Celebramos hoy al hombre que más alto ha colocado a la mujer en la historia de la humanidad y al que, lejos de agradecérselo, se le ha tratado más injustamente por parte de historiadores anti-cristianos y algún director de cine, que le han achacado todo tipo de horrores, tiranías e intolerancias.
San Cirilo consiguió en el Concilio de Éfeso, donde representaba al Papa San Celestino, que se le diera el título de Madre de Dios a la Virgen María en contra de Nestorio, que negaba la maternidad divina. Con esto, el santo, coloca a una mujer por delante de todos los hombres en la historia de la humanidad. Nadie, pues, ha defendido como él los derechos de la mujer. Y por defenderlos tuvo que sufrir, además, el destierro y la cárcel.
Por si eso fuera poco fue un gran teólogo y un obispo incomparable. Y nada tuvo que ver con la muerte de Hipatia como quiso hacer ver el escritor pagano Damascio, sin pruebas de ningún tipo, y del que se han servido después los enemigos de la fe para atacar a Cirilo y a la Iglesia Católica.
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