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Sobre la necesidad de formar en la Planificación Familiar Natural

Cuando en el año 2002, a los 51 años, Samuel Aquila fue nombrado obispo de Fargo (Dakota del Norte), una de sus primeras decisiones fue integrar un curso de Planificación Familiar Natural (PFN) dentro de la preparación de las parejas para el matrimonio. Cuando en 2012 llegó a su actual sede, la diócesis de Denver (Colorado), hizo lo mismo.

En el contexto de la aceptación generalizada de los métodos anticonceptivos que caracteriza la cultura moderna, y de la que se han empapado también la mayor parte de los católicos, la decisión no fue bien recibida por todos, e incluso hubo quien se negó.

"Sin embargo, recibí una carta de una joven que me convenció del acierto de exigir ese curso", comenta monseñor Aquila en su pastoral "El esplendor del amor". Esa carta decía así:

"Le escribo para darle las gracias y plantearle una cuestión. No le conozco a usted. Cuando me dijeron que tendría que hacer un curso completo sobre planificación familiar natural durante un periodo de 3 ó 4 meses para nuestra preparación matrimonial, no me sentó nada bien. Sin embargo, después del curso, que incluía la Teología del Cuerpo, me sentía feliz. La pregunta que quería hacerle, señor obispo, es: ¿Por qué no recibí esta valiosa enseñanza en el instituto, que me habría salvado de muchos disgustos y mucha confusión en mis años de universidad? He compartido estas enseñanzas con mi hermana menor, que está ahora en el instituto, para que no cometa los mismos errores que yo".

Con la pastoral "El esplendor el amor", el arzobispo de Denver recuerda la vigencia de la encíclica del Beato Pablo VI sobre la regulación de la natalidad, Humanae Vitae. Con ese texto, el Papa Giovanni Battista Montini "defendió proféticamente la integridad del amor conyugal y nos advirtió contra el peligro de reducir la sexualidad solo a una fuente de placer", afirma Aquila.

La clarividencia de Pablo VI

En estos cincuenta años ha habido elementos positivos, explica Aquila, y apunta la formulación de la llamada Teología del Cuerpo de San Juan Pablo II. Pero lamenta, sobre todo, la verificación en el ámbito social y cultural de los peores augurios contenidos en Humanae Vitae, y en el plano político el hecho de que "el plan de Dios para el matrimonio ha sido oscurecido y socavado por nuestras leyes".

La publicación de la encíclica Humanae Vitae en 1968 fue el acto más contestado del pontificado de Pablo VI. Medio siglo después ha quedado claro quién tenía razón.

"Los efectos de la revolución sexual han devastado nuestra cultura: gran número de abortos, agudo incremento de las enfermedades de transmisión sexual, tasas de divorcio cercanas al 50%, tasas de nacimientos por debajo del umbral de reemplazo, disminución de matrimonios", describe el prelado estadounidense. Pero la "peor tragedia hoy en lo que concierne a la familia tal vez sea el rechazo de muchos a conocer el amor conyugal y a experimentar la alegría de la vida familiar. Nuestro propio concepto del matrimonio ha cambiado, moldeado ahora por una visión del mundo individualista centrada en la propia realización personal".

Frente a todo ello, monseñor Aquila reitera las verdades esenciales sobre la belleza del amor humano y sobre "la inseparable conexión entre los aspectos unitivo y procreativo del acto sexual", que fue la verdad nuclear defendida por Humanae Vitae: "Que la anticoncepción ataca el aspecto procreativo del sexo es de una evidencia inmediata desde su mismo designio. Lo que sin embargo resulta menos evidente es hasta qué punto daña la dimensión unitiva del sexo", puesto que "introduce una falsedad en el lenguaje del cuerpo": "Mientras que los esposos indican con sus cuerpos que se están entregando totalmente uno a otro, el sexo con anticonceptivos retiene para uno mismo la propia fertilidad y la posibilidad de convertirse en padres".

Samuel Aquila es uno de los obispos más combativos de Estados Unidos por la familia y por la vida. Siendo joven asistió como enfermero a un aborto, como él mismo ha contado para denunciar el horror.

"El Beato Pablo VI tenía razón", dice monseñor Aquila, cuando advirtió sobre todo esto: sobre los bienes que se iban a perder y sobre los males que llegarían si se aceptaba moralmente el uso de los métodos anticonceptivos y se generalizaba su uso.

La importancia de reconocer la verdad y seguirla

Y añade algo muy importante ante cualquier intento de relativizar esta doctrina: "La verdad sobre el amor" es "verdad" y... "¡hemos sido creados para la verdad!" Esto es, para aceptar todas las consecuencias de descubrirla. Y cita dos ejemplos.

Uno, aparentemente ajeno a la cuestión, el de Edith Stein, judía agnóstica que, tomando en sus manos por casualidad el Libro de la Vida de Santa Teresa de Jesús, pasó un noche entera leyéndolo sin poder soltarlo, y al concluirlo lo cerró diciendo "¡Esto es la Verdad!", convirtiéndose al catolicismo e ingresando en la orden carmelita.

Edith Stein (1891-1942), Sor Teresa Benedicta de la Cruz, canonizada en 1998, murió en Auschwitz. Monseñor Aquila la pone como ejemplo de aceptación de la verdad cueste lo que cueste, algo también necesario para las verdades que contiene Humanae Vitae.

Otro, el de Kimberly, la esposa de Scott Hahn. Ambos narraron su conversión en el best seller (22 ediciones solo en español) “Roma, dulce hogar”. La de Kimberly está directamente ligada a Humanae Vitae. No era católica y ambos practicaban la anticoncepción. No sabía que la Iglesia la rechazaba, así que, cuando lo supo, Kimberly quiso estudiar el tema y escogió ese rechazo para una conferencia que debía dar.

Leyendo la encíclica llegó a una "espléndida comprensión" de las cosas: "Que nuestro matrimonio podía reflejar mejor la verdad y el amor", porque "en el corazón del plan de Dios para el amor matrimonial se encuentra un abrazo conyugal libre de artificios y de planes egoístas", en "imitación de la donación absoluta de Dios". Que la verdad sobre el matrimonio solo la mantuviese la Iglesia católica les condujo a la conversión total.

Contra la ideología de género

Eso es también lo que descubrió la joven de la carta que monseñor Aquila cita al principio de su pastoral (eso que habría querido que alguien le explicase antes de cometer muchos errores): la verdad de Humanae Vitae que reitera la pastoral “El esplendor del amor”. A saber, que "el cambio de estilo de vida que implica [renunciar a la anticoncepción] abre las líneas de comunicación de la pareja, manteniendo la belleza y la integridad del amor conyugal", porque "les hace a ambos responsables del acto sexual y les ayuda a no tratarse mutuamente como objetos": "Ese cambio es un acto de amor sacrificial. En vez de utilizar una píldora u otro método anticonceptivo, los esposos deciden hacer ese sacrificio [la abstinencia, si procede, en los periodos infértiles] y crecer en las virtudes de caridad y castidad. Solo de esa forma, mediante el sincero don de sí mismos, puede su amor crecer en belleza".

El arzobispo Aquila concluye recordando que "todo católico tiene como misión vivir y compartir la buena noticia del plan de Dios para la sexualidad humana. Esto exige valor para situarse contra las corrientes culturales dominantes, pero Jesús no nos llamó a otra cosa. Solo vivir en la verdad nos dará la verdadera libertad, el verdadero amor y la verdadera felicidad".

Pero exige también formación: "Debemos ser capaces de explicar la importancia de las enseñanzas de la Iglesia ante las objeciones y preguntas. Los cristianos también están llamados a oponerse a la ideología de género que se está difundiendo por nuestro país. Mostrarle a las personas las enseñanzas de Jesús no es ser beligerante, sino un acto de amor para ayudarles a encontrar la auténtica felicidad".

Para esa formación, Humanae Vitae sigue siendo un instrumento fundamental por el que dar gracias a Dios en este quincuagésimo aniversario: "Fue un regalo para la Iglesia y para el mundo, una profecía valiente sobre la belleza de la vida humana y del amor conyugal", concluye.

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