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¿Necesitamos un Plan Pastoral Congregacional (PPC)?
por Julio González, SF

 

 

Reflexionar sobre nuestra pastoral

El Plan Pastoral Congregacional se publica para que inspire, guíe e impulse, la acción evangelizado-ra con la que los Hijos de la Sagrada Familia anunciamos el Evangelio de la Familia en la Iglesia y en la sociedad.

Nuestro Plan Pastoral no es una suma de actividades personales sino el resultado del discernimien-to en familia/comunidad, de la selección de proyectos y colaboraciones, con el que intentamos res-ponder a las necesidades de la Iglesia, teniendo en cuenta nuestra realidad actual; de ahí, la impor-tancia de una reflexión continuada y realista.

Compartir nuestra acción pastoral no consiste en informar de "lo que hago", o pedir a los demás "que hagan", sino que exige nuestro apoyo y adhesión a un proyecto en el que nos hemos formado (o nos estamos formando); sin embargo, cuando mis prioridades responden solamente a un interés 

personal y/o local, entonces, no llega a ser pastoral congregacional.

¿Por qué la pastoral congregacional puede ser difícil de asumir y compartir?

Voy a aventurar algunas respuestas: 

1) No se imparte una formación más allá del ámbito estrictamente local que ayude a los religiosos y laicos a identificarse, implicarse, y desarrollar el Plan Pastoral Congregacional, junto a otros agentes de pastoral de mi familia religiosa.

2) “No tengo necesidad ni veo que sea relevante reflexionar/compartir mi actividad pastoral con otras personas fuera de mi círculo de colaboradores”.

3) “Cuando comparto mi actividad pastoral con otros religiosos y laicos se producen tensiones que no conducen a ninguna parte”.

4) Cuesta mucho dinero y energías que hay que dedicar a otras prioridades.

La actividad pastoral se fundamenta en una comunión de vida, oración y trabajo o, de lo contrario, no debería llamarse actividad pastoral o evangelizadora. Estas palabras, "comunión de vida, oración y trabajo", refuerzan mutuamente el sentido y la importancia de lo que nos relaciona y une. Todo aquello que debilita nuestra comunión y colaboración es un agente extraño que se ha introducido en nuestras vidas, comunidades y familias.

El intercambio de experiencias y el diálogo desde el corazón es de vital importancia para no aislarnos en una burbuja emocional y espiritual, o simplemente de intereses particulares que nada tienen que ver con la misión de la Iglesia. Temerosos de la reflexión y el examen en familia/comuni-dad, la llama nazarena de nuestra identidad y misión languidece o ilumina solamente a unos pocos, pero eso, no es pastoral congregacional.

No hay nada realmente importante que podamos hacer sin la ayuda y colaboración de los demás.

El Plan Pastoral Congregacional se ha publicado para unir voluntades, concentrar esfuerzos, desarrollando el carisma fundacional de san José Manyanet en la Iglesia y sociedad de hoy.

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