1 Entró de nuevo en la sinagoga, donde casualmente había un hombre que tenía la mano paralizada.
2 Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado, para poder acusarle.
3 Dijo al hombre que tenía la mano seca: «Levántate y ponte ahí en medio.»
4 Luego les preguntó: «¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?»
Pero ellos callaban.
5 Entonces, mirándolos con ira, apenado por su cerrazón de mente, dijo al hombre: «Extiende la mano.»
Él extendió su mano y quedó restablecida.
6 En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra él, para ver cómo eliminarlo.
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