14 El rey Herodes oyó hablar (de Jesús), porque su nombre se había hecho célebre y dijo: “Juan el Bautista ha
resucitado de entre los muertos, y por eso las virtudes obran en Él.”
15 Otros decían: “Es Elías” otros: “Es un profeta, tal como uno de los (antiguos) profetas.”
16 No obstante esos rumores, Herodes decía: “Aquel Juan, a quien hice decapitar, ha resucitado.” 17 Herodes, en efecto, había mandado arrestar a Juan, y lo había encadenado en la cárcel, a causa de Herodías, la mujer de Filipo, su hermano, pues la había tomado por su mujer.
18 Porque Juan decía a Herodes: “No te es lícito tener a la mujer de tu hermano.”
19 Herodías le guardaba rencor, y quería hacerlo morir, y no podía.
20 Porque Herodes tenía respeto por Juan, sabiendo que era un varón justo y santo, y lo amparaba: al oírlo se quedaba muy perplejo y sin embargo lo escuchaba con gusto.
21 Llegó, empero, una ocasión favorable, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un festín a sus grandes, a los oficiales, y a los personajes de Galilea.
22 Entró (en esta ocasión) la hija de Herodías y se congració por sus danzas con Herodes y los convidados. Dijo, entonces, el rey a la muchacha. “Pídeme lo que quieras, yo te lo daré.”
23 Y le juró: “Todo lo que me pidas, te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino.”
24 Ella salió y preguntó a su madre: “¿Qué he de pedir?” Esta dijo: “La cabeza de Juan el Bautista.”
25 Y entrando luego a prisa ante el rey, le hizo su petición: “Quiero que al instante me des sobre un plato la cabeza de Juan el Bautista.”
26 Se afligió mucho el rey; pero en atención a su juramento y a los convidados, no quiso rechazarla.
27 Acto continuo envió el rey un verdugo, ordenándole traer la cabeza de Juan.
28 Este fue, lo decapitó en la prisión, y trajo sobre un plato la cabeza que entregó a la muchacha, y la muchacha la dio a su madre.
29 Sus discípulos luego que lo supieron, vinieron a llevarse el cuerpo y lo pusieron en un sepulcro.
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