque tu siervo vigila

para guardarlos con cuidado,

¿quién conoce sus faltas?

Absuélveme de lo que se me oculta. 

R. Los mandatos del Señor son rectos 

y alegran el corazón

 

Preserva a tu siervo de la arrogancia,

para que no me domine:

así quedaré libre e inocente

del gran pecado. 

R. Los mandatos del Señor son rectos 

y alegran el corazón

 

Santiago 5, 1-6

 

Vosotros los ricos, gemid y llorad ante las desgracias que se os avecinan. Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos son pasto de la polilla. Vuestro oro y vuestra plata están oxidados y este óxido será un testimonio contra vosotros y corroerá vuestras carnes como fuego. ¿Para qué amontonar riquezas si estamos en los últimos días? Mirad, el jornal de los obreros que segaron vuestros campos y ha sido retenido por vosotros está clamando y los gritos de los segadores están llegando a oídos del Señor todopoderoso. En la tierra habéis vivido lujosamente y os habéis entregado al placer; con ello habéis engordado para el día de la matanza. Habéis condenado, habéis asesinado al inocente, y ya no os ofrece resistencia.

 

Marcos 9, 38-43.45.47.48

 

En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no es de nuestro grupo.» Jesús replicó: «No se lo prohibáis, porque nadie que haga un milagro en mi nombre puede luego hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros está a favor nuestro. Os aseguro que el que os dé a beber un vaso de agua porque sois del Mesías no quedará sin recompensa. Al que sea ocasión de pecado para uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran del cuello una piedra de molino y lo echaran al mar. Y si tu mano es ocasión de pecado para ti, córtatela. Más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al fuego eterno que no se extingue. Y si tu pie es ocasión de pecado para ti, córtatelo. Más te vale entrar cojo en la vida, que ser arrojado con los dos pies al fuego eterno. Y si tu ojo es ocasión de pecado para ti, sácatelo. Más te vale entrar tuerto en el reino de Dios que ser arrojado con los dos ojos al fuego eterno, donde el gusano que roe no muere y el fuego no se extingue.»

EL ESPÍRITU SANTO

Y SU MANERA DE OBRAR

Las lecturas de este domingo nos recuerdan que nadie tiene la exclusiva de Dios: ni Moisés, ni los profetas, ni los ricos y poderosos, ni tan siquiera, los apóstoles a quienes Jesús llamó para estar con él. Los dones de Dios son tan reales en todos nosotros (no solamente en unos pocos)  que Jesús nos alerta a todos (de una manera no exenta de dramatismo) de la responsabilidad y autoridad que hemos asumido al recibirlos. La manera en que algunos utilizarán esos dones provocará escándalo.

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