Hoy celebramos a otro mártir pero este no es de la época romana de los primeros tiempos. Su martirio ocurrió en Córdoba durante el califato de Abderramán III, cuando Córdoba era el mayor imperio del mundo y cuando Pelayo contaba tan solo con 14 años de edad.
Después de la batalla de Valdejunquera en el año 920 nuestro santo fue hecho prisionero juntamente con su tío Hermigio, obispo de Tuy. Al tal Hermigio lo soltaron con la condición de que pagara un rescate por su vida y la de su sobrino, quedando entretanto Pelayo como rehén. Pero el tío resultó rana y no volvió a asomar los bigotes jamás, ni con rescate ni sin rescate.
Pelayo aprovechó el tiempo de espera para predicar a Cristo durante su cautiverio. Finalmente, y en vistas de que Hermigio no daba señales de vida, le ofrecieron la libertad con la condición de que se convirtiera en amante de Abderramán que, por lo visto, era de la acera de enfrente. Su respuesta fue que nones, además dejó claro que “soy cristiano. Lo he sido y lo seré por la gracia de Dios. Todas tus riquezas no valen nada. No pienses que por cosas tan pasajeras voy a renegar de Cristo, que es mi Señor y tuyo aunque no lo quieras”.
Murió martirizado horriblemente, como era de esperar, el 26 de Junio de 925. Es patrono de varios lugares de España.
Celebramos también a San José María Robles, sacerdote mexicano que destacó por su inteligencia y dedicación a la catequesis, a la confesión y a la atención a los enfermos. Fundó la Congregación de Hermanas del Corazón de Jesús Sacramentado y murió mártir de la Eucaristía en 1927 en Jalisco. Finalmente se celebra también hoy a San José María Escribá, fundador del Opus Dei.
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