1 Juan 3,22–4,6: "Poner a prueba los espíritus" (7 de enero)
El espíritu de Dios lleva al servicio de los demás, el espíritu del mundo que gira en torno a uno mismo a los propios mis egoísmos.
Las obras de misericordia están en el corazón de nuestra fe. Lo indicó el papa Francisco este jueves en la misa matutina en la residencia Santa Marta. Deteniéndose en la lectura de la Carta de San Juan apóstol, el Pontífice indicó que es necesario estar en guardia delante del mundanismo y de los espíritus que nos alejan de Dios.
"Permanecer en Dios es un poco como la respiración para la vida cristiana". Un cristiano, continuó, "es quien permanece en Dios", quien "tiene el Espíritu Santo y se deja guiar por Él".
De otro lado es necesario poner a "prueba los espíritus para entender si son de Dios. Y esta es la regla de la vida diaria que nos enseña Juan". Pero ¿qué significa "poner a prueba los espíritus?”
No se trata de 'fantasmas', sino de ver “qué sucede en mi corazón”, cuál es la raíz “de lo que estoy sintiendo ahora, y de dónde viene. Esto es poner a prueba para saber si lo que “siento viene de Dios” o viene de otro, “del anticristo”.
El mundanismo, recordó el Santo Padre, es "el espíritu que nos aleja del Espíritu de Dios que nos hace permanecer en el Señor". Entonces, ¿cuál es el criterio para "tener buen discernimiento de lo que está sucediendo en mi alma?".
El apóstol Juan da una sola: "Quien reconoce que Jesucristo vino en la carne, tiene el espíritu de Dios, y todo espíritu que no reconoce a Jesús, no es de Dios”.
"El criterio es la Encarnación. Yo puedo sentir tantas cosas dentro, incluso cosas e ideas buenas. Pero si estas ideas buenas, estos sentimientos, no me conducen a Dios que se ha hecho carne, no me conducen al prójimo, al hermano, no son de Dios. Por esta razón, Juan comienza este pasaje de su Carta diciendo: ‘Este es el mandamiento de Dios: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos recíprocamente’"
Podemos hacer "muchos planes pastorales", imaginar nuevos "métodos para acercarnos a la gente", pero "si no hacemos el camino de Dios que tomó carne, del Hijo de Dios que se hizo hombre para caminar con nosotros, no vamos por el buen espíritu: es el anticristo, es el mundanismo, es el espíritu del mundo".
“¡Cuánta gente encontramos en la vida que parece espiritual!”. Pero no le hablemos de hacer obras de misericordia. ¿Por qué? “Porque las obras de misericordia son precisamente lo concreto de nuestra confesión, que el Hijo de Dios se ha hecho carne: visitar a los enfermos, dar de comer a quien no tiene comida, cuidar a los descartados… Obras de misericordia: ¿por qué? Porque cada hermano nuestro, que debemos amar, es carne de Cristo. Dios se ha hecho carne para identificarse con nosotros. Y con el que sufre, es Cristo quien sufre”.
"No le den fe a cada espíritu y estén atentos, pongan a la prueba a los espíritus para saber si provienen verdaderamente de Dios”.
Y Francisco subrayó que “el servicio al prójimo, al hermano, a la hermana que tiene necesidad”, “incluso de un consejo, que tiene necesidad de ser escuchado”, también “estos son los signos de que vamos por el camino del buen espíritu, es decir, el camino del Verbo de Dios que se ha hecho carne”.
“Pidamos al Señor hoy --concluyó el Santo Padre-- la gracia de conocer bien qué cosa sucede en nuestro corazón, qué cosa nos toca más: si el espíritu de Dios, que me lleva al servicio de los demás, o el espíritu del mundo que gira en torno a mí mismo, a mis cerrazones, a mis egoísmos, a tantas otras cosas… Pidamos la gracia de conocer qué cosa sucede en nuestro corazón”.
LECTURAS DEL 7 DE ENERO
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