32. La pastoral de las familias en situación difícil
o irregular
La actual realidad sociocultural presenta no pocas situaciones matrimoniales difíciles o irregulares que interpelan a toda la comunidad cristiana y a su acción pastoral.
Nuestra actitud ante los matrimonios y familias que viven casos difíciles (Familiaris Consortio 77), en el sentido más amplio, y ante las familias rotas, será la del buen samaritano, pues Cristo es quien enseña a “no pasar de largo” (Lc 10,33), sino a sintonizar con la Iglesia que “no se siente llamada a expresar un juicio severo o indiferente, sino más bien a iluminar los numerosos dramas humanos con la luz de la palabra de Dios, acompañada por el testimonio de su misericordia” (cf. Jubileo familias, 14-X-2000, n.6; FC 77).
Con la Iglesia mostramos hacia estas familias una actitud de comprensión y caridad. Se ofrecen algunas orientaciones sobre cada una de estas situaciones difíciles:
— Separados
La comunidad cristiana debe hacer el esfuerzo posible para ayudar a los esposos a evitar el recurso de la separación. Pero su situación no los excluye de la admisión a los sacramentos, al contrario, su participación les impulsa a estar prontos al perdón y disponibles para preguntarse sobre la oportunidad de reemprender la vida en común.
— Divorciados no vueltos a casar
Debe distinguirse entre el cónyuge que ha sufrido el divorcio, lo ha aceptado o lo ha recurrido, obligado por graves motivos relacionados con el bien suyo o de los hijos, y el cónyuge que ha pedido y obtenido el divorcio habiéndolo causado con su comportamiento moral incorrecto. En ambos casos, el divorcio equivale solamente a una separación, que no rompe el vínculo conyugal. Para acceder a los sacramentos, el cónyuge que es moralmente responsable del divorcio, pero no se ha vuelto a casar, debe arrepentirse sinceramente y reparar el mal hecho.
— Divorciados vueltos a casar
Aunque su condición de vida está en contradicción con el Evangelio, siguen siendo miembros del pueblo de Dios y como tales no están totalmente excluidos de la comunión con la Iglesia. No están en a plenitud de la misma comunión eclesial y por eso no pueden recibir los sacramentos, pero deben buscarse formas de atención y cercanía pastoral.
7 Consejos para familias que viven situación irregular
— Casados sólo civilmente
La Iglesia reconoce los valores de esta opción, pero se trata de una situación inaceptable para ella. Salvo caso de necesidad, no pueden ser admitidos al matrimonio canónico sin licencia del Ordinario de lugar (Decreto general sobre el matrimonio canónico, 44). Permaneciendo en esta situación, no pueden ser admitidos a la absolución sacramental ni a la comunión eucarística.
— Uniones libres
La Iglesia afirma que viven en contradicción con el sentido profundo del amor conyugal, que por su misma naturaleza requiere un reconocimiento y una legitimización social, y para los cristiamos, también eclesial. En esta situación de vida no pueden tampoco recibir los sacramentos.
— El problema de los hijos
En el ámbito de la acción pastoral con las familias irregulares o difíciles se presenta a menudo el problema de los hijos. Cuando en tales casos piden los sacramentos para sus hijos, hay que aprovechar la ocasión para una evangelización discreta y puntual. Se puede conceder el bautismo a los hijos, a condición de que los dos, o por lo menos uno, garanticen una verdadera educación cristiana. En caso de duda o incertidumbre, se puede celebrar si, con el consentimiento de los padres, asume el compromiso de educar cristianamente el padrino o la madrina o un pariente próximo.