Día tercero:
SAN JOSÉ MANYANET, MODELO DE AMOR A DIOS Y AL PRÓJIMO
* En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
V/. Sea por siempre bendita y alabada la Santísima Trinidad y Jesús, María y José
R/. Sea por siempre bendita y alabada la Santísima Trinidad y Jesús, María y José
V/. Que San José Manyanet nos conceda la gracia de imitarle en la práctica de las virtudes cristianas y bendiga a nuestras familias.
R/. Amén.
- Dispongámonos a celebrar esta novena en honor de San José Manyanet pidiendo antes perdón a Dios por nuestras faltas de fidelidad a su amor y a la gracia recibida en nuestro bautismo que nos llama a una vida santa en nuestro propio estado y en nuestra familia.
- Pidamos a Dios, nuestro Padre, que la santidad de San José Manyanet, apóstol de la Sagrada Familia y profeta de la familia, forjada por la práctica de las virtudes, nos ayude a crecer en nuestra vida cristiana según el propio estado mirando siempre el modelo dado por Dios en la Sagrada Familia de Nazaret.
- Pidamos también que, si es voluntad de Dios, por la intercesión de San José Manyanet, alcancemos la gracia que necesitamos y pedimos... (indíquese la gracia que desea pedirse).
Oremos
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, de todo corazón os adoramos,
alabamos y bendecimos. Por medio de María Inmaculada y del Patriarca San José, que
con Jesús, el Verbo de Dios hecho hombre, formaron la bendita Trinidad de Nazaret, os
pedimos la gracia de practicar esta novena con ánimo bien dispuesto para procurar
vuestra gloria y la imitación de las virtudes que practicó en la tierra San José Manyanet,
a fin de que, llegando a ser verdaderos hijos vuestros, consigamos como él la eterna
bienaventuranza. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Que San José Manyanet nos guíe y acompañe con su palabra y ejemplo. Amén.
A continuación, se leen la reflexión y demás textos de cada día de la novena.
SAN JOSÉ MANYANET, MODELO DE AMOR A DIOS Y AL PRÓJIMO
Reflexión
El móvil de todas las acciones de San José Manyanet fue el amor de Dios y se ejercitó en un grado notable en la práctica de la virtud de la caridad. Vivía olvidado de sí mismo, abolido el amor propio, que es el enemigo del amor a Dios. En sus conversaciones, siempre introducía palabras pertinentes de amor de Dios, moviendo así a los que le trataban a practicar este amor. Inculcaba siempre a todos y con fuerza el amor de Dios.
La Casa de Nazaret fue como un trasunto del cielo, porque las únicas aspiraciones de Jesús, María y José eran amar, servir, glorificar a Dios, cumpliendo su voluntad, amando y sirviendo a los hombres.
San José Manyanet estaba poseído de este amor de Dios y no buscaba otra cosa que amarle y hacerlo amar. Alimentaba este amor viviendo en la presencia de Dios. Y lo hizo crecer con la oración, buscando en todo la gloria de Dios y el bien de las almas y consagrándole su vida mediante los votos religiosos al servicio del prójimo.Este intenso amor a Dios redundaba también en una fervorosa caridad hacia el prójimo. Era y se comportaba como un verdadero padre y hermano de todos, con los religiosos, los alumnos y todas las personas, especialmente las más necesitadas y pobres. Era extraordinaria su caridad, hasta el punto de pedir dinero prestado para poder ayudar. Nunca rechazó la aceptación de un niño pobre en sus colegios. No tenía acepción de personas, obró siempre movido por el amor de Dios y el celo del bien del prójimo sin distinción.
De los escritos de San José Manyanet
«La caridad es el principio vivificante de todas las demás virtudes, a la manera que el alma lo es del cuerpo.
Ni el saber todas las lenguas, ni el tener toda la ciencia de los hombres y los ángeles es nada sin la caridad; dar a los pobres en limosna toda la hacienda, y aun entregar su propio cuerpo a las llamas para que allí se abrase y consuma, nada de eso aprovecha para la vida eterna si no lo anima la caridad.
Como se ve, Dios es todo amor, y por lo mismo quiere y exige que todo se le dirija y consagre por amor. Por esa razón el precepto de amarle sobre todas las cosas como a Creador, Redentor y Remunerador, ha incluido el de amar al prójimo como a sí mismo. Fúndase este precepto en que todos somos hermanos e hijos de un mismo Padre, que a todos ha destinado al cielo por herencia» (Cf. «La Escuela de Nazaret y Casa de la Sagrada Familia»: Obras Selectas (Madrid 1991) p.184-185)
Breve reflexión personal y comentario
Compromisos
— Procuremos vivir en la presencia de Dios y, como prueba de nuestro amor, cumplamos siempre, tanto en las circunstancias ordinarias de la vida como en los momentos difíciles, su voluntad.
— Ejercitemos la caridad especialmente con las personas cercanas de nuestra familia o entorno, y con las más pobres y necesitadas.
Preces
Adoremos, hermanos, a Cristo, el Dios santo, y, pidiéndole que nos enseñe a servirle con santidad y justicia en su presencia todos nuestros días, aclamémosle, diciendo: Tú sólo eres santo, Señor.
Señor Jesús, que has querido asociarnos a tu familia como hermanos,
— haz que imitando tu ejemplo crezcamos siempre en edad, sabiduría y gracia.
Padre santo, que por medio de San José Manyanet, has hecho resplandecer de modo admirable el misterio de la Familia humana de tu Hijo,
— haz que todas las familias vivan y se alegren siempre de ese resplandor.
Señor Jesús, que viniste al mundo para servir, y no para que te sirvieran,
— haz que, como San José Manyanet, sepamos servirte a ti y a nuestros hermanos con humildad.
Señor Jesús, que nos has llamado a formar parte de tu Familia de Nazaret y a imitar el estilo de vida casta, pobre y obediente que compartiste con María y José,
— concédenos, por intercesión de San José Manyanet, la gracia de progresar siempre por caminos de santidad.
Señor Jesús, que quieres que toda la humanidad, instruida con los ejemplos de tu Familia nazarena, forme la familia de los hijos de Dios,
— haz que, por intercesión de San José Manyanet, todas las familias sean santuarios de amor y de vida.
Padre nuestro
Ya que por Jesús nos llamamos y somos hijos de Dios, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro.
Oración
Dios y Padre nuestro, que has otorgado a San José Manyanet el don de encarnar las virtudes de la Familia humana de tu Hijo, y con la gracia del Espíritu Santo le has llamado a vivir y a anunciar, con la palabra y el testimonio, el Evangelio de la familia, proclamado desde Nazaret; concédenos, por su intercesión, la gracia de vivirlo en nuestros hogares. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
O bien:
Dios y Padre de todos los hombres, que has suscitado en la Iglesia a San José Manyanet para hacer presente el misterio de vida y santidad de la Familia humana de tu Hijo y procurar la formación cristiana de las familias, principalmente por medio de la educación de la juventud; te rogamos humildemente que, por su ejemplo e intercesión, podamos imitar las virtudes de Jesús, María y José y nos concedas la gracia que te pedimos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Ahora se pide la gracia que se desea alcanzar y se termina con la oración para
todos los días, las jaculatorias a la Sagrada Familia y a San José Manyanet y un canto.
Jaculatorias
Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía.
Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.
Jesús, José y María, recibid cuando yo muera el alma mía.
San José Manyanet, ruega por nosotros y concédenos la gracia de ser tus
imitadores, como tú lo fuiste de Cristo. Amén.
Canto final
Se puede cantar el himno a San José Manyanet u otro canto apropiado.
Himno a San José Manyanet
Profeta de la familia,
San José Manyanet,
hiciste un hogar del mundo,
cada hogar un Nazaret (bis).
(1) María y José te llevaron
con Jesús a intimar
Hijo, testigo y apóstol
de su amor en el hogar.
(2) Pervive en nosotros radiante
tu santidad hoy como ayer.
Sigue brillando la llama
que alumbró en Nazaret.
(3) Nos diste a la Santa Familia
Jesús, María y José.
Ellos serán nuestro guía,
nuestro modelo en la fe.
(4) Tú fuiste profeta y apóstol
que tanto amaste a la niñez.
La educación es camino
hacia el hogar de Nazaret.
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