Hoy celebramos a un médico famoso de la antigüedad; tan famoso que llegó a ser médico de cabecera del emperador.
Era cristiano pero de esos que “ni chicha ni limoná”. Cristiano solamente de nombre. Tan de nombre que, cuando llegaron los negros nubarrones de la persecución, apostató de su fe a las primeras de cambio. El Señor le siguió los pasos y un día conoció a Hermolaos, un cristiano de cuerpo entero que le abrió los ojos y lo condujo de nuevo al redil de Cristo.
La luz de Cristo entró en su vida definitivamente y Pantaleón se convirtió en el médico de los necesitados. La dicha duró poco porque fue detenido y murió mártir después de curar milagrosamente a un tullido en presencia de todos.
Desde el año 305 lo tenemos a disposición de todos en el Reino de los Cielos.
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