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La Parroquia Manyanetiana: lugar de encuentro, reconciliación y comunión

Hay varias maneras de describir la PARROQUIA MANYANETIANA pero, ante todo, comencemos diciendo que es un lugar de encuentro.

Al preparar la oración comunitaria, las celebraciones, las actividades, la catequesis, etc., se favorece el encuentro de las familias con Dios y, también, con otras familias y personas de la parroquia.

Las personas/familias que se inscriben en la parroquia y/o comienzan a participar en los servicios litúrgicos y actividades parroquiales deben saber (porque se les ha explicado) y sentir que no vienen a la parroquia para ser meros invitados o espectadores sino para formar parte de una familia espiritual de hijos e hijas de Dios. ATENCIÓN! Los sacramentos no son celebraciones privadas; la Buena Noticia de Jesús es proclamada ante una comunidad ("familia espiritual") que ora diciendo Padre nuestro..., y esa misma comunidad es enviada, a través de sus miembros, a evangelizar. La familia es la iglesia doméstica y la primera escuela donde aprendemos a orar, a perdonarnos, a cuidar a otros y no sólo de mí mismo/a. Este amor debe expandirse más allá del hogar y de "los míos" porque, de lo contrario, se volvería interesado y egoísta; por esto, la Parroquia Manyanetiana está llamada a ser una familia de familias. La parroquia es un lugar de encuentro y crecimiento espiritual. ¿Por qué? Porque necesitamos de Dios y de los demás para convertirnos en la persona y en la comunidad/familia espiritual que estamos llamados a ser. Dios nos bendice con una gran variedad de dones y nosotros reconocemos esos dones con la guía y ayuda de otras personas.

Al preguntar por primera vez a un persona "¿por qué qué viene a la parroquia?", escucho esta respuesta muchas veces: "Para rezar". Pero se puede rezar en casa, en el parque, en el trabajo, al levantarnos, al acostarnos, antes de comer... Imagínense que voy por primera vez a un restaurante y me paso el tiempo mirando lo que comen los demás, sin preguntarles cuál es el plato "estrella" de la casa y cómo lo preparan. Algunos hacen esto cuando vienen a la parroquia: observan lo que otros comen, lo aprueban o lo critican, y se marchan sin saber muy bien lo que servían.

Participar en la Eucaristía:

mucho más que rezar

La celebración más importante de nuestra fe católica es la Eucaristía. Participar en la Eucaristia implica mucho más que rezar. Nos reunimos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, es decir, desde el preciso instante en que hacemos la señal inicial de la cruz nos identificamos como hijos e hijas de un mismo Dios.

El sacerdote principal dice varias veces "oremos" durante la Eucaristía porque no solamente rezamos..., también nos reconocemos pecadores ("Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes hermanos que he pecado mucho"...), lo cual nos predispone al encuentro con Dios y la comunidad con mucha humildad: es un encuentro de pecadores, pero de pecadores que, además de agradecer que el sacrificio de Jesús ha satisfecho la pena por nuestros pecados, dan testimonio de cómo ese perdón afecta y cambia nuestras vidas. El momento más importante de la Eucaristía, según santo Tomás de Aquino, es cuando comulgamos con el cuerpo y la sangre de Jesús. Lo que hemos escuchado y dicho con anterioridad era para preparar este encuentro.

Antes de comulgar hemos rezado el Padre nuestro y hemos participado en un gesto de paz. ¿Por qué? Jesús nos dijo: "Sed uno como Yo y el Padre somos uno", "Amaros los unos a los otros como Yo os he amado para que los demás puedan creeros" "Antes de dejar tu ofrenda sobre el altar, reconcíliate con tu hermano". Cada vez que ponemos en práctica esta palabras preparamos el encuentro con el Señor y con la comunidad; por eso, la Parroquia Manyanetiana es el hogar, la escuela y el taller, donde somos llamados a ser una familia de familias.

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