* En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
V/. Sea por siempre bendita y alabada la Santísima Trinidad y Jesús, María y José
R/. Sea por siempre bendita y alabada la Santísima Trinidad y Jesús, María y José
V/. Que San José Manyanet nos conceda la gracia de imitarle en la práctica de las virtudes cristianas y bendiga a nuestras familias.
R/. Amén.
- Dispongámonos a celebrar esta novena en honor de San José Manyanet pidiendo antes perdón a Dios por nuestras faltas de fidelidad a su amor y a la gracia recibida en nuestro bautismo que nos llama a una vida santa en nuestro propio estado y en nuestra familia.
- Pidamos a Dios, nuestro Padre, que la santidad de San José Manyanet, apóstol de la Sagrada Familia y profeta de la familia, forjada por la práctica de las virtudes, nos ayude a crecer en nuestra vida cristiana según el propio estado mirando siempre el modelo dado por Dios en la Sagrada Familia de Nazaret.
- Pidamos también que, si es voluntad de Dios, por la intercesión de San José Manyanet, alcancemos la gracia que necesitamos y pedimos... (indíquese la gracia que desea pedirse).
Oremos
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, de todo corazón os adoramos,
alabamos y bendecimos. Por medio de María Inmaculada y del Patriarca San José, que
con Jesús, el Verbo de Dios hecho hombre, formaron la bendita Trinidad de Nazaret, os
pedimos la gracia de practicar esta novena con ánimo bien dispuesto para procurar
vuestra gloria y la imitación de las virtudes que practicó en la tierra San José Manyanet,
a fin de que, llegando a ser verdaderos hijos vuestros, consigamos como él la eterna
bienaventuranza. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Que San José Manyanet nos guíe y acompañe con su palabra y ejemplo. Amén.
A continuación, se leen la reflexión y demás textos de cada día de la novena.
SAN JOSÉ MANYANET, MODELO DE CASTIDAD
Reflexión
San José Manyanet, que con tanta perfección y vigilancia fue fiel en las cosas pequeñas, puso un extremo cuidado en observar los votos religiosos. Se inspiró en la vida de Jesús con María y José en Nazaret. Ellos formaron la primera comunidad consagrada, demostrando un gran amor y predilección precisamente por la castidad.
San José Manyanet se consagró a Dios como al único bien y vivió la castidad perfecta como un don exquisito para amarle con todo su corazón, con toda su mente y con todas sus fuerzas, por encima de las personas y las cosas. Dios era el centro de su vida y hacia Él tendía con un deseo ardiente e insaciable de poseerle. Por eso amó intensamente la virtud de la castidad y se ganó fama de ser un hombre íntegro.
Puso todos los medios a su alcance para mantener un corazón indiviso. Ya desde joven, a pesar de ser jovial, se comportó siempre de un modo grave y prudente en el trato con todas las personas, especialmente del otro sexo.
Fue muy devoto de la Virgen Santísima y de San José, a quienes consideraba patronos especiales de la castidad. Se imponía penitencias, llevaba un estricto control de los sentidos y era muy circunspecto en las palabras. Se puede afirmar que todo su porte reflejaba una especial inclinación hacia la virtud de la castidad.
De los escritos de San José Manyanet
«Los oficios —o funciones— de la castidad son tres. El primero consiste en guardar intacta la pureza del cuerpo. Para obtener ésta es menester mucha fortaleza y constancia, porque siendo la carne inclinada en extremo al torpe deleite, conviene, para tenerla enteramente sujeta, no compadecerse de ella, ni ceder en la más mínima de sus exigencias, porque, por poco que se le suelte la rienda, como caballo sin freno, al instante se insubordina, da al traste con la virtud y se entra furiosa en el lodazal de los deleites sensuales.
A esta fortaleza y constancia debe ir agregado el segundo oficio, que consiste en la perfecta guarda y control de los sentidos, singularmente de la vista, ya que siendo éstos tan ligeros como livianos y ofreciéndose ocasiones a cada paso, si no se anda diligente en mortificarlos, con facilidad se escapan adonde no conviene y le dan noticias que perjudican.
Viene el tercero, que es la pureza del alma. Para conservar ésta limpia y agradable a los ojos de Dios es menester guardar mucho recato y recogimiento interior. Conviene que el alma esté apercibida para conocer las cosas que quieren introducirse en ella, a fin de no permitir la entrada a nada de aquello que pueda afearla, ya que es más fácil impedir que se introduzca el enemigo, que el echarlo una vez está dentro» (Cf. «La Escuela de Nazaret y Casa de la Sagrada Familia»: Obras Selectas (Madrid 1991) 153).
Breve reflexión personal y comentario
Compromisos
- Cultivemos el amor a la castidad, según el propio estado, y esforcémonos por crear a nuestro alrededor un ambiente sereno y limpio.
- Procuremos observar la modestia mediante el control de los sentidos y evitando todas las ocasiones peligrosas.
Preces
Adoremos, hermanos, a Cristo, el Dios santo, y, pidiéndole que nos enseñe a servirle con santidad y justicia en su presencia todos nuestros días, aclamémosle, diciendo: Tú sólo eres santo, Señor.
Señor Jesús, que has querido asociarnos a tu familia como hermanos,
— haz que imitando tu ejemplo crezcamos siempre en edad, sabiduría y gracia.
Padre santo, que por medio de San José Manyanet, has hecho resplandecer de modo admirable el misterio de la Familia humana de tu Hijo,
— haz que todas las familias vivan y se alegren siempre de ese resplandor.
Señor Jesús, que viniste al mundo para servir, y no para que te sirvieran,
— haz que, como San José Manyanet, sepamos servirte a ti y a nuestros hermanos con humildad.
Señor Jesús, que nos has llamado a formar parte de tu Familia de Nazaret y a imitar el estilo de vida casta, pobre y obediente que compartiste con María y José,
— concédenos, por intercesión de San José Manyanet, la gracia de progresar siempre por caminos de santidad.
Señor Jesús, que quieres que toda la humanidad, instruida con los ejemplos de tu Familia nazarena, forme la familia de los hijos de Dios,
— haz que, por intercesión de San José Manyanet, todas las familias sean santuarios de amor y de vida.
Padre nuestro
Ya que por Jesús nos llamamos y somos hijos de Dios, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro.
Oración
Dios y Padre nuestro, que has otorgado a San José Manyanet el don de encarnar las virtudes de la Familia humana de tu Hijo, y con la gracia del Espíritu Santo le has llamado a vivir y a anunciar, con la palabra y el testimonio, el Evangelio de la familia, proclamado desde Nazaret; concédenos, por su intercesión, la gracia de vivirlo en nuestros hogares. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
O bien:
Dios y Padre de todos los hombres, que has suscitado en la Iglesia a San José Manyanet para hacer presente el misterio de vida y santidad de la Familia humana de tu Hijo y procurar la formación cristiana de las familias, principalmente por medio de la educación de la juventud; te rogamos humildemente que, por su ejemplo e intercesión, podamos imitar las virtudes de Jesús, María y José y nos concedas la gracia que te pedimos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Ahora se pide la gracia que se desea alcanzar y se termina con la oración para
todos los días, las jaculatorias a la Sagrada Familia y a San José Manyanet y un canto.
Jaculatorias
Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía.
Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.
Jesús, José y María, recibid cuando yo muera el alma mía.
San José Manyanet, ruega por nosotros y concédenos la gracia de ser tus
imitadores, como tú lo fuiste de Cristo. Amén.
Canto final
Se puede cantar el himno a San José Manyanet u otro canto apropiado.
Himno a San José Manyanet
Profeta de la familia,
San José Manyanet,
hiciste un hogar del mundo,
cada hogar un Nazaret (bis).
(1) María y José te llevaron
con Jesús a intimar
Hijo, testigo y apóstol
de su amor en el hogar.
(2) Pervive en nosotros radiante
tu santidad hoy como ayer.
Sigue brillando la llama
que alumbró en Nazaret.
(3) Nos diste a la Santa Familia
Jesús, María y José.
Ellos serán nuestro guía,
nuestro modelo en la fe.
(4) Tú fuiste profeta y apóstol
que tanto amaste a la niñez.
La educación es camino
hacia el hogar de Nazaret.
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