Constituciones 15:
El don de la pobreza
Para llevar a cabo más perfectamente nuestra vida y nuestra misión, seguimos, por la pobreza consagrada, el camino de Cristo, el cual, siendo rico, por nosotros se hizo pobre a fin de que nos enriqueciéramos con su pobreza. Desde su juventud fue pobre y trabajador; no tuvo donde reclinar la cabeza; escogió unos padres humildes y pobres y su trato habitual fue con los pobres.
Seducidos por el ejemplo de Jesucristo, renunciamos a todo lo que poseemos para que, puesta nuestra confianza en la providencia de Dios, junto con María y José, seamos dignos de ser sus seguidores, mas aún, familiares en su propia Familia, y nos entreguemos enteramente al servicio del Evangelio para lo que Dios nos ha escogido.
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