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Obediencia y fe

  • Constituciones
  • 20 oct 2018
  • 1 Min. de lectura

CONSTITUCIONES DE LOS HIJOS DE LA SAGRADA FAMILIA

Número 25: Obediencia y fe

La obediencia consagrada no disminuye la dignidad de la persona; al contrario, la aumenta y la lleva a una plena madurez en la libertad de los hijos de Dios.

El religioso se somete a los Superiores como vicarios de Dios, por espíritu de fe, no por sus cualidades humanas. En ellos encuentra un signo y una ayuda para conocer la voluntad divina. Con su obediencia activa, sirviéndose de las fuerzas de la inteligencia y de la voluntad y los demás dones de la naturaleza y gracia, contribuye a la misión de todo el Instituto y a la edificación del Cuerpo de Cristo.

Viendo a Dios en el Superior y recibiendo sus preceptos como palabra de Dios, el religioso se esfuerza en obedecerle siempre por motivo sobrenatural, pronta, entera, perfecta y gustosamente, con sujeción de la voluntad y del juicio. No contradice sus mandatos, antes bien los defiende; le tiene gran respeto y si entiende delante del Señor que debe proponerle algo contra sus mandatos, lo hace con modestia y humildad, habiéndolo consultado siempre antes con Dios y con ánimo dispuesto a conformarse con lo que se resuelva.

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