Introducción
La tradición de la Iglesia de rezar novenas en honor de Dios, la Virgen María y los Santos, es muy antigua. Es una forma muy apropiada de disponerse a la celebración de una fiesta y sacar provecho espiritual de la misma.
La palabra «novena» deriva del latín novem, nueve. En la Biblia, los números están cargados de simbolismo. El número tres, por ejemplo, simboliza la perfección, la plenitud. El número nueve —tres veces tres— simboliza la perfección de la perfección. Los nueve días de la novena representan, pues, la cantidad perfecta de tiempo para rezar.
Esta novena está escrita en honor de San José Manyanet, apóstol de la Sagrada Familia y profeta de la familia, con el fin de meditar sobre sus virtudes e imitarlas, porque no son más que las virtudes cristianas pero vividas según el espíritu y el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret. Las tres lecturas bíblicas propias de su fiesta nos dan la clave para afirmar que él es un personaje evangélico. Lo describen como un hombre que escuchó y se fió de Dios (Gn 12,1-4a), que tuvo una fuerte experiencia de la vida de Dios en Jesús (1 Jn 1,1-4), y que, con un corazón universal, consideró el mundo como la nueva y gran familia de los hijos de Dios (Mc 3,20-21.31-35).
San José Manyanet nació en Tremp (Catalunya, España), el día 7 de enero de 1833. Huérfano de padre a los 20 meses, su madre lo educó cristianamente y cultivó su vocación sacerdotal. José tuvo que trabajar para pagarse los estudios en las varias etapas de su formación. Ordenado sacerdote el 9 de abril de 1859 y después de doce años al servicio del obispo de Urgell, se sintió llamado por Dios para proponer el modelo de la Sagrada Familia de Nazaret y para trabajar en favor de las familias. Fundó por ello dos familias religiosas —los Hijos de la Sagrada Familia Jesús, María y José y las Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret— para que continuaran esta labor pastoral. Fue un sacerdote celoso y fiel a los pastores de la Iglesia. Escribió algunos libros para propagar la devoción a la Sagrada Familia y orientar la formación de los religiosos y religiosas, las familias y los niños y los jóvenes. Fue el inspirador del templo expiatorio de la Sagrada Familia de Barcelona. Él vivió espiritualmente en la Casa de Nazaret y allí aprendió a ser hijo, testigo y apóstol de aquel misterio de santidad y de perfección evangélica. Después de una vida prodigiosamente activa y llena de sufrimientos físicos y morales, murió en olor de santidad el 17 de diciembre de 1901 en Barcelona. Beatificado en 1984, Juan Pablo II lo ha elevado a la gloria de los santos el 16 de mayo de 2004.
El contenido de la novena se basa en la práctica y doctrina de las virtudes teologales, cardinales y religiosas de San José Manyanet, que constituyen el fundamento de la santidad en la Iglesia. Aunque son comunes a todos los santos, en cada uno de ellos presentan unos rasgos propios. En San José Manyanet, todas ellas están penetradas por el espíritu de la Santa Familia de Nazaret.
Esta novena se puede rezar en privado, en comunidad o en familia, en casa o en cualquier otra circunstancia y necesidad. Recuerda que cuando los cristianos rezamos, solos o mejor en compañía con otros, Cristo se hace presente entre nosotros y estamos unidos espiritualmente con todos los miembros de la Iglesia.
Día primero:
SAN JOSÉ MANYANET, MODELO DE FE
* En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
V/. Sea por siempre bendita y alabada la Santísima Trinidad y Jesús, María y José
R/. Sea por siempre bendita y alabada la Santísima Trinidad y Jesús, María y José
V/. Que San José Manyanet nos conceda la gracia de imitarle en la práctica de las virtudes cristianas y bendiga a nuestras familias.
R/. Amén.
- Dispongámonos a celebrar esta novena en honor de San José Manyanet pidiendo antes perdón a Dios por nuestras faltas de fidelidad a su amor y a la gracia recibida en nuestro bautismo que nos llama a una vida santa en nuestro propio estado y en nuestra familia.
- Pidamos a Dios, nuestro Padre, que la santidad de San José Manyanet, apóstol de la Sagrada Familia y profeta de la familia, forjada por la práctica de las virtudes, nos ayude a crecer en nuestra vida cristiana según el propio estado mirando siempre el modelo dado por Dios en la Sagrada Familia de Nazaret.
- Pidamos también que, si es voluntad de Dios, por la intercesión de San José Manyanet, alcancemos la gracia que necesitamos y pedimos... (indíquese la gracia que desea pedirse).
Oremos
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, de todo corazón os adoramos,
alabamos y bendecimos. Por medio de María Inmaculada y del Patriarca San José, que
con Jesús, el Verbo de Dios hecho hombre, formaron la bendita Trinidad de Nazaret, os
pedimos la gracia de practicar esta novena con ánimo bien dispuesto para procurar
vuestra gloria y la imitación de las virtudes que practicó en la tierra San José Manyanet,
a fin de que, llegando a ser verdaderos hijos vuestros, consigamos como él la eterna
bienaventuranza. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Que San José Manyanet nos guíe y acompañe con su palabra y ejemplo. Amén.
A continuación, se leen la reflexión y textos de cada día de la novena.
SAN JOSÉ MANYANET, MODELO DE FE
Reflexión
La fe no es solamente el fundamento y la raíz de nuestra salvación ya que sin la cual no se puede agradar a Dios, sino que es la base de toda la perfección evangélica. De hecho por la fe sabemos hacia donde vamos, qué medios usamos para nuestro provecho espiritual y qué hemos de hacer para ser conformes a la imagen del Hijo de Dios. La medida de la fe por tanto se deduce del deseo y de la estima de las cosas no aparentes, que constituyen el orden sobrenatural.
María y José vivieron también la obediencia de la fe a lo largo de su vida, creyendo durante el período de la vida oculta de Jesús con ellos, que «se cumplirían las cosas que les fueron dichas de parte del Señor».
San José Manyanet estimó tanto la virtud de la fe, que siempre pensó y obró por un fin sobrenatural. También él tuvo que fiarse y abandonarse en las manos de Dios. Cuantos le conocieron y trataron afirman que vivió de la fe y que, imbuido por el espíritu sobrenatural, se preocupó solamente de las cosas espirituales. Vivía por tanto en una dimensión contemplativa y practicó intensamente la virtud teologal de la fe.
Manifestó esta fe con sus obras y con sus escritos, ya que no solamente la vivía sino que deseaba infundirla en otros. Cultivó la devoción a la Santísima Trinidad y a cada una de las personas de la Sagrada Familia. Celebraba la santa misa con fervor y visitaba frecuentemente al Santísimo Sacramento. Buscó en todo la gloria de Dios, la extensión del Reino de Cristo y el bien de las almas.
De los escritos de San José Manyanet
«Por ser esta virtud de la fe el principio y fundamento de nuestra salvación eterna, y porque, como dice el Apóstol, sin ella es imposible agradar a Dios, deben procurar [...] ante todo para sí mismos, con la ayuda de Dios, una fe viva con una voluntad pronta y resuelta para creer y abrazar firme y fielmente todo lo propuesto por la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Sepan que esta fe es la que inflamó a los Profetas, fortaleció a los Apóstoles en las persecuciones y tormentos, suavizó los suplicios de los mártires y llevó a numerosos santos a abrazar la pobreza, la abnegación y el sacrificio para dilatar el Reino de Cristo. El Altísimo Señor Jesús, Maestro del mundo, la recomendó de un modo especial a aquellos a quienes había elegido para el oficio de enseñar y les increpó duramente muchas veces cuando les vio vacilantes. Por consiguiente, [...] procuren asegurarla bien en sí mismos, vivir de ella, pedirla insistentemente a Dios y ampararse en ella cuando se presente la tentación del mundo, del demonio y de la carne» (Cf. Constituciones [1864-1865] número 115).
Breve reflexión personal y comentario
Compromisos
- Vivir y manifestar nuestra fe sobrenatural en los acontecimientos ordinarios de nuestra vida.
- Valernos de los medios habituales —oración, meditación de la Palabra de Dios, vida litúrgica y sacramental, piedad mariana y nazarena, etc.— para consolidar el espíritu de la fe sobrenatural.
Preces
Adoremos, hermanos, a Cristo, el Dios santo, y, pidiéndole que nos enseñe a servirle con santidad y justicia en su presencia todos nuestros días, aclamémosle, diciendo: Tú sólo eres santo, Señor.
Señor Jesús, que has querido asociarnos a tu familia como hermanos,
— haz que imitando tu ejemplo crezcamos siempre en edad, sabiduría y gracia.
Padre santo, que por medio de San José Manyanet, has hecho resplandecer de modo admirable el misterio de la Familia humana de tu Hijo,
— haz que todas las familias vivan y se alegren siempre de ese resplandor.
Señor Jesús, que viniste al mundo para servir, y no para que te sirvieran,
— haz que, como San José Manyanet, sepamos servirte a ti y a nuestros hermanos con humildad.
Señor Jesús, que nos has llamado a formar parte de tu Familia de Nazaret y a imitar el estilo de vida casta, pobre y obediente que compartiste con María y José,
— concédenos, por intercesión de San José Manyanet, la gracia de progresar siempre por caminos de santidad.
Señor Jesús, que quieres que toda la humanidad, instruida con los ejemplos de tu Familia nazarena, forme la familia de los hijos de Dios,
— haz que, por intercesión de San José Manyanet, todas las familias sean santuarios de amor y de vida.
Padre nuestro
Ya que por Jesús nos llamamos y somos hijos de Dios, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro.
Oración
Dios y Padre nuestro, que has otorgado a San José Manyanet el don de encarnar las virtudes de la Familia humana de tu Hijo, y con la gracia del Espíritu Santo le has llamado a vivir y a anunciar, con la palabra y el testimonio, el Evangelio de la familia, proclamado desde Nazaret; concédenos, por su intercesión, la gracia de vivirlo en nuestros hogares. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
O bien:
Dios y Padre de todos los hombres, que has suscitado en la Iglesia a San José Manyanet para hacer presente el misterio de vida y santidad de la Familia humana de tu Hijo y procurar la formación cristiana de las familias, principalmente por medio de la educación de la juventud; te rogamos humildemente que, por su ejemplo e intercesión, podamos imitar las virtudes de Jesús, María y José y nos concedas la gracia que te pedimos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Ahora se pide la gracia que se desea alcanzar y se termina con la oración para
todos los días, las jaculatorias a la Sagrada Familia y a San José Manyanet y un canto.
Jaculatorias
Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía.
Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.
Jesús, José y María, recibid cuando yo muera el alma mía.
San José Manyanet, ruega por nosotros y concédenos la gracia de ser tus
imitadores, como tú lo fuiste de Cristo. Amén.
Canto final
Se puede cantar el himno a San José Manyanet u otro canto apropiado.
Himno a San José Manyanet
Profeta de la familia,
San José Manyanet,
hiciste un hogar del mundo,
cada hogar un Nazaret (bis).
(1) María y José te llevaron
con Jesús a intimar
Hijo, testigo y apóstol
de su amor en el hogar.
(2) Pervive en nosotros radiante
tu santidad hoy como ayer.
Sigue brillando la llama
que alumbró en Nazaret.
(3) Nos diste a la Santa Familia
Jesús, María y José.
Ellos serán nuestro guía,
nuestro modelo en la fe.
(4) Tú fuiste profeta y apóstol
que tanto amaste a la niñez.
La educación es camino
hacia el hogar de Nazaret.
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