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Mt 21,23-27 Lunes de la 3 Semana de Adviento: sobre la autoridad

En todos los sistemas, organizaciones, asociaciones, comunidades y familias, la autoridad es importante. Reconocer que todos necesitamos de la guía, el ejemplo y el mecenazgo de otras personas, es esencial en nuestro aprendizaje; por eso, el discernimiento no se centra tanto en si necesitamos guías, maestros, personas que nos ayuden a reconocer nuestros talentos y limitaciones..., sino en escoger a quién le confiamos esta responsabilidad.

En las sociedades teocráticas (como la de Jesús), la autoridad llegaba incluso a ser considerada “sagrada”. La autoridad sagrada, es decir, la que Dios otorga (no la de los hombres), es la auténtica. La autoridad “profana”, es decir, la que se conceden los hombres entre ellos, es la causante de todos los males.

La pregunta que los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo hacen a Jesús llevaba mucho veneno. ¿Por qué? En los evangelios, Jesús produce admiración, sorpresa y escándalo entre sus vecinos. Los orígenes de Jesús no ayudaban a creer que tuviera autoridad para poder realizar los prodigios que se le atribuían: "No es este el hijo de... y de...?", "No conocemos nosotros a su familia?" "De Nazaret puede salir algo bueno?"

De ahí que le pregunten: "¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado la autoridad?" Algunos, indignados, dicen que Jesús hace tales prodigios porque Satanás le ha dado autoridad para hacerlos. Los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo, por su parte, justificaban su autoridad con la ley, las tradiciones y sus familias.

Aunque los cristianos encontramos en la familia de Jesús y, sobre todo, en su geneología, razones para justificar que Jesús fuera el Mesias, Jesús no era miembro de una familia a la que los fariseos, escribas y saduceos reconocieran autoridad y, mucho menos, una autoridad superior a la suya propia.

Para los seguidores de Jesús esto supone una prueba de fe. No le siguen porque sea el hijo de José y María. La autoridad de Jesús no tiene nada que ver con los privilegios que la sociedad concedía y sigue concediendo a ciertas personas. "Jesús nace en un establo, fuera de la ciudad, porque no hallaron posada".

En el camino de la vida nos encontramos al menos con tres grupos de personas:

1. La mayoría de las personas apenas tienen incidencia en nuestras vidas. Podemos estar esperando el autobús o el tren en una estación abarrotada de gente y la mayoría de esas personas desaparecerán de nuestra vista sin que nos hayan influido en nada.

2. Hay un grupo de personas que nos convencerán y utilizarán para alcanzar sus objetivos. Nos buscan y llaman para conseguir lo que necesitan.

3. Hay un grupo de personas que nos acompañan para ayudarnos a crecer y mejorar. Nos dan algo de ellas mismas para que podamos crecer humana y espiritualmente sin pedir nada a cambio.

Es muy importante que encontremos a personas de este tercer grupo porque sin ellas no podemos llegar a ser la persona, familia, comunidad, que estamos llamados a ser. El significado etimológico de la palabra "autoridad" señala hacia esas personas.

"Autoridad" viene del latin "auctoritas", palabra que a su vez deriva de “auctor”, cuya raíz es “augere” y significa “aumentar, hacer progresar, promover”. Desde el punto de vista etimológico, la "autoridad" es una cualidad creadora de ser y de progreso. Por eso, es tan necesaria entre los hombres y, según la Biblia, su origen no reside en el ser humano sino en Dios.

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