Veintiséis sermones de José Manyanet, de los que se publican en este volumen, están dedicados a la Virgen María. Con razón se ha dicho que «el amor a María fue el amor fiel de su vida». Empezó a saborear la devoción a la Virgen María desde su más tierna infancia, cuando su madre Buenaventura lo consagró a la Virgen de Valldeflors, patrona de Tremp, brotando de su corazón esta hermosa jaculatoria: «Oh María, yo os amo». Desde aquella fecha, las principales etapas de la vida de José Manyanet tienen una fecha mariana de referencia: primera misa, fiesta de la Virgen de los Dolores; primera profesión religiosa, fiesta de la Purificación de María; última misa, fiesta de la Inmaculada.
El himno mariano del Magnificat, que cantaba en buen gregoriano, fue la oración habitual en los momentos más singulares de alegría y de dolor. Los primeros biógrafos llaman al Padre Manyanet «hijo predilecto de María» (Ramón Oromí, Vida Compendiada del Rmo. P. José Manyanet Vives, Barcelona, 1929).
Tanto su lengua como su pluma se enardecían cuando se trataba de enaltecer y honrar a María. Eran, entre otros, sus lemas favoritos y frecuentemente repetidos con fervoroso convencimiento: «De Maria numquam satis», por más que se glorifique a María, siempre nos quedamos cortos. Y aquel otro que informaba todas sus obras y acciones: «Omnia per ipsam, et cum ipsa, et in ipsa», todo por ella, con ella y en ella.
Podemos referirnos por lo menos a cuatro privilegios marianos que tuvieron un impacto especial en él y en sus obras:
1. La Inmaculada Concepción. La imagen conservada en la alcoba de la habitación de sus padres fue testigo de las primeras oraciones y manifestaciones amorosas de su corazón. Él la llamará familiarmente la «Formosa». La fiesta de la Inmaculada, junto con la de san José, mientras no existía la fiesta de la Sagrada Familia, se celebraba en el Instituto con la máxima solemnidad, como fiesta de primera clase, como se decía entonces.
2. La Natividad de la Virgen María. En esta fecha se celebra la fiesta de la Virgen de Valldeflors, la patrona de Tremp, porque, según la tradición popular, la imagen fue hallada en pleno invierno debajo de un matorral florecido. Esta imagen llegó a encarnar todo el amor mariano de José Manyanet.
3. La Presentación de María al templo. Es una fiesta que tiene su origen en el Proto-evangelio de Santiago, uno de los libros apócrifos más antiguos. Era costumbre en las comunidades religiosas femeninas, especialmente las dedicadas a la educación, solemnizar esta fiesta llevando una imagen de la Virgen Niña en procesión desde las aulas hasta la capilla. Así se hacía en la casa de las religiosas del Padre Manyanet.
4. La Asunción de la Virgen María al cielo. En España se celebraba el culto a la Asunción de la Virgen desde el siglo VII, aunque hay testimonios de que empezó antes, quizá en el siglo IV. José Manyanet celebró esta fiesta muchas veces en la catedral de Urgell, señalándola después como un día apropiado, junto con el de la Purificación, para las fiestas de profesión o renovación religiosa de los religiosos y religiosas de sus Institutos.
FUENTE: San José Manyanet, Obras Completas VIII, Ministro de la Palabra, págs. 390-393. BAC, Madrid 2018.
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