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Día de Retiro Espiritual y los Ejercicios Espirituales según las Costumbres y Prácticas de los HSF

EL DÍA DE RETIRO ESPIRITUAL. LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES Espíritu de la Sagrada Familia. Costumbres y prácticas esprirituales. Barcelona 1995, pp. 89-92

EL DÍA DE RETIRO ESPIRITUAL

Hacemos el Retiro Espiritual una vez al mes. A ser posible, elegimos el día 19 o el día hábil más próximo al mismo. Con gran sentido práctico, decía el P. Buenaventura Mullol: “Si en este día fuera fácil prescindir de las clases de los niños, mejor sería, pero ante la dificultad de hacerlo, tengamos especial empeño en aprovecharnos y acomodarnos en lo posible, pues comúnmente suele suceder que hace más el que quiere que el que puede” (Espíritu, 1908, p. 123-124).

Siguiendo la tradición del Instituto, este día tiene estas características:

1. Un mayor silencio y recogimiento, evitando las actividades que puedan distraer. 2. Meditación específica sobre el misterio de la muerte unidos al misterio pascual de Cristo. 3. Exposiciones o lecturas sobre espiritualidad, formación religiosa, consejos evangélicos y votos, crecimiento en las virtudes, etc. 4. Lectura comunitaria y reflexión sobre los números de las Constituciones y Directorio, en especial los que se refieren a la fidelidad a nuestra consagración. 5. Examen sobre la observancia de las Constituciones y Directorio, sobre el proyecto personal de vida y sobre el cumplimiento de los deberes derivados del propio cargo o responsabilidad. 6. Análisis de la entrega a nuestra misión y del cumplimiento de los objetivos pastorales. 7. Dirección espiritual y recepción del sacramento de la reconciliación. 8. Celebración de la Eucaristía comunitaria dándole un mayor relieve. Es aconsejable, asímismo, alguna celebración penitencial.

LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES

Todos los años hacemos, por lo menos, seis días de ejercicios espirituales (D 51). Los ejercicios tienen un interés excepcional. Ponen de manifiesto esta importancia el origen de los mismos, toda vez que está probado que fueron recibidos por san Ignacio de Loyola con luz sobrenatural. Los pontífices los han recomendado grandemente. Son muchos los elogios que de ellos han hecho los santos y el mismo Padre Fundador. Ya el propio título que les da san Ignacio revela la excelencia y utilidad de los mismos: “Ejercicios espirituales para vencerse al hombre a sí mismo y ordenar su vida sin determinarse por afición alguna que desordenada sea”. El religioso debe entrar a ellos con este propósito: Ingrediar totus; manebo solus; egrediar alius.

Conviene tener en cuenta estas orientaciones generales:

1. Tenemos gran aprecio por el método ignaciano, eligiendo las meditaciones más convenientes según las circunstancias.

2. El horario se organiza de tal forma que facilite estos momentos:

• Meditaciones sobre los aspectos fundamentales de nuestra vida y de nuestra consagración a Dios • Oración litúrgica y comunitaria más intensas • La Eucaristía: centro de la conversión y de la alabanza al Señor • Examen sobre el cumplimiento del proyecto personal • Guardamos silencio y evitamos las distracciones

3. Al final, hacemos en comunidad la renovación de los votos como fuente de espiritualidad. Según la tradición del Instituto, se hace además esta renovación comunitaria en la fiesta de la Sagrada Familia o en el aniversario de la profesión religiosa de nuestro Padre Fundador (2 de febrero 1870). No se recomienda hacerlo públicamente dentro de la Misa, pues se trata sólo de una devoción sin valor jurídico. Sin embargo, sí parece oportuno renovar públicamente los votos en determinados aniversarios, como el XXV o el L año de vida religiosa, se puede adoptar el rito de renovación de votos con las debidas adaptaciones (cf. Ritual de la Profesión religiosa y consagración de vírgenes, 1978).

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