Constituciones 12:
Estímulo de caridad, fuente de fecundidad
Por la castidad consagrada nos configuramos tan perfectamente a Cristo, que revelamos a los hombres de nuestro tiempo la presencia, el rostro y la vida del Hombre nuevo. Desarrollamos hasta tal punto el estilo nazareno de nuestras relaciones personales que nuestra Comunidad, a imitación del Hogar de Nazaret, llega a ser una verdadera familia donde tiene gran importancia la convivencia serena y tranquila en un clima de estimación y respeto entre todos.
Este ambiente de fraternidad nos ayuda a vivir con gozo la castidad consagrada, favorece la madurez afectiva de cada uno y en los momentos difíciles ofrece un sólido apoyo a nuestra flaqueza humana.
La castidad consagrada en el celibato, signo de la caridad perfecta y lazo de íntima unión a Cristo y a su Esposa la Iglesia, es fuente de extraordinaria fecundidad sobrenatural que supera a la natural, como bien podemos ver en María y José, los padres de Jesús, quienes por la virginidad sin mancha quedaron vinculados estrechamente a Cristo con el más grande amor y se consagraron exclusiva y totalmente a su misterio de salvación.
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