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SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR

Todo como en el Misal Romano


Ya el mismo nombre indica el origen oriental de la solemnidad. Es el segundo momento de las fiestas de Navidad. Las dos fiestas son “epifanía”, manifestación. En el contexto litúrgico, sin embargo, la Epifanía queda subrayada como la gran manifestación de Dios a todos los pueblos a través de Jesucristo. El símbolo de esta revelación es su estrella. “Lumen Gentium”, dice el Concilio Vaticano II, es Cristo, y en Cristo la misma Iglesia que no es sólo resultado de la fe en Él, sino también “estrella” que lo manifiesta. En las lecturas de los tres ciclos, se recuerdan los tres hechos clásicos que se consideran como “epifanía” del Señor: adoración de los magos, bautismo de Jesús, bodas de Caná de Galilea.


El Padre Fundador nos recuerda que José y María son “nuestra estrella” para encontrar a Jesús y nos invita a ofrecerles, a imitación de los Magos, “el oro purísimo de una caridad muy ardiente, el incienso de una devoción a toda prueba de los engaños del siglo y la mirra de la mortificación de nuestras pasiones, y el divino Niño depositará en nuestras almas mucha abundancia de los tesoros de sus gracias.


Fuente: CALENDARIO PROPIO DE LOS HIJOS DE LA SAGRADA FAMILIA, ed.1986

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