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¿Por qué hemos de vivir alegres en la caridad?

por Hno. Víctor Plata, SF

 

 

Como consagrados, buscamos ser alegres, porque reflejamos los principios centrales de nuestra fe, que desde lo cotidiano, junto a mis hermanos de comunidad, y junto al pueblo de Dios, que son cada uno de ustedes, hemos formado el cuerpo de la Iglesia, el cuerpo de Cristo. Esto implica vivir enraizando los valores fundamentales que nos enseña la Sagrada Escritura, y que son transmitidos por Dios a partir de los profetas en el Antiguo Testamento y a través de los hechos y palabras de Jesús, el Emanuel (Dios con nosotros) y el nuevo Adán como lo describe San Pablo en el Nuevo Testamento.


El vivir como cristianos, implica amar a nuestro hermano como a nosotros mismos, tal como dice el Evangelio. Estos principios son esenciales en nuestra fe y buscamos aplicarlos en nuestra vida diaria, independientemente de nuestra formación religiosa.


Es importante recordar la enseñanza transmitida por los santos, entre ellos el Santo Gaucho, conocido como el cura Brochero. El compartió su mate a pesar del riesgo de contagio de lepra y nos muestra que, antes de ser sacerdotes, debemos vivir la caridad como buenos cristianos. Es un recordatorio vigoroso para nosotros los religiosos, de cómo la fe, se manifiesta en acciones concretas de amor y servicio hacia los demás. Él decía: "Estos trapos benditos que llevo encima, no son los que me hacen sacerdote; si no llevo en mi pecho la caridad, ni a cristiano llego".


La esencia de ser religiosos implica ir más allá de la apariencia externa. Ser alegres como religiosos manifestará lo que significa vivir la caridad cristiana en nuestra vida diaria. Esta alegría es el amor genuino hacia Dios y hacia los demás, que nos impulsa a irradiar esperanza y caridad incluso en medio de los desafíos que enfrentamos en la sociedad, golpeada por su propia realidad. La alegría auténtica que buscamos refleja el gozo de seguir a Cristo y es un testimonio poderoso de nuestra consagración.


Ser religiosos a legres no significa negar las dificultades de la vida, sino afrontarlas con esperanza y confianza en Dios. La alegría es un regalo que Dios nos ofrece a todos, y es nuestra responsabilidad cultivarla en nuestras vidas para que podamos disfrutar de la vida en abundancia.


· Publicado en Ecos de Nazaret, abril-mayo 2024.

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