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Mt 11,28-30: Miércoles de la 2 Semana de Adviento

Algunos textos de los evangelios nos revelan todo el significado cuando les ponemos como telón de fondo el Antiguo Testamento. Así es este texto tan breve y tan bello del evangelio de hoy. En este pasaje resuenan dos temas del Antiguo Testamento muy queridos y mencionados, un pasaje de Isaías y otro de los libros sapienciales.

• Isaías habla del Mesías siervo y lo representa como un discípulo que va siempre en busca de una palabra de consuelo para poder animar a los desalentados: “El Señor Yahvé me ha concedido el poder hablar como su discípulo, y ha puesto en mi boca las palabras para aconsejar al que está aburrido. Cada mañana, él me despierta y lo escucho como lo hacen los discípulos”. (Is 50,4)

Y el Mesías siervo lanza una invitación: “A ver ustedes que andan con sed ¡vengan a tomar agua! No importa que estén sin plata, vengan no más. Pidan trigo para el consumo, y también vino y leche, sin pagar” (Is 55,1).

Estos textos estaban presentes en la memoria de la gente. Eran como los cantos de nuestra infancia. Cuando la gente los escucha, suscitan recuerdos, añoranzas. Asimismo la palabra de Jesús: “¡Vengan a mí! Despierta algo en la memoria y lleva consigo la añoranza de aquellos preciosos textos de Isaías.

• Los libros sapienciales representan la sabiduría divina en la figura de una mujer, una madre que transmite a los hijos su sabiduría y les dice: "Adquieran sin dinero, sometan la cerviz a su yugo, que sus almas reciben la instrucción, pues está muy cerca al alcance de ustedes. Vean con sus propios ojos que he penado poco y conseguí mucho descanso”. (Sir 51,25-27). Jesús repite esta frase: “¡Encontrarán descanso!”

• Justamente, por esta manera suya de hablar a la gente, Jesús aviva su memoria y así el corazón se alegra y dice: “¡Ha llegado el Mesías tan esperado!” Jesús transformaba la añoranza en esperanza. Hacía dar a la gente un paso más. En lugar de agarrarse a imágenes de un mesías glorioso, rey y dominador, imágenes que los escribas enseñaban, la gente cambiaba su visión y aceptaba a Jesús, mesías siervo. Mesías humilde y manso, acogedor y lleno de ternura, que hacía sentir ‘a gusto’ a los pobres en su presencia.

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