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Novena en honor de San José Manyanet. Día Octavo: Modelo de Obediencia

* En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

V/. Sea por siempre bendita y alabada la Santísima Trinidad y Jesús, María y José

R/. Sea por siempre bendita y alabada la Santísima Trinidad y Jesús, María y José

V/. Que San José Manyanet nos conceda la gracia de imitarle en la práctica de las virtudes cristianas y bendiga a nuestras familias.

R/. Amén.


- Dispongámonos a celebrar esta novena en honor de San José Manyanet pidiendo antes perdón a Dios por nuestras faltas de fidelidad a su amor y a la gracia recibida en nuestro bautismo que nos llama a una vida santa en nuestro propio estado y en nuestra familia.


- Pidamos a Dios, nuestro Padre, que la santidad de San José Manyanet, apóstol de la Sagrada Familia y profeta de la familia, forjada por la práctica de las virtudes, nos ayude a crecer en nuestra vida cristiana según el propio estado mirando siempre el modelo dado por Dios en la Sagrada Familia de Nazaret.


- Pidamos también que, si es voluntad de Dios, por la intercesión de San José Manyanet, alcancemos la gracia que necesitamos y pedimos... (indíquese la gracia que desea pedirse).


Oremos


Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, de todo corazón os adoramos,

alabamos y bendecimos. Por medio de María Inmaculada y del Patriarca San José, que

con Jesús, el Verbo de Dios hecho hombre, formaron la bendita Trinidad de Nazaret, os

pedimos la gracia de practicar esta novena con ánimo bien dispuesto para procurar

vuestra gloria y la imitación de las virtudes que practicó en la tierra San José Manyanet,

a fin de que, llegando a ser verdaderos hijos vuestros, consigamos como él la eterna

bienaventuranza. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Que San José Manyanet nos guíe y acompañe con su palabra y ejemplo. Amén.


A continuación, se leen la reflexión y demás textos de cada día de la novena.



SAN JOSÉ MANYANET, MODELO DE OBEDIENCIA



Reflexión


San José Manyanet, siguiendo también el preclaro ejemplo de obediencia de Jesús con María y José en Nazaret, alcanzó la perfección de esta virtud, considerada como la piedra de toque para discernir la verdadera santidad y la perfección.


La obediencia era como algo natural en San José Manyanet; desde muy joven se atrajo la simpatía de todos precisamente por su docilidad y espíritu de obediencia. Demostró esta obediencia en el cumplimiento perfecto de las obligaciones de sus oficios, de las órdenes de su obispo, de las disposiciones emanadas de la Santa Sede y de las Constituciones. Era muy deferente y obediente con los obispos y demás superiores o iguales, a quienes obedecía también por razón de su oficio, como al médico o enfermero.


Encarecía a sus religiosos la práctica de esta virtud, recordando el ejemplo de la Sagrada Familia en la que el más eminente, Jesús, «estaba sujeto a José y a María».


Toda la vida de San José Manyanet fue una vida de obediencia y de sumisión; le gustaba y deseaba más obedecer que mandar. Y a través de la obediencia se puso al servicio y disposición de todos, imitando a Jesús que —decía en sus múltiples exhortaciones—, no vino a ser servido sino a servir. Y trataba, además, de imitar el ejemplo de María, la esclava del Señor, y de José, que hizo cuanto le mandó el ángel.


De los escritos de San José Manyanet


«De igual modo, revístanse de esta virtud todos los hijos y devotos de la Sagrada Familia para poder decir: “Soy imitador del Señor Jesús, que por nosotros se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz”. Así, pues, para el ejercicio de esta virtud, tengan sometidos, pronta y alegremente, el juicio y la voluntad, aún en las cosas que más repugnen al amor propio. Sométanse de buen grado a los superiores, no sólo en el ejercicio de las virtudes sino también en las labores externas y los estudios; en esto último la obediencia y la abnegación será total y sin murmurar. Todos serán perfectos en esta virtud, que les es muy necesaria» (Cf. Constituciones [1864-1865] número 118).


«Si Jesús —dice María—, Señor de todo lo creado, no se ha desdeñado de ser llamado hijo de María y de José, el pobre carpintero, ¿es mucho que el hombre se sujete a otro hombre por amor del que le creó, redimió y le tiene preparada en recompensa una eternidad feliz?» (Cf. «La Escuela de Nazaret y Casa de la Sagrada Familia»: Obras Selectas (Madrid 1991) p.177).


Breve reflexión personal y comentario


Compromisos


— Acostumbrarnos a obedecer a nuestros padres y superiores con prontitud, con alegría y con perseverancia.


— No queramos vivir aferrados a nuestro propio parecer, sepamos escuchar y tener en cuenta el parecer y juicio de los demás.


Preces


Adoremos, hermanos, a Cristo, el Dios santo, y, pidiéndole que nos enseñe a servirle con santidad y justicia en su presencia todos nuestros días, aclamémosle, diciendo: Tú sólo eres santo, Señor.


Señor Jesús, que has querido asociarnos a tu familia como hermanos,

— haz que imitando tu ejemplo crezcamos siempre en edad, sabiduría y gracia.


Padre santo, que por medio de San José Manyanet, has hecho resplandecer de modo admirable el misterio de la Familia humana de tu Hijo,

— haz que todas las familias vivan y se alegren siempre de ese resplandor.


Señor Jesús, que viniste al mundo para servir, y no para que te sirvieran,

— haz que, como San José Manyanet, sepamos servirte a ti y a nuestros hermanos con humildad.


Señor Jesús, que nos has llamado a formar parte de tu Familia de Nazaret y a imitar el estilo de vida casta, pobre y obediente que compartiste con María y José,

— concédenos, por intercesión de San José Manyanet, la gracia de progresar siempre por caminos de santidad.


Señor Jesús, que quieres que toda la humanidad, instruida con los ejemplos de tu Familia nazarena, forme la familia de los hijos de Dios,

— haz que, por intercesión de San José Manyanet, todas las familias sean santuarios de amor y de vida.



Padre nuestro


Ya que por Jesús nos llamamos y somos hijos de Dios, nos atrevemos a decir:

Padre nuestro.


Oración


Dios y Padre nuestro, que has otorgado a San José Manyanet el don de encarnar las virtudes de la Familia humana de tu Hijo, y con la gracia del Espíritu Santo le has llamado a vivir y a anunciar, con la palabra y el testimonio, el Evangelio de la familia, proclamado desde Nazaret; concédenos, por su intercesión, la gracia de vivirlo en nuestros hogares. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


O bien:


Dios y Padre de todos los hombres, que has suscitado en la Iglesia a San José Manyanet para hacer presente el misterio de vida y santidad de la Familia humana de tu Hijo y procurar la formación cristiana de las familias, principalmente por medio de la educación de la juventud; te rogamos humildemente que, por su ejemplo e intercesión, podamos imitar las virtudes de Jesús, María y José y nos concedas la gracia que te pedimos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


Ahora se pide la gracia que se desea alcanzar y se termina con la oración para

todos los días, las jaculatorias a la Sagrada Familia y a San José Manyanet y un canto.



Jaculatorias


Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía.

Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.

Jesús, José y María, recibid cuando yo muera el alma mía.


San José Manyanet, ruega por nosotros y concédenos la gracia de ser tus

imitadores, como tú lo fuiste de Cristo. Amén.



Canto final


Se puede cantar el himno a San José Manyanet u otro canto apropiado.


Himno a San José Manyanet

Profeta de la familia,

San José Manyanet,

hiciste un hogar del mundo,

cada hogar un Nazaret (bis).


(1) María y José te llevaron

con Jesús a intimar

Hijo, testigo y apóstol

de su amor en el hogar.


(2) Pervive en nosotros radiante

tu santidad hoy como ayer.

Sigue brillando la llama

que alumbró en Nazaret.


(3) Nos diste a la Santa Familia

Jesús, María y José.

Ellos serán nuestro guía,

nuestro modelo en la fe.


(4) Tú fuiste profeta y apóstol

que tanto amaste a la niñez.

La educación es camino

hacia el hogar de Nazaret.

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