«¿Queréis una parroquia perfecta? Nada de chismes»
Francisco además de ser el Papa es el obispo de Roma y este domingo retomó las visitas pastorales a las distintas parroquias de la diócesis. En esta ocasión fue al extrarradio de Roma para acudir a Santa María en Seteville. En la homilía de la misa, el Santo Padre ha reflexionado sobre qué significa ser “testigos”, haciendo referencia a la lectura del día, que presenta a Juan Bautista en el momento en el que da testimonio de Jesús.
Dar testimonio de Jesús
El Papa ha recordado que hay muchos cristianos que confiesan que Jesús es Dios, hay muchos sacerdotes que confiesan que Jesús es Dios, muchos obispos…. Pero “¿todos dan testimonio de Jesús? ¿o ser cristiano es como un modo de vivir? ¿es como ser hincha de un equipo? ¿o como tener una filosofía?”, ha invitado a reflexionar. El Pontífice ha subrayado que “ser cristiano, en primer lugar, es dar testimonio de Jesús”.
Y esto es lo que han hecho los apóstoles. “Dieron testimonio de Jesús”. En esta línea, observó que los apóstoles “no habían hecho un curso para ser testigos”, “no habían estudiado”, “no habían ido a la universidad”. Sintieron el Espíritu y fueron fieles a su inspiración. El Papa ha asegurado que eran pecadores, envidiosos, tenían celos entre ellos, eran traidores. Pedro, el primer Papa, traicionó a Jesús, ha insistido Francisco.
"Nada de chismes"
Pero –añadió–son testigos porque son “testigos de la salvación que Jesús lleva”. Todos “se han convertido”, “se han dejado salvar”. Al respecto, el Santo Padre ha querido subrayar que “ser testigo no significa ser santo”.
Finalmente, ha explicado que los apóstoles hubo un pecado que no tuvieron: no eran chismosos, no hablaban mal unos de otros, no se desplumaban. Por esta razón, ha asegurado que una comunidad, una parroquia donde hay chismorreos, “es incapaz de dar testimonio”.
¿Queréis una parroquia perfecta? “Nada de chismes”, ha pedido el Obispo de Roma. Lo que destruye a una comunidad –precisó– son los chismorreos.
Visita al vicepárroco, gravemente enfermo
Antes de celebrar la misa, el Pontífice saludó al vice párroco, don Giuseppe Berardino, de 50 años, gravemente enfermo de esclerosis lateral amiotrófica desde hace más de dos años. Además, estuvo durante más de media hora con los niños y jóvenes de catequesis. Entre ellos, muchos jóvenes que ya han hecho la confirmación y un grupo de Scouts. Algunos, de forma espontánea, realizaron algunas preguntas al Papa.
El Santo Padre también saludó a 45 niños, todos bautizados durante el 2016, acompañados de sus padres. A continuación, tuvo lugar un encuentro con un centenar de fieles que ayudan al párroco en la obra pastoral. El Pontífice les dio varios consejos, deteniéndose especialmente en la “importancia de la misión”.
Finalmente, tras saludar a los sacerdotes y seminaristas, el Papa fue a la sacristía y confesó a cuatro personas: una pareja joven que cuida del vice párroco, un joven de post-confirmación y el padre de un niño enfermo.