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Domingo del Bautismo del Señor, B

Este primer domingo del año del Evangelio según san Marcos, año B, nos introduce en un proceso de crecimiento espiritual que, como veremos en domingos sucesivos, no está exento de conflicto. La misericordia y el perdón de Dios, aunque necesarios, no son suficientes para que nos convirtamos en la comunidad (familia espiritual) que estamos llamados a ser. A la misericordia y el perdón de Dios han de seguir nuestra conversión

PRIMERA LECTURA:

Isaías 42,1-4.6-7

 

Así dice el Señor: «Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará. Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas. Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas.»

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SEGUNDA LECTURA:

Hechos de los Apóstoles 10,34-38

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En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: «Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los israelitas, anunciando la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos. Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.»

Salmo 28,1a.2.3ac-4.3b.9b-10

R. El Señor bendice a su pueblo con la paz

 

Hijos de Dios, aclamad al Señor, 

aclamad la gloria del nombre del Señor, 

postraos ante el Señor en el atrio sagrado. 

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R. El Señor bendice a su pueblo con la paz

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La voz del Señor sobre las aguas, 

el Señor sobre las aguas torrenciales. 

La voz del Señor es potente, 

la voz del Señor es magnífica. 

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R. El Señor bendice a su pueblo con la paz

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El Dios de la gloria ha tronado. 

En su templo un grito unánime: «¡Gloria!» 

El Señor se sienta por encima del aguacero, 

el Señor se sienta como rey eterno.

 

R. El Señor bendice a su pueblo con la paz

EVANGELIO:

Marcos 1,7-11

 

En aquel tiempo, proclamaba Juan: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.» Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma. Se oyó una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.»

PASTORAL PARROQUIAL

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El Domingo del Bautismo del Señor es ideal para volver a presentar el Sacramento del Bautismo. Algunos creyentes tienen una idea errónea del sacramento del bautismo; por ejemplo, 

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- piden que el bautismo sea privado porque no quieren que haya otros bebés en la celebración,

- escogen un padrino y una madrina que no son católicos, o no práctican su fe,

- los abuelos quieren bautizar al bebé en contra de la voluntad de los padres,

- piden el bautismo porque creen que si el bebé muere sin haberlo recibido, su alma va al

   infierno o al purgatorio.

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El año litúrgico tiene tres ciclos, A,B y C; es conveniente dedicar, al menos, este domingo a responder los interrogantes y las confusiones sobre el sacramento del bautimo que las familias de la parroquia nos presentan a lo largo del año.

Bautismo e incorporación  a la Iglesia:

A partir del Bautismo, entramos a  formar parte de una familia espiritual y la Iglesia se nos presenta como la familia de hijos e hijas de Dios.

 

«Fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los hombres, no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo que le confesara en verdad y le sirviera santamente». El Bautismo es la puerta por donde se entra a la Iglesia.

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Bautismo, santidad y apostolado:

«Y en la Iglesia, precisamente por el bautismo, somos llamados todos a la santidad», cada uno en su propio estado y condición, y a ejercer el apostolado. «La llamada a la santidad y la consiguiente exigencia de santificación personal, es universal: todos, sacerdotes y laicos, estamos llamados a la santidad; y todos hemos recibido, con el bautismo, las primicias de esa vida espiritual que, por su misma naturaleza, tiende a la plenitud».

 

Bautismo de niños:

Con estas consideraciones comprendemos bien el deseo de la Iglesia de que los niños reciban pronto estos dones de Dios. Desde siempre ha urgido a los padres para que bauticen a sus hijos cuanto antes. Es una muestra práctica de fe. No se atenta a su libertad, como no se les causó agravio alguno por darles la vida natural, ni por alimentarles, limpiarles y curarles, cuando no podían ellos pedir estos bienes. Por el contrario, tienen derecho a recibir esa gracia. 

 

En el caso del Bautismo está en juego algo infinitamente mayor que ningún otro bien: la gracia y la fe; quizá, la salvación eterna. Sólo por ignorancia y por una fe dormida se puede explicar que muchos niños queden privados, por sus mismos padres ya cristianos, del mayor don de su vida. 

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