En realidad se llamaba Poncio Meropio Anicio Paulino, pero creo que es mejor para todos llamarle únicamente Paulino.
Estamos ante un hombre excepcional; rico y casado con una española llamada Teresia, que, una vez conoció a Cristo, renunció a su dignidad de cónsul y se hizo pobre para servir a los pobres, juntamente con su esposa.
Su vida era tan ejemplar que fue ordenado obispo por aclamación popular en Barcelona, como había sucedido en Milán con San Ambrosio muchos años antes. La idea era retenerlo en la ciudad condal pero no cayó esa breva y el matrimonio marchó a Nola, donde construyó el acueducto y prosiguió allí su atención a los pobres, enfermos y necesitados de todo tipo; de hecho su casa se convirtió en casa de acogida para todos, gobernada sabiamente por Teresia, la esposa del santo.
¡Ah! No se extrañe nadie al oír hablar de la esposa del santo. Recuerdo que estamos en el final del siglo IV y comienzos del V y en esa época los curas eran casados y los obispos recasados.
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