El Evangelio de Lucas y el Ciclo C de la liturgia
Con el Adviento, comienza un nuevo año litúrgico. En noviembre comenzará el Ciclo C, en el que se utiliza sobre todo el Evangelio según san Lucas.
1.- Lucas, un gentil, autor sagrado
Lucas era de talante griego, quizás de origen macedonio. Fue compañero de Pablo en sus dos últimos viajes apostólicos, y le acompañó también en el que, prisionero, hubo de hacer hasta Roma.
Pablo llama a Lucas “el queridísimo médico”. Aparece por vez primera en Tróade, en el segundo viaje misionero de Pablo y acompaña al Apóstol hasta Filipos. Al regreso del tercer viaje, va con Pablo hasta Jerusalén. Durante la travesía marítima de Pablo a Roma, allí se encuentra Lucas y estará también con él en Roma. A Lucas alude el Apóstol en las Cartas a los Colosenses, en la 2ª a Timoteo y en la Carta a Filemón.
Dos obras se consideran de la autoría de Lucas: El Tercer Evangelio y el libro de los Hechos de los Apóstoles. La lengua, el estilo, la temática y los testimonios de los escritores eclesiásticos de los siglos posteriores, así lo hacen ver.
2.- Los Evangelios sinópticos: Mateo, Marcos y Lucas
Se llaman así porque la óptica desde la que muestran la vida y obra de Jesús, es semejante. Eso queda claro por su concepción fundamental, ya que presentan la vida y doctrina de Jesús a lo largo de un viaje del Maestro a Jerusalén, mientras que el 4º Evangelio muestra a Jesús yendo y viniendo a la Ciudad Santa.
Las semejanzas son también numerosas en los relatos que ofrecen. En la elección de estos coinciden a menudo Mt, Mc y Lc (cuando un determinado hecho lo refieren los tres) o bien Mt y Lc, en la mayoría de los relatos de la doble tradición, al haber bebido los dos de la misma fuente.
3.- Características propias del Evangelio de Lucas
Si grandes son las semejanzas con Mt y Mc, no podemos ignorar las diferencias. Así, aunque Mt y Lc refieran hechos de la Infancia de Jesús, sin embargo, ambos lo hacen desde preocupaciones teológicas distintas, y cada uno de ellos presenta escenas que el otro ignora o desecha.
En lo que respecta al Evangelio de Lucas, puede considerarse en general como “El Evangelio de la misericordia de Dios”, algo que se muestra sobre todo en las parábolas de la misericordia (Lc 15).
Es Lucas quien más refiere a la vida de la Virgen María, tanto en los dos primeros capítulos –al transmitir los Evangelios de la Infancia– como a lo largo de toda la obra. Gracias a Lucas tenemos conocimiento de lo que es el Avemaría, y el mismo autor nos pone al tanto de la Visitación de la Virgen María a su pariente Santa Isabel.
Al tratar de Jesús, lo denomina “el Señor” y “el Salvador”. La consideración de Jesús como “Señor” está prácticamente ausente de Mt y de Mc, mientras que la utiliza a menudo Lc. En lo tocante al título de “Salvador”, designa que Jesús ha venido a salvar lo que estaba perdido.
La venida de Jesús al mundo es obra del Espíritu Santo, que cubre con su sombra a María. El Espíritu se posa sobre Jesús y lo convierte en “profeta”, de suerte que, a lo largo de su existencia terrena, profiera las palabras de Dios. La mención del Espíritu Santo es muy frecuente en la doble obra lucana, en especial en los Hechos de los Apóstoles.
El Reino de Dios, más que una realidad que se hace presente en la tierra con la llegada de Jesús (cf Mt y Mc), tiene un sentido futuro, último. Se trata de algo que hemos de alcanzar al final de nuestra vida, si caminamos por la senda que conduce a la eternidad feliz. El tiempo de Jesús, anunciado ya por profetas y sabios, es el “Centro del Tiempo”. El previo era el de Israel, que termina con Juan el Bautista, el precursor; y el posterior es el de la Iglesia, que va desde la ascensión de Jesús al cielo hasta su venida gloriosa.
La Iglesia tiene especial importancia en el Evangelio de Lucas. Se trata de una Iglesia en camino, una Iglesia necesitada de conversión y de la comunión entre sus miembros. Es una Iglesia misionera, llamada al seguimiento de Cristo y a la escucha de su palabra, para transmitirla con espíritu apostólico.
Toda la gente está llamada a la salvación. La genealogía de Jesús no enlaza con el padre de los creyentes (Abraham, en Mt), sino que llega hasta Adán, el padre de la humanidad. Este universalismo de la salvación se muestra sobre todo en la llamada del ángel a los pastores para que fueran a adorar al Niño. Los pastores, que eran en general mercenarios, estaban considerados como pecadores, pues echaban mano de algún cordero que no les pertenecía… A ellos, que no tenían esperanza, se les ofrece la luz de la esperanza. Por otros motivos se consideraban también oficialmente pecadores los vendedores ambulantes, los publicanos y las prostitutas. Los dos últimos grupos se ven muy acogidos en este evangelio. También se muestran bien dispuestos a responder a la llamada de Jesús los samaritanos y otras personas provenientes de la gentilidad.
Lucas es el evangelista que más alude a la oración. Antes de dar un paso importante en su vida, Jesús aparece orando. Los discípulos le piden a Jesús que les enseñe a orar, y él les recita el padrenuestro, para que invoquen a Dios llamándole Padre.
También se suele considerar este Evangelio como “El Evangelio de la pobreza”. A lo largo de él se ve a Jesús valorando el comportamiento de una viuda y alabando al pobre Lázaro, cuya parábola es exclusiva de Lc. Al referirse a las personas a las que pertenece el Reino de los Cielos, las concreta en los pobres, en modo absoluto: “Bienaventurados los pobres”. En el lugar paralelo de Mt se decía “los pobres de espíritu”. Además Lucas añade unas “malaventuranzas”, en las cuales Jesús dirige unos “Ayes” a los ricos, pues ya tienen aquí su recompensa, algo que aconteció con el Rico Epulón. Para seguir de cerca a Jesús, que no tiene dónde reclinar la cabeza, antes de nada hay que renunciar a todo, y después ir en pos de él.
Una de las características del Evangelio de Lucas, en el que Jesús aparece como “salvador” de modo universal, es la salvación del hombre que renuncia a las riquezas para seguir al Maestro. El hombre debe buscar la salvación acercándose a Jesús con humildad, pues nadie puede considerarse justo ante Dios: de ahí que haya de pedir humildemente la salvación o aceptar la que Jesús pueda ofrecerle. Como consecuencia de la venida de Jesús al mundo como salvador, todo el tercer Evangelio, ya desde el comienzo, destila gozo y transmite paz.
4.- La liturgia del Año C
A lo largo del Año Litúrgico podemos recoger los elementos comunes que los evangelistas presentan sobre Jesús; y hemos de hacer nuestros también esos otros elementos que son propios, en el caso del año que está para comenzar, del evangelista San Lucas. Así elaboraremos una personalidad acorde con la llamada de Jesús a la renuncia y al seguimiento de su persona, que aparece a menudo en el tercer evangelio. Estas características singulares de Lucas pueden vivirse si cabe con mayor intensidad a lo largo de la cincuentena pascual, cuando se percibe de cerca la marcha de la Iglesia naciente, al proclamar, día tras día, como primera lectura, un pasaje de los Hechos de los Apóstoles, obra de San Lucas.